La actriz y guionista mexicana charló acerca de su segunda novela, cuya historia gira alrededor de un escritor cuyo bloqueo creativo no le permite hallar el tema para su siguiente libro, por lo que emprenderá un viaje que lo empuja a enfrentarse con los fantasmas de su pasado.
Para este número de Puntos y Comas, te presentamos la entrevista con la actriz de cintas como El segundo aire y Los insólitos peces gato.
Ciudad de México, 6 de junio (SinEmbargo).- Radiante, amable y emanando una sencillez que invita a la plática, la actriz y guionista mexicana Lisa Owen charló acerca de su segunda novela, Testamento, cuya historia gira alrededor de un escritor cuyo bloqueo creativo no le permite hallar el tema para su siguiente libro, por lo que emprenderá un viaje donde las fronteras entre lo real y lo ilusorio se difuminan y lo empujan a enfrentarse con los fantasmas de su pasado.
“El éxito y el reconocimiento a veces te hace sentir más aislado porque en realidad es algo ajeno a ti, no tiene que ver con tu sentido de la vida. Especialmente este personaje yo creo que lo que más está buscando es contacto con otras personas, pero no lo logra, se aleja de todos de forma cínica”, detalló Owen sobre el sentido del protagonista del libro, quien, para no tener distracciones, decide refugiarse en una playa de México, un paraje olvidado, para enfrentarse consigo mismo.
La actriz, quien ha participado en varias series de televisión, películas y telenovelas, también nos contó cómo nace su interés por la escritura, una semilla que comenzó a germinar en un taller de guión con el periodista Vicente Leñero:
«Lo que más me gusta es que tienes una libertad increíble y al mismo tiempo eres dueño de todo lo que está sucediendo. En un guion tú no controlas todo; solo es una propuesta para algo que se realiza después. Un libro es la obra de arte cerrada, lo cual también implica el peligro de perderte, también tiene sus problemas”, confesó Owen.
Para este número de Puntos y Comas, te presentamos la entrevista con la actriz estelar de cintas como El segundo aire y Los insólitos peces gato, además de series como El señor de los cielos y Capadocia.
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ALTER EGOS, BLOQUEOS CREATIVOS Y LOS ABSURDOS DE LA VIDA
—A quienes se acercan a este libro, ¿nos puedes contar acerca del protagonista, Federico Carreño? ¿Cuáles son sus inquietudes y su búsqueda en la vida?
—Es un hombre de 35 años, muy solitario, que tuvo una infancia difícil, muy competitiva con sus hermanos. Siempre quiso ser escritor, publicó una novela y ahora tiene que publicar una segunda novela, entonces decide irse al mar a trabajar. Creo que ese es el ideal de todos: poderse ir a un lugar remoto en el que puedas concentrarte… pero él se lleva su discurso en la cabeza todo el tiempo, que no le permite estar en donde está. Su obsesión es escribir y como no puede hacerlo, termina por escribir acerca de esa obsesión.
No sabría cómo invitar a la gente a acercase a esta historia. Para mí es una novela que me gusta mucho, la escribí sobre todo pensando en algo que me dijo el maestro Leñero: «Escribe lo que quieres leer», y yo quería leer la historia de este hombre cínico, solitario, que sembró ya sus propias historias mientras vive en un mundo que se está desintegrando.
—Federico no ha encontrado un nuevo tema sobre el cual escribir, desde «Testamento» su anterior libro. ¿Hay algo de tus propios bloqueos creativos, si es que los has tenido, a través de este personaje?
—Sí, muchísimo. De hecho empecé con esta idea como muchos escritores, porque estaba bloqueada, había estado tratando de escribir otra cosa y no podía. Entonces empecé a escribir sobre mi ego; por eso es un hombre. Esta situación no tiene género, es un problema humano. Todos nos hemos enfrentado a esto, y más ahora en una sociedad que te dice que tienes que destacar, ser tú mismo y encontrar tu voz.
Por eso algunas partes tienen un tono fársico, como la Editorial Meñique. Es un absurdo estar pensando ¿quién soy, quién quiero ser, hasta dónde quiero llegar? Y al mismo tiempo estar desconectado de la gente a tu alrededor, que es lo que le sucede a él.
—Mencionas el ego. ¿Dirías que Federico Carreño es tu alter ego, una fracción de ti misma? ¿Fue un reto hablar desde una voz masculina?
—Creo que de alguna manera siempre vas a escribir de ti mismo en todos los personajes. Ya al finalizar, siento que el libro es una exploración de todas mis facetas ante la vida. También siento que yo soy la señora de la palapa, que arregla las cosas, sirve, da de comer, que hace cosas que me permiten sobrevivir. Pero hay una parte de mí que es depresiva, que se pregunta quién es, y que me persigue siempre.
