Fanáticos, periodistas e, incluso, presidentes de Gobierno han mostrado su alegría ante la llegada de sus satánicas majestades a Latinoamérica.
Por Juan Carlos Gomi
Bogotá, 6 nov (EFE).- El anuncio de la gira latinoamericana de The Rolling Stones en febrero y marzo de 2016 ha levantado una ola de entusiasmo en todo el continente. Fanáticos, periodistas e, incluso, presidentes de Gobierno han mostrado su alegría ante la llegada de sus satánicas majestades.
No es para menos. Mick Jagger no lucía su palmito por América Latina desde hace diez años y, en algunos casos, como en Uruguay, Colombia y Perú, es la primera vez que los británicos actuarán en directo.
Tanta pasión roquera necesita de datos, cifras y códigos para entender a estos músicos supervivientes de casi todo. El producto necesita instrucciones de uso.
Para empezar hay que mirar la fecha de caducidad. The Rolling Stones es una banda británica de rock fundada en 1962 en Londres. Cuenta con cuatro miembros oficiales, cuatro superhéroes que desafían el paso del tiempo: el cantante y relaciones públicas Mick Jagger (72 años); el guitarra pirata Keith Richard (71 años); el baterista impasible Charlie Watts (74 años) y el simpático y joven guitarra Ron Wood (68 años).
Por la edad, pueden parecer la versión anglo de los cubanos Buena Vista Social Club. Sin embargo, por la cifra de negocio, es una empresa solvente.
Sin ir más lejos, la última vez que estuvieron en Sudamérica fue durante la gira «A Bigger Band» hace diez años. En los 147 conciertos que dieron por todo el mundo vendieron 4,6 millones de entradas y obtuvieron unos ingresos de 558 millones de dólares.
En este año 2015, según la revista Forbes, llevan unas ganancias de 57,5 millones con las actuaciones del Zip Code Tour.
Estas cifras desorbitadas para los mortales no impiden que, por ejemplo, en Uruguay, el Gobierno haya decidido reducir los impuestos en las entradas ya que se trata de un acontecimiento cultural de «alto valor turístico».
El buen estado del negocio Rolling no impide el odio visceral entre sus componentes. Antes de ir al concierto debe saber que la relación entre Richard y Jagger no existe y que esa camaradería escénica forma parte del espectáculo.
Divo egocéntrico, megalómano e insoportable, son algunos de los calificativos que Keith dejó caer en sus memorias cuando hablaba de su «buen amigo» Mick.
Del condimento general del show, tampoco hay que esperar grandes sorpresas. Según anunciaron en su web oficial, en su gira latinoamericana repasarán un conjunto de éxitos como «Gimme Shelter», «(I Can’t Get No) Satisfaccion», «Jumpin×Jack Flash» (probable canción de inicio), «Sympathy for The Devil», «Start Me Up»o «Miss You».
Este repaso, de más de dos horas, al brillante repertorio nos recuerda que «la mejor banda de rock and roll del mundo» lanzó su último disco original en 2005, titulado «A Bigger Band» y que la mayoría de las composiciones de esta gira fueron compuestas en el siglo pasado.
Sobre la escena, además de los cuatro magníficos -los cuatro fantásticos fueron The Beatles-, según el reciente plan de gira, debe estar el incombustible bajista Darryl Jones y la potente voz de Lisa Fischer, entre otros músicos de fondo que sujetan todo el entramado.
Ya en la parafernalia del escenario, se espera que aparezca el logotipo de la lengua fuera, diseñado por el artista John Pascher, con el mapa de Sudamérica en rayas blancas y magenta aunque, tratándose de los Stones, no se descartan sorpresas.
Una de ellas, por ejemplo, ha sido ya el nombre de la gira: «América Latina Olé Tour». La expresión torera «Olé» no tiene mucho arraigo en los países del Cono Sur como Argentina, Uruguay, Chile o Brasil. E incluso en Bogotá, donde la actual administración municipal prohibió las corridas de toros hasta nueva orden.
Además de la expresión taurina, el plan de gira también sorprende por sus presencias y sus ausencias. El hecho de que los chicos de Mick celebren tres conciertos en Buenos Aires da fe del buen estado de salud de la familia roquera en Argentina, cuna del rock latinoamericano hecho en español.
Por otro lado, la no inclusión de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Cuba -país con el que se especuló actuación tras la visita relámpago de Jagger- en el tour Olè 2016 quizá nos anime a hacer lecturas políticas.
Pero tratándose de The Rolling Stones no es necesario: más que debates sobre la patria de Bolívar, sus majestades evalúan el PIB de cada país antes de invertir con su música y organizar una nueva experiencia con etiqueta Stone.
A la espera del precio de las boletas y de las noticias que, a cuentagotas, irán facilitando las promotoras, es buen momento para abrir las apuestas y valorar si esta va a ser la última gira de la mejor banda de rock de la historia. EFE