Kirk fue buen estudiante, a pesar de que comenzó a trabajar desde niño, y gran atleta, pronto se sintió atraído por el mundo de la actuación y, después de hacer sus primeros pinitos en el instituto, decidido convertirse en actor. Consiguió una beca en la Academia Norteamericana de Arte Dramático de Nueva York -donde conocería nada más y nada menos que a Lauren Bacall- y cambió su nombre por el de Kirk Douglas para poder abrirse camino en aquellos años marcados por un fuerte antisemitismo.
Madrid, 6 de febrero (EuropaPress).– Issur Danielovitch Demsky, el verdadero nombre de Kirk Douglas, nació el 9 de diciembre de 1916. Hijo de un trapero, un hombre que recogía ropa y chatarra de las calles para revenderla, su familia, unos campesinos bielorrusos de origen judío, se establecieron en Amsterdam, una pequeña ciudad del Estado de Nueva York famosa por la fabricación de alfombras.
Buen estudiante, a pesar de que comenzó a trabajar desde niño, y gran atleta, pronto se sintió atraído por el mundo de la actuación y, después de hacer sus primeros pinitos en el instituto, decidido convertirse en actor. Consiguió una beca en la Academia Norteamericana de Arte Dramático de Nueva York -donde conocería nada más y nada menos que a Lauren Bacall- y cambió su nombre por el de Kirk Douglas para poder abrirse camino en aquellos años marcados por un fuerte antisemitismo.
Llegó a Hollywood en 1945 para rodar a las órdenes de Lewis Milestone El extraño amor de Martha Ivers. Como él mismo ha recordado varias veces, atravesó el país en tren desde Nueva York estudiando un papel equivocado. Pensaba que su personaje era el que debía interpretar Van Heflin, el protagonista del filme junto a Barbara Stanwyck, cuando, en realidad, había sido contratado como actor de reparto.
TRES NOMINACIONES Y UN ÓSCAR DE HONOR
En 1950 recibió su primera nominación a los Óscar por El ídolo de barro (1949), un filme dirigido por Mark Robson. Poco después interpretó a un atormentado músico de jazz en El trompetista (1950) de Michael Curtiz junto a Lauren Bacall y después se puso a las órdenes de Billy Wilder para encarnar a un periodista sin escrúpulos en El gran carnaval (1951).
Interpretó a un despiadado productor de cine en Cautivos del mal (1952) junto a Lana Turner, papel que le valió su segunda nominación a los Óscar. Se convirtió también en Van Gogh en El loco del pelo rojo (1956), su tercera candidatura a los premios de la Academia. Después llegarían otros grandes títulos como Duelo de titanes (1957) junto a Burt Lancaster, Senderos de gloria (1957) a las órdenes de Stanley Kubrick, El último atardecer (1961) de Robert Aldrich y Los valientes andan solos (1962).
Antes protagonizó la primera película de imagen real de Walt Disney, la adaptación de la mítica novela de Julio Verne 20 mil leguas de viaje submarino (1954) y en 1959, como productor de Espartaco, desafió a la Caza de Brujas del macartismo e incluyó en los títulos de crédito el nombre de Dalton Trumbo, el guionista proscrito hasta entonces por su filiación comunista. Un gesto cargado de valentía y simbolismo que supuso el principio del fin de las listas negras en Hollywood.
Illusion (2005), donde encarnaba a un exitoso director de cine que se enfrentaba a la muerte, fue su último papel. «En esta vida he aprendido una cosa que quiero compartir con todos. Nunca te rindas», afirmó en 1996 en su discurso de agradecimiento cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió un Óscar honorífico por toda su carrera para intentar enmendar la injusta ausencia de estatuillas en el palmarés de uno de los grandes iconos de la historia del cine.