En la región desértica de Afar, en Etiopía, aproximadamente nueve de cada 10 mujeres son sometidas a mutilación genital femenina, muchas incluso antes de su primer cumpleaños. Activistas conmemoraron el martes el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina en su intento por erradicar la práctica. Casi 200 millones de mujeres en todo el mundo viven con sus efectos, según Naciones Unidas.
Bekarredar, Etiopía, 7 de febrero (AP).- El Secretario General de las Naciones Unida,s Antonio Guterres, advirtió que si no se toman pronto medidas, unas 68 millones de niñas podrían sufrir mutilación genital para 2030.
En un comunicado emitido en el Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital, Guterres indicó que la práctica es “una grotesca violación a los derechos humanos de mujeres y niñas”.
Cerca de 200 millones de mujeres y niñas en 30 países de tres continentes han sido víctimas de mutilación genital, indicó en su comunicado.
El Fondo de Población de la ONU indicó que actualmente cerca de 3.9 millones de niñas sufren de mutilación genital cada año y que, debido al crecimiento previsto de la población, esa cantidad aumentará a 4.6 millones para 2030 a menos que se tomen medidas urgentes.
Natalia Kanem, directora ejecutiva de la agencia, hizo un llamado para una mayor disposición política, una mayor participación comunitaria y de inversiones para alcanzar el objetivo de la ONU de poner fin a la práctica antes del año 2030.
UNA PRÁCTICA LEGAL
A Kedija, de 25 años, le extirparon los genitales externos y le suturaron la vagina cuando tenía apenas siete días. Ha vivido con dolor toda su vida.
“No podía retener la orina por mucho tiempo”, contó a The Associated Press. “Me aislé y no socializaba por eso. Más tarde, cuando me comenzó la menstruación, como el hueco era demasiado pequeño, el dolor empeoró todavía más. Y después me casé y era doloroso tener relaciones sexuales con mi esposo”. Tres partos más tarde, fue diagnosticada con complicaciones renales casi letales.
En la Etiopía profunda, en la región desértica de Afar, aproximadamente nueve de cada 10 mujeres son sometidas a mutilación genital femenina, muchas incluso antes de su primer cumpleaños. Activistas conmemoraron el martes el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina en su intento por erradicar la práctica. Casi 200 millones de mujeres en todo el mundo viven con sus efectos, según Naciones Unidas.
El Gobierno de Etiopía ilegalizó esta práctica.
Addu Abdala Dubba solía realizar estas circuncisiones. Afiló una pequeña cuchilla en una barra de metal para mostrar cómo se preparaba.
«Hubo ocasiones en las que realicé varios cortes consecutivos en un día con esta misma cuchilla”, dijo. “Pero la esterilicé con cuidado tras cada circuncisión calentándola en un fuego o metiéndola en agua caliente para evitar infecciones”.
En su día creía que su trabajo tenía un propósito. Pensó que ayudaba a las mujeres a mantener su virginidad y a seguir siendo fieles durante el matrimonio, aspectos considerados esenciales para el honor de una familia.
Pero tras asistir a cursos de formación del gobierno y líderes religiosos, «ahora entiendo que esta práctica está mal y que puedo destruir el futuro de una niña”, dijo. Ahora es partera y difunde los peligros de la mutilación genital femenina.
El único hospital de Asaita, la antigua capital del estado de Afar, intenta tratar a las mujeres que sufren complicaciones por las mutilaciones, especialmente durante el parto. La falta de fondos ha obligado al centro a operar con menos personal durante la mayor parte del último ejercicio fiscal.
El director médico del hospital, Saleh Yusuf Imam, señaló que el servicio de asesoramiento de la institución ha tenido éxito a la hora de sensibilizar sobre el problema.
Cuando las mujeres que tienen problemas con el sexo con penetración reciben incisiones indoloras en la vagina y asesoramiento posterior, “escuchamos a la mayoría de ellas decir que no dejarán que ninguna mujer que conocen vuelva a padecer mutilación femenina nunca más”, dijo.
Pero todavía hay un largo camino por delante para cambiar la actitud de la gente, agregó.
Kedija señaló que está decidida a evitar que otra generación de niñas sufra lo que ella sufrió.
«Dondequiera que encuentro a un padre que sigue insistiendo en practicar la mutilación genital femenina, intento convencerlo de lo contrario”, apuntó.
«Pero cuando mis esfuerzos no son suficiente para cambiar su opinión, siempre informo a las autoridades sanitarias locales para que puedan intervenir”, dijo.