Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, 1940), viajero incansable y autor de más de una treintena de novelas, se encuentra en Madrid para presentar su último libro, Bitna bajo el cielo de Seúl, publicada por Lumen, una narración sobre la importancia de las palabras contra la tristeza, el aislamiento y la enfermedad.
Por Carmen Naranjo
Madrid, 7 de marzo (EFE).- El Premio Nobel de Literatura francés Jean-Marie Gustave Le Clézio asegura que, con cerca de 80 años, le queda mucho por escribir, «por lo menos 20 libros«, y defiende la literatura como algo que «cura la locura» y arroja luz.
Le Clézio (Niza, 1940), viajero incansable y autor de más de una treintena de novelas, se encuentra en Madrid para presentar su último libro, Bitna bajo el cielo de Seúl, publicada por Lumen, una narración sobre la importancia de las palabras contra la tristeza, el aislamiento y la enfermedad.
La novela está protagonizada por Bitna, una joven de 18 años que llega a Seúl desde su Corea rural para vivir junto a una tía y una prima que le harán la vida imposible. Para poder huir de esta situación, acepta la oferta de trabajo de un librero: inventar historias para Salomé, una mujer que vive paralizada debido a una enfermedad incurable.
La línea entre lo real y lo imaginario es muy difusa en su novela, «como en la vida, con algunos matices», explicó este martes Le Clézio en un encuentro con periodistas: «A veces lo real parece más irreal que la imaginación y a veces la imaginación es lo que parece real».
No obstante, los relatos que cuenta Bitna a Salomé son todos relatos reales, ninguno es imaginario, recalcó el Nobel de Literatura 2008, quien explicó que escogió Seúl para ambientar la novela porque, además de haber vivido allí, es una ciudad que fue destruida y luego reconstruida, «nueva y cambiante, es fantasía y nada de realismo».
Sobre el escándalo que provocó que el Premio Nobel de Literatura del pasado año no se entregara y que hará que este año se fallen dos, Le Clézio aseguró que «no es necesario prestar demasiada atención a las personas que dan el premio sino a la institución».
Y ha contado como la baronesa alemana Bertha von Suttner influyó en Alfred Nobel para que creara el premio Nobel de la Paz, que ella acabó ganando en 1905.
«Alfred Nobel quería crear un hotel para candidatos a suicidas, porque le obsesionaba el suicidio. Y propuso la creación de ese hotel en París (…) La baronesa alemana le dijo que mejor hiciera un premio que recompensara a los que trabajan a favor de la paz», relató Le Clézio.
Así el filántropo creó el Premio Nobel de la Paz «y, como seguía teniendo dinero, creó el resto de los premios. El penúltimo fue el de Literatura y el último el de Economía (creado por el Banco nacional sueco en memoria de Alfred Nobel en 1968) y, cuando los premiados hacen cola para saludar a los reyes de Suecia, Literatura y Economía son los últimos».
Le Clézio, quien ha subrayado que no es tan libre como pudiera parecer, ha criticado a su generación: «Hemos sido malos padres; mi generación en Francia ha cometido gravísimos errores, hemos aceptado la injusticia, los malos tratos que se infringen a las mujeres, el abuso de las poblaciones inmigrantes por el egoísmo y ahora hay que pagar las consecuencias».
«Los responsables son los de mi generación, los que tenemos 80 años o más», recalcó el escritor, que se declara muy sensible a las dificultades que afronta la juventud, especialmente las mujeres jóvenes en Corea, donde transcurre su libro.
Y aunque cree que las jóvenes tienen más libertad en Europa, sostiene que aquí «hay menos humor»: la educación coreana hace hincapié en la ironía, «mientras que en Europa tenemos tendencia a vivir psicodramas».
Pero de los jóvenes varones su opinión es otra: «No hay peor egoísmo que el de los chicos jóvenes, porque una gran parte de ellos vive solo con la idea de disfrutar de todo con una gran velocidad, ganar dinero, mujeres, pero lo miro con optimismo porque creo que al final se enamoran y ahí acaba su egoísmo».
También dijo que ve con preocupación que la juventud sea seducida en la actualidad por los nacionalismos, por la afirmación de la identidad y el rechazo del otro, pero cree que es una minoría.