El perro perseguía a una presa cuando cayó en el interior hueco de un roble y nunca pudo salir de ahí.
Ciudad de México, 6 de febrero (SinEmbargo).- Un perro cayó en el interior de un árbol en Georgia, Estados Unidos, durante la década de 1960, y al no poder salir, falleció en el sitio. Sin embargo, su historia no terminó ahí, ya que su cuerpo se preservó naturalmente hasta convertirse en una momia.
El cadáver canino fue descubierto por unos leñadores en los años 80 cuando cortaron la parte superior del roble. En el interior del tronco sobresalía la cabeza del perro que aún contaba con su pelaje marrón con blanco.
El sabueso se encontraba petrificado con una postura que indicaba que había estado luchando por salir del tronco. La momia del animal fue entregada al museo local Southern Forest World, donde el canino fue llamado «Stuckie».
«Es un perro de caza, así que supusimos que estaba persiguiendo algo en el árbol», dijo a Newsweek Bertha Sue Dixon, directora del espacio.
Desde que llegó al museo, el canino se ha convertido en la atracción estrella del espacio. «Stuckie» es protegido por una vitrina donde continúa preservado en las mismas condiciones como si sobre él no pasara el tiempo.
De acuerdo con expertos del museo, el cadáver del perro logró preservarse de esta manera gracias a las propiedades de la madera. La antropóloga Kristina Killgroove de la Universidad de West Florida, experta en descomposición en seres humanos indicó a Newsweek que la madera del roble posee un químico llamado tanino, que es utilizado a menudo para preservar pieles de animales, ya que es un desecante natural.
A esto se sumó el ambiente de poca humedad que detuvo la actividad microbiana. Pero esto no fue el único factor que contribuyó en la momificación de «Stuckie». La posición y la forma del árbol permitió que el aire soplara hacia arriba lo que evitó que el cuerpo desprendiera olores que alertaran a carroñeros de su presencia.
Perros momificados también se ha encontrado en México. Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron en el 2012 el cuerpo de un perro de 42 centímetros de longitud, en la Cueva de La Candelaria, en Coahuila.