Escribir desde el punto de vista de un hombre me pareció más sencillo. En cuanto trato de escribir desde una voz femenina, se convierte en una historia sobre una mujer; tienes que explicar más cosas. Cuando escribes desde una voz masculina, es la historia de un ser humano. Yo creo que hay gran parte de nosotros mismos que no tiene género, que es nuestra postura ante la vida nada más y no surge de ser un hombre o una mujer.
—A lo largo de la trama, este personaje se encuentra con fantasmas de su pasado y existe una bifurcación con lo onírico. ¿Qué autores te han inspirado en este tema del cruce de la realidad y los sueños?
—Es algo que he visto en muchas novelas, pero esto ocurre muy claramente en uno de los capítulos de 2666, de Roberto Bolaño, donde hay un personaje que es historiador y se va a Santa Teresa, es decir a Ciudad Juárez, a vivir y ahí se encuentra un libro. De ahí se la pasa hablando páginas enteras sobre ese libro; acerca de trigonometría y cosas que no entiendes bien, pero el lector se da cuenta de que ese hombre está poniendo a su hija en peligro por no hacerle caso, pues él está embebido en el sentido de este libro. Y la urgencia y lo apremiante para el lector es pensar «¡Muévete, reacciona!».
Quería escribir algo así, parecido, pues es algo que siento muchas veces yo; que estoy muy preocupada por mi trabajo y mis personajes y lo que estoy escribiendo, etcétera, y no hago nada concreto en el mundo por otro ser humano. Y esta sensación creo que es un problema que todos tenemos ahorita: estamos viendo en el internet una cantidad de sufrimiento y estamos paralizados, metidos en nosotros mismos y tratando de arreglar nuestros propios problemas, sin salir.
—Otro eje de la novela es el mundo de editorial, de la literatura. ¿Quisiste hacer algún comentario o revisión sobre este gremio a través de tu protagonista?
—Creo que es un poco ridiculizar el éxito, no solo en las editoriales, pero sí la sensación de ganar premios y ser reconocido como si eso te hiciera pertenecer a algo, que es algo que todos estamos buscando, pertenencia, que nos quieran, y lo buscamos a través del éxito obsesivamente, a veces entregando nuestra vida a eso, y es ridículo. Al ser actriz, me ha pasado muchísimo.
Yo creo que es de los lugares donde más sucede: el actor se convierte en producto, que tiene éxito, y eso a veces te hace sentir más aislado porque en realidad es algo ajeno a ti, no tiene que ver con tu sentido de la vida. Especialmente este personaje yo creo que lo que más está buscando es contacto con otras personas, pero no lo logra. Su cabeza todo el tiempo está interpretando lo que ve, y alejando a todos de una manera cínica, pues es un tipo lleno de mucho dolor.
—»Testamento» es también la mejor versión de la vida de Federico. ¿Las autobiografías, memorias y autoficciones son una forma de replantear nuestra vida, de ser eso que no somos o que anhelamos convertirnos?
—Creo que las autobiografías suelen ser una manera de dar sentido a los recuerdos. En el caso de Testamento , como en muchas novelas de ficción, también es una manera de dar forma a la experiencia interior. Pienso en la frase de Kerouac que tengo pegada a mi refrigerador: “no tengo nada que ofrecer a nadie, mas que mi propia confusión “
—Tienes mucha experiencia en el desarrollo de guiones y ahora esta es tu segunda novela. ¿Nos puedes contar un poco acerca de las diferencias entre escribir para un producto que se traducirá al leguaje audiovisual y el proceso de creación puramente narrativo en un libro?
—Creo que sí son distintas, aunque las dos comparten una estructura narrativa, que puede ser a través de las letras o las imágenes. Sí hay puntos de inflexión, pero probablemente no sea algo muy planeado, es algo que nosotros los actores ya tenemos por todo lo que hemos visto y leído. Vas entendiendo cuando algo está aburrido y necesita entrar otro elemento, algo que despierte tu interés.
Yo escribí cuatro guiones de largometraje, me fui a unos talleres padrísimos del Sundance. Recuerdo que me costaba mucho trabajo porque tienes que meter todo en una estructura de hora y media, dos horas, y presentar sobre todo imágenes, más que diálogos, como en el teatro. Me tardaba mucho, aunque me sentía con el derecho a escribir guiones, que estaba calificada para escribirlos porque estudié actuación. Comencé estudiando letras, lo dejé, me metí a la actuación, donde sobre todo estudias acrobacia, canto, grito [Ríe], lo cual no te sirve mucho para escribir.
Empecé a escribir cuando estaba en un taller con el maestro Leñero. Escribí sobre los personajes para un guion, y él me dijo «síguete por ahí». Lo que más me gusta es que tienes una libertad increíble y al mismo tiempo eres dueño de todo lo que está sucediendo. En un guion tú no controlas todo; solo es una propuesta para algo que se realiza después. Un libro es la obra de arte cerrada, lo cual también implica el peligro de perderte, de estar cargando algo que ya no sabes bien para dónde va, si vale o no la pena, también tiene sus problemas.
