Los entrenamientos libres para el tercer Gran Premio del año arrancarán este viernes y se completarán el sábado, horas antes de la calificación que ordenará la formación de salida de la carrera dominical, cuyo arranque está previsto una hora antes.
Por Adrián R. Huber
Madrid, 6 de abril (EFE).- Ferrari, la escudería más laureada de la Fórmula Uno, llega al «recuperado» Gran Premio de Australia, que se disputa el próximo fin de semana en el remozado circuito semiurbano de Albert Park, en Melbourne, copando ambos lideratos: el del monegasco Charles Leclerc, en el Mundial de pilotos; y el que éste ocupa junto al español Carlos Sainz en el campeonato de constructores.
Leclerc, de 24 años, ganador de la prueba inaugural, en Baréin; y segundo hace dos domingos en Arabia Saudí -donde se impuso el neerlandés Max Verstappen (Red Bull), último campeón del mundo- lidera el Mundial con 45 puntos, doce más que Sainz -segundo en Sakhir y tercero en el circuito urbano de Yeda-, junto al que encabeza el campeonato de constructores, con 40 de ventaja sobre Mercedes: ganadora de los últimos ocho; y que, según se desprende de las dos primeras carreras del año, parece no haber dado aún con la tecla que le permita volver a optar a victorias.
Sainz, de 27, quinto en el pasado Mundial -que su compañero acabó séptimo- arrancó de forma notable el primer campeonato de la ‘nueva era’, con dos podios que elevaron a ocho su relación de ‘cajones’ en la categoría reina y a seis los que cuenta desde que pilota para la «Scuderia». Pero el piloto madrileño no salió contento del todo de ninguna de las dos primeras pruebas, sin haberse adaptado aún por completo al nuevo monoplaza; pero con la certeza, no obstante, de que el coche le puede deparar numerosas alegrías.
En Australia reventó por los aires el posteriormente reconfigurado Mundial de 2019, a causa de la pandemia de la COVID-19. Melburne, que iba a acoger, en marzo de ese año, la primera prueba del campeonato, acabó cancelándola poco antes de que hubieran arrancado los entrenamientos libres, con todos los equipos desplazados a Oceanía y después de que comenzasen a producirse los primeros positivos por coronavirus. Una circunstancia que obligó a no pocos a salir rápidamente del país, para evitar quedarse confinados en ‘Down Under’.
Ese Mundial, que acabó disputándose con un calendario reducido y fortísimas restricciones sanitarias, concluyó con el séptimo título con el que igualó el récord histórico del alemán Michael Schumacher el inglés Lewis Hamilton (Mercedes); al que destronó el año pasado, en un final no exento de polémica -en la última vuelta de la última carrera, en Abu Dabi-, Verstappen, de 24 años (trece menos que el anterior), que hace dos domingos firmó su vigésima primera victoria en la F1, en Yeda. En un Gran Premio convulso en el que hubo un atentado, un amago de plantón de los pilotos y un accidente espectacular -por fortuna sin mayores consecuencias- de Mick Schumacher, el hijo del ‘Kaiser’; y que se resolvió a favor de la joven estrella neerlandesa en el tramo final, en el que relegó al segundo puesto a Leclerc.
Hamilton -que también posee los récords históricos de ‘poles’ y victorias en la categoría reina (103, en ambos casos)-, no pasó del décimo hace dos domingos en Yeda, tras dar por bueno el tercer puesto de Baréin, que le permitió añadir otra plusmarca a su lista: ser el único con al menos un podio en 16 temporadas seguidas (las 16 que lleva en la F1). En espera de tiempos mejores, el excéntrico y espectacular campeón de Stevenage, el piloto más exitoso del pasado decenio, se relajó haciendo paracaidismo antes del tercer Gran Premio de la temporada.
Sergio Pérez, compañero de «Mad Max», había firmado en Arabia la primera ‘pole’ de toda la historia para México; antes de resultar claramente perjudicado por la entrada en pista de un coche de seguridad -justo cuando había efectuado su entrada en boxes- que le obligó a conformarse con un cuarto puesto, cuando apuntaba de forma clara a la que hubiese sido su tercera victoria en la F1.
«Checo», de 32 años, cuarto el año pasado y que cuenta quince podios, afronta su duodécima temporada en la categoría reina, la segunda en la escudería austriaca. El bravo piloto tapatío, que también tuvo muy mala suerte en Baréin, donde se retiró en la última vuelta cuando rodaba tercero, es séptimo en el Mundial: con doce puntos, trece menos que su compañero neerlandés; que es tercero, por delante de los dos Mercedes -el de George Russell (22) y el de su compatriota Hamilton (16)- y del francés Esteban Ocon -compañero del español Fernando Alonso en Alpine-, que ocupa el sexto puesto del certamen, con 14 unidades.
El doble campeón mundial asturiano, que en 2006 -el año que revalidó título, con Renault- logró en Australia una de sus 32 victorias en la F1 (las 32 que cuenta España a lo largo de toda su historia), también vivió, diez años después, uno de sus más grandes sustos en Albert Park; donde salió despedido por los aires con su McLaren, dando una vuelta de campana tras tocar, a más de 310 kilómetros a la hora, el Haas que pilotaba entonces el mexicano Esteban Gutiérrez. El accidente fue escalofriante, pero, por fortuna, ambos salieron totalmente ilesos del mismo.
Alonso, de 40 años, noveno en Sakhir -donde anteriormente se había impuesto en tres ocasiones- y que abandonó, cuando rodaba con buen ritmo, por un problema de motor, en Yeda, salió de Arabia afirmado, no obstante, que «las sensaciones son mejores que los resultados». El de Oviedo sólo suma dos puntos, que, de momento, le sitúan en la decimotercera posición del torneo.
Los entrenamientos libres para el tercer Gran Premio del año arrancarán este viernes -la noche del jueves al viernes, en términos centroeuropeos- y se completarán el sábado, horas antes de la calificación que ordenará -a partir de las ocho de la mañana, en horario peninsular español (06:00 horas GMT)-, la formación de salida de la carrera dominical, cuyo arranque está previsto una hora antes.
El suministrador único de neumáticos optó por una elección poco habitual para este Gran Premio, que se disputa en un circuito de 5.303 metros, con 16 curvas -10 a la derecha- y que estrena un trazado mucho más rápido que el anterior. «Este año el trazado es nuevo, así que será interesante ver cómo se comporta esta nueva generación de coches en él», comentó ‘Checo’ Pérez antes de volver a pilotar en el remozado Albert Park.
En Melbourne se rodará con los compuestos C2 (duro, reconocible por la raya blanca) y C3 (medio, raya amarilla), pero en lugar del C4, Pirelli eligió el C5 (blando, roja), que apunta a ser la elección para la calificación, pero que probablemente sea poco o nada útil para la carrera; prevista a 58 vueltas, para completar un recorrido de 307 kilómetros y medio.