La gira por varios estados de la zona central de Estados Unidos, entre el 15 y 17 de agosto próximos, busca promover la creación de empleos y, de paso, insuflar vida a la alicaída imagen de Obama, aquejado por una baja en los índices de popularidad.
Lejos ha quedado el repunte que le dio en las encuestas de opinión la muerte del cabecilla de Al Qaeda, Osama bin Laden, en mayo pasado: la economía y la futura salud fiscal del país se han convertido en la mayor fuente de ansiedad de los estadounidenses.
Obama encara ahora la primera degradación de la deuda, desde 1941, por parte de la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s de la calificación AAA, la máxima posible, a AA+, y la temida posibilidad de que sufra, como castigo, otra rebaja en los próximos 12 a 18 meses.
A la posibilidad de que la rebaja en su crédito estelar conduzca a una subida en las tasas de interés en préstamos para gobiernos, empresas y consumidores, se suma la ojeriza de China, que hoy mismo pidió que Estados Unidos se apriete el cinturón y resuelva su «adicción a la deuda».
China, principal acreedor de EU y poseedor del 70 % de sus reservas en divisas en dólares, se siente con «todo el derecho» de reclamar que Washington «corrija los errores estructurales de su deuda y garantice la seguridad de los activos en dólares de China», según dijo en duro editorial la agencia oficial china Xinhua.
Maya MacGuineas, presidenta del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, un centro de estudios económicos, dijo hoy en un comunicado que la decisión de S&P es como la ruidosa alarma de un despertador que EU ya no debe ignorar.
«Necesitamos un plan de reducción del déficit de al menos cuatro billones de dólares, probablemente más. Los responsables de política entablarán serias discusiones sobre cómo controlar nuestra deuda, o seguirán con su teatrillo», dijo.
Estados Unidos requiere la puesta en marcha de una reforma tributaria, cambios a los programas sociales y una estrategia para el crecimiento económico porque, de lo contrario, las otras agencias de calificación de riesgo, Moody’s y Fitch, seguirán los pasos de S&P, advirtió la experta.
Esas medidas figuran en el recetario de Obama, sólo que los republicanos y grupos del movimiento conservador «Tea Party» están decididos a impedir su reelección el próximo año y han dejado claro que no aceptarán una subida de impuestos y seguirán exigiendo más recortes fiscales.
Por ejemplo, el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney, quien encabeza en las encuestas a la media docena de aspirantes a la candidatura presidencial republicana en 2012, declaró esta semana que «cuando uno ve lo que este presidente (Obama) ha hecho a la economía en apenas tres años ya sabe que no quisiera ver lo que puede hacer en ocho».
Pero en declaraciones a Efe, el economista Mark Weisbrot, del Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR), dijo hoy que su país «no ha perdido su crédito estelar y aún puede obtener préstamos con intereses muy bajos».
«Lo de S&P ha sido una decisión política. Lamentablemente se utilizará como arma por aquellos que exigen más recortes sociales o quieren minar a la Administración Obama», señaló.
A Obama también le persigue una alta tasa de desempleo que, aunque bajó una décima en julio al 9.1 %, sigue afectando a millones de trabajadores estadounidenses.
El mandatario ha repetido en cada foro público la urgencia de espolear el crecimiento económico y la creación de empleos, pero ni las empresas contratan al nivel que se requiere ni los estadounidenses se abandonan al consumo.
La lenta recuperación económica hace temer que la mayor potencia económica en el mundo, que perdió casi 8,5 millones de empleos entre diciembre de 2007 y junio de 2009, pueda sufrir una recaída que la lleve al despeñadero.
El gobernante estadounidense ha reconocido que todavía queda mucho por hacer, y ha pedido la paciencia del electorado.
En las elecciones legislativas de 2010, Obama denunció que los republicanos arrojaron la economía en una zanja.
La pregunta del millón es cómo podrá Obama sacarla de allí y afianzar suficientes votos para ganar un segundo mandato. Su gira en autobús de 72 horas podría generar ideas.