Un recuento de los eventos políticos que han sido motivo de escarnio y como estos han impactado en la estabilidad social y económica de México, en la visión de que como nunca el pueblo está enojado y que algo debe cambiar en 2018
Ciudad de México, 6 de mayo (SinEmbargo).– Julio Hernández “Astillero” escribe desde hace tiempo una columna en La Jornada, el diario de sus afectos y al que dirige en San Luis Potosí.
Nacido en 1954, hace ya mucho tiempo que ha dedicado sus acciones y pulsiones al periodismo, en un país que como México ha sabido atacar a los periodistas contestatarios, pero también ha sabido cómo hacer frente a un cargo político.
En marzo de 2017 le fue entregada la medalla de la Fundación John Reed por su trabajo periodístico durante el año anterior y la revista Forbes lo nombró en 2015 tercero en la lista de los periodistas más influyentes en Twitter.
Ha publicado en 1997 Las horas contadas del PRI (Editorial Grijalbo, 1997), dando muestra de haber sido fundador de La Jornada, pero también presidente del PRI en San Luis Potosí y dirigente nacional con Luis Donaldo Colosio.
Hoy escribe Encabronados (Planeta, 2017), un recuento de los eventos políticos que han sido motivo de escarnio y como estos han impactado en la estabilidad social y económica de México.
Es hora de exigir a los políticos que ya agitan sus aspiraciones a la presidencia del 2018, respuestas y propuestas verdaderas para la crisis que estamos viviendo es lo que se plantea el autor, a partir del “gasolinazo” y pasando por los 43, que todavía siguen doliendo.
“Es imprescindible convertir el encabronamiento en organización y acción, desmontar el discurso simplista y desechar las expectativas mágicas y caudillistas”, dice Julio Hernández en un libro que desparrama furia por los cuatro costados.
–Este país tiene muchas excusas para estar encabronado. Tú lo has subido a una categoría política, ¿es así?
–Es algo así como la etapa superior del hartazgo mexicano. El encabronamiento va por más, la gente está encabronada y se percibe algo distinto. El encabronamiento sería una expresión de que ya no hay más viabilidad del sistema político mexicano. Por más esfuerzos que se hagan y por más expectativas que se ofrezcan, pareciera que en estos momentos los discursos y las propuestas encabronan más a la gente, porque muchas veces parecen una sublimación del cinismo, de la irresponsabilidad. Cada vez que los políticos comparecen ante la opinión pública mediante conferencias, cadenas nacionales del Presidente Enrique Peña Nieto, aumentan el encabronamiento. Porque la gente no les cree, la gente cree que son mentirosos. Hubo un tiempo en que el PRI intentaba mantener lo que se llamaba “paz priísta”, una paz de tutelaje, de apoyos asistenciales, como que los políticos trataban de mantener esa paz para que ellos pudieran seguir adelante hacía la cúspide del sistema, pero ahora no, ahora se vive cinismo, corrupción, injusticia, predominio del narcotráfico y una percepción generalizada de que la clase política de hoy no sirve para nada.
–Tú señalas razones para el encabronamiento actual, pero me da la sensación de que el encabronamiento viene antes de Enrique Peña Nieto
–Sí, es cierto. Yo empiezo por el “gasolinazo”, que fue un hartazgo muy llamativo y que terminó como algo que parecía efímero. Hubo un gran enojo, hubo mucha movilización, pero finalmente no pasó nada. Lo del enojo por la visita de Donald Trump, que generó verdadero encabronamiento cuando se le abrieron las puertas de Los Pinos. Pero en el mismo libro trato de recorrer desde dónde viene el camino de la corrupción: desde Carlos Hank González cuando dijo aquello de que no hay un político pobre sino un pobre político, desde la expectativa del gobierno de Miguel Alemán, la corrupción institucionalizada, el paso de José López Portillo y su colina del perro, como el ejemplo de la mansión regalada por uno de sus subordinados que fue el propio Carlos Hank González y el hecho de que hay en el sistema político un hecho natural hacia esa corrupción. El hecho de que la construcción del poder político hoy se realiza a partir del dinero que entra por las vías de prerrogativas que es una forma de pervertir desde mi punto de vista la propia actividad política. Todo el mundo dedicado al gran saqueo, que viene desde mucho tiempo atrás, lo que hoy vemos es una gran acumulación de todo lo que venimos padeciendo en la historia.
–¿Cómo resolver ese tema?
–Lo que me preocupa es que no hay una construcción política desde abajo. No hay organización para la lucha y para el cambio político. La energía electoral de los mexicanos se ha consumido ya a lo largo de varias décadas. Desde 1988 hasta la fecha, elección tras elección. De un fraude electoral a la siguiente elección, donde también hay fraude, hasta la siguiente elección, donde también hay fraude. Mi temor es que en las elecciones de 2018, si no hay las condiciones el triunfo de la izquierda, va a haber un retroceso muy grande en materia de derechos para los mexicanos.
–A la izquierda siempre la han frenado, ¿por qué no será así en 2018?
