Los restos de la mujer fueron hallados en 2014 en el yacimiento arqueológico de La Almoloya, en el sureste de España, enterrados en una gran jarra de cerámica junto con una diadema de plata y otros objetos de gran valor.
Ciudad de México, 5 de diciembre (RT).- Una mujer «poderosa, tal vez incluso aterradora», enterrada a mediados del siglo XVII a. C. con una diadema de plata en lo que probablemente era un antiguo palacio de la España de la Edad de Bronce obtuvo recientemente un rostro reconstruido que la muestra con una expresión serena y unos enormes pendientes de aro.
Utilizando el cráneo parcial y las joyas del enterramiento encontrados en el yacimiento arqueológico de La Almoloya (Murcia), cuyo descubrimiento fue anunciado el pasado mes de marzo, la ilustradora científica Joana Bruno recreó digitalmente el rostro de la mujer, así como los de otros sepultados en el lugar.
«El mayor reto de esta reconstrucción facial fue que la parte superior de su cráneo no sobrevivió a los años», explicó esta semana a Live Science la artista, quien colaboró con los especialistas de la Universidad Autónoma de Barcelona. «Por suerte, la diadema se encontró en su sitio, alrededor de su cabeza, así que eso nos da alguna medida de su cabeza, pero aun así fue un reto», agregó.
La identidad de la mujer intrigó a los científicos desde que los arqueólogos encontraran en 2014 sus restos, junto con los de otro hombre, en una gran jarra de cerámica. Su lujoso ajuar funerario, que incluye pulseras, anillos y un tipo especial de corona, similar a una diadema, entre otros objetos, es de calidad superior y tiene más valor que los bienes enterrados con el varón, según explicaron previamente los investigadores. Tal vez estas riquezas indiquen que la mujer era más poderosa que su compañero de entierro, sobre todo teniendo en cuenta que ella murió a una edad más avanzada que él y que fue enterrada con bienes valiosos.
Bruno detalló que el hecho de que decidiera recrear digitalmente el rostro de la mujer se debió en parte a la impresionante conservación de muchos de los habitantes originales del lugar. «La Almoloya es una cápsula del tiempo fascinante», dijo. «Y, dado que el ADN puede decirnos más sobre su parentesco, también es una oportunidad para ver si estos rostros presentan de alguna manera rasgos similares que podrían insinuar esas relaciones compartidas», señaló.
¿CÓMO SE RECONSTRUYÓ EL ROSTRO?
Antes de llevar a cabo cualquier reconstrucción virtual, los antropólogos limpian, estabilizan y estudian el esqueleto del difunto para determinar el sexo de la persona, la edad de su muerte, su estado de salud general y otras características. «Esta información siempre se tiene en cuenta a la hora de realizar la reconstrucción del rostro», apuntó Bruno. En el caso de esa mujer de la civilización argárica, murió entre los 25 y los 30 años y tenía varias afecciones congénitas, como la falta de una vértebra del cuello y una costilla.
A continuación, la artista tomó medidas específicas del cráneo y realizó un escaneo láser del cráneo y la mandíbula inferior. «El escáner láser me permite trabajar con una réplica digital del original y minimizar la manipulación de los huesos, que son objetos frágiles», explicó.
Luego la ilustradora científica estimó la posición de los rasgos faciales, como los ojos, la nariz y la boca, y determinó el grosor de los tejidos. «Al hacer esto, empiezo a ‘mapear’ la superficie de la piel y, capa a capa, empieza a surgir un rostro», dijo, señalando, que, sin embargo, tuvo que hacer algunas conjeturas. Para indicar qué huesos no sobrevivieron, Bruno los representó en gris y transparente en un video que muestra el proceso de reconstrucción.
«ESTOS HUESOS QUE AHORA VEMOS ERAN PERSONAS REALES»
Todo el proceso y la colaboración de Bruno con los antropólogos pone de relieve «la capacidad de estimar y ‘reconstruir’ las partes del esqueleto que faltan con la mayor precisión posible y sin dañar el original», subrayó a Live Science Cristina Rihuete Herrada, profesora de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona, que participa en la investigación. «Gracias al escaneo láser en 3D de las joyas, Joana ha podido mostrarnos el impresionante brillo de esa mujer», agregó.
Actualmente, la artista está creando reconstrucciones arqueológicas de otras personas de La Almoloya y de El Argar, un yacimiento arqueológico en la vecina provincia de Almería. «Es importante ser conscientes de que estos huesos que ahora vemos eran personas reales, con sus propios dramas domésticos, que se reían cuando alguien contaba un chiste, que cuidaban de sus seres queridos y que vivían en un mundo muy diferente al nuestro», concluyó.