Creo que vas descubriendo qué es lo que más te gusta y se te facilita a medida que vas explorando distintas maneras de escribir. Para la novela pienso visualmente, pero metida en la situación, no como si fuera una cámara. Finalmente la novela creo que es el lugar donde más puedes explorar la psique de un personaje. En cine claro que puedes trasladar eso, pero para lo que yo buscaba expresar, la literatura era el lugar, puesto que gran parte del desarrollo es su interpretación de lo que está sucediendo.
EL PANORAMA POST CONFINAMIENTO
—¿Qué piensas del papel de los libros en momentos como los que estamos viviendo? ¿Hay algunos títulos que nos puedas recomendar para las semanas de confinamiento que quedan por delante?
—Creo que la literatura durante el confinamiento y fuera de él, puede ser una manera de viajar y escaparte de lo que estás viviendo, o una manera de reflexionar acerca de tu situación. Pero ahorita no busco reflexionar, me estoy escapando todo el tiempo. No soy una lectora voraz, me gusta mucho leer y leo cuando puedo, pero no me considero una autoridad en eso.
Durante estas semanas he estado leyendo novela policiaca, como el genio Henning Mankell. Me está costando mucho leer otras cosas, pues me angustia mucho el estado del mundo y qué va a pasar con la economía. Me cuesta mucho trabajo ver noticias, las veo tantito, o leerliteratura que me lleve a mí misma. Leo cosas que me alejan de esta situación.
De autores que me gustan mucho para recomendar están Emiliano Monge, Fernanda Melchor y Valeria Luiselli. Me gusta mucho Guadalupe Nettel, de hecho tomé un curso con ella. He estado leyendo a Ibargüengoitia, ¡era una maravilla! Hay que leerlo, ¡es de una crueldad su sentido del humor!, es increíble. Por supuesto está Bolaño, me encanta, parece un genio que cambió las cosas. También, aunque te digo que no puedo entrar mucho en esas cosas, hay momentos en que leo a Coetzee, me gusta mucho los escritores muy oscuros y densos.
—¿Planeas seguir escribiendo novelas, continuarás con el guion? ¿Combinarás ambas partes en tu vida?
—La verda no sé cuáles son mis planes, estoy un poco como todo el mundo, no sé qué va pasar. Yo tengo que conseguir un trabajo para vivir, pero escribir para mí es un placer y un privilegio al que me voy cada tanto. Por eso escribo de una manera extraña, con muchas interrupciones, por lo que tengo que retomar la novela mientras hago otra cosa para vivir. Sé que voy a seguir escribiendo. Aunque no escriba para publicar, escribiré en mis diarios. Ahorita mismo estoy buscando trabajo de actriz para tener una entrada económica.
—¿Cómo pinta el futuro para las producciones en México para ti y tus colegas actores?
—Contestaré por gente de mi generación, que es con la que he hablado. La mayoría somos como clase media, entonces estamos pudiendo aguantar. El problema es que la mayoría de los actores no generamos nuestros proyectos, entonces me imagino que habrá mucho trabajo en plataformas, muchas producciones, porque lo que la gente más ha hecho es ver la tele.
Lo que me preocupa es el teatro, que es un lugar donde se pueden hacer las mejores cosas; es un espacio auténtico y de mayor libertad. Un lugar en donde realmente la gente se puede expresar sin preocuparse en que sea algo exitoso económicamente. Me preocupa mucho que no vaya haber un subsidio estatal porque creo que cualquier cosa que hagas como artista, mientras más se involucra en el mercado, más tienes que hacer concesiones para que sea un producto que funcione, que venda, y entonces se va simplificando porque tienes que agradar para que llegue a más gente. México tiene muy buen teatro justo gracias al subsidio estatal.
Lisa Dian Owen Wyckoff nació el 4 de julio de 1965 en la Ciudad de México. Creció en Xalapa, Veracruz, y fue de las actrices que participó en el taller «Solo los jueves», que impartía el periodista y escritor, Vicente Leñero; Owen debutó en 1985 en el programa de televisión Tiempo de Filmoteca y, cuatro años más tarde, en la pantalla grande con la cinta Intimidad (1989), dirigida por Dana Rotberg. Su primer trabajo como guionista fue en el cortometraje De jazmín en flor (1996).
En cuanto a largometrajes, destacan sus apariciones en Nacho libre (2006), El segundo aire (2001) y Los insólitos peces gato (2013). Owen también ha incursionado en la televisión con series como Juana Inés, Bienvenida realidad y Capadocia. Sus más recientes proyectos son los largometrajes Museo, dirigida por Alonso Ruizpalacios, y El Complot Mongol, de Sebastián del Amo.