–Sí. A mí me parece que en el 2006, cuando hubo el primer fraude electoral contra Andrés Manuel López Obrador, fue el momento más alto de la disposición de la gente para lograr que viniera el cambio. Hubo gente muy dispuesta a hacer algo más que un plantón en Reforma: huelgas a nivel nacional, había quienes proponían huelgas de hambre a lo largo de todo el país, movilizaciones más intensas, sin embargo hubo medidas disuasivas para que se calmaran los ánimos y convocar a la siguiente elección. Si hoy me preguntaras quién va a ganar las próximas elecciones te diría que Andrés Manuel López Obrador en urnas, con una diferencia notable, pero eso no quiere decir que no haya intento de fraude. Va a haber muchos factores externos, uno de los cuales, Donald Trump va a meter la mano en México, así como nosotros nos metimos en las elecciones de los Estados Unidos, con marchas y protestas hacia su mandato. Va a estar el factor de los muchos intereses económicos trasnacionales, suscriptos por Peña Nieto, sobre todo los energéticos que ya son irreversibles. ¿Qué va a pasar con López Obrador si gana? ¿Va a independizar la gasolina? No va a poder. Vamos a tener que respetar los acuerdos para no salirnos del sistema y Andrés Manuel López Obrador es un hombre que tiene muchos rasgos conservadores. No es tan de izquierda como dice. Si esos acuerdos no se respetan, no se va a reconocer el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, que yo creo que se va a dar, se va a militarizar mucho más la sociedad mexicana y se van a cerrar mucho más la vida política.
–Muchos van a votar a Andrés Manuel López Obrador pensando que va a liberar la gasolina…
–Va a tener que decir que no, porque hay condicionantes económicas que hay que cumplirlas. De hecho, López Obrador ha ido menguando su propuesta, preocupante desde mi punto de vista, hablando de la amnistía generalizada, que es una forma de ir ablandando, de ir suavizando y de ir preparando para que la gente vea que no se puede lograr todas las cosas que se propone. Como tal lo digo en el libro, estaremos en presencia de lo que yo llamo reformismo clientelar, de algo cercano a la izquierda, pero que no es izquierda total. Andrés Manuel López Obrador no es un hombre de izquierda. Es un hombre reformista, con honestidad personal, un hombre con gran convocatoria social, pero él en el fondo tiene muchos matices conservadores, que no quiere cambiar ni derrumbar este sistema. Sólo quiere mejorarlo para arreglar los aspectos que están mal
–El encabronamiento que tú marcas el más importante es el de Duarte, ¿sí?
–Sí, pero el mayor enojo de los mexicanos es el asunto sobre los 43. Es inconcebible estar en México, en el siglo XXI y que desaparezcan 43 personas y que el Estado no sepa dónde están. El otro caso que concitó el encabronamiento general fue el de la Casa Blanca, mayor desfachatez, mayor descaro no pudo haber. No por el monto de lo que cuesta la Casa Blanca, sino por la manera en que Peña Nieto procesó este asunto, nombrando a su bufón Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública, la esposa teniendo que hacer una declaración a los medios…todo eso llevó a esto que llamo encabronamiento. A nosotros como periodistas, cada hecho hubiera llevado una portada, pero es tanto lo que pasa que se produce una acumulación, algo a lo que no puedes reaccionar.
–Ya que hablaste de los periodistas, deja un tendal de periodistas asesinados, desaparecidos, perseguidos, Peña Nieto, ¿verdad?
–Sí, no sólo periodistas, defensores de los derechos humanos, activistas en distintas causas sociales por todo el país, porque Peña Nieto ha permitido que los peores ejecutores de la política se hayan mantenido en lo alto y permanezcan impunes. Ni modo que digan que no sabía lo que pasaba con Javier Duarte en Veracruz. Lo de César Duarte en Chihuahua es inconcebible. Otro gobernante priísta y saqueador. Pero si hoy hacemos un análisis la mayoría de los gobernadores cometen actos parecidos a los de Javier Duarte de Ochoa o a los de César Duarte. Hoy la gente sabe que no hay policía, que no hay autoridades, que no hay gobierno que los proteja. Cada quien sale cada día pensando en que no va a verse involucrado en algún hecho que luego lo haga tener que ir a declarar al ministerio, porque sabes que entras en un torbellino de consecuencias imprevisibles.
–Hay gente que está pensando en la pena de muerte, sobre todo por este hecho ocurrido ayer en Puebla…
–Que mataron al bebé, violaron a la hija y a la esposa…El problema con la pena de muerte es que aun cuando viéndolo de manera individual resulta positiva, todo lo que está implementado por un Estado corrupto resulta peor. Si tenemos a infiltrados por el crimen organizado, a jueces, a policías, a comisarios, matarás a los más débiles y perdonarás a los que forman parte de la élite.
–¿Para qué este libro?
–El libro trata de contribuir a algo que es urgente: un debate de las ideas en forma urgente y para que el que llegue en 2018, sea Andrés Manuel López Obrador o sea el que sea, encuentre frente a él un estado social que discuta, que no permita que las cosas sucedan porque sí. Entre los mexicanos nadie va a caer desde lo alto para que nos cambie todo gratuitamente. No es así. Lo que hemos acumulado de errores en México requiere operaciones profundas, dolorosas, que no son de la noche a la mañana.