México y Estados Unidos intercambian un millón de dólares por minuto, una estrecha relación comercial que podría cambiar a partir del próximo martes, cuando se conozca quién tomará las riendas de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años. El candidato republicano Donald Trump ha incorporado en sus arengas la renegociación del TLCAN con el supuesto fin de garantizar el trabajo a los estadounidenses. Mientras, para Hillary Clinton, contendiente demócrata, todo parece ser silencio sobre este tema. Aunque el empresario automotor Dennis Williams ha declarado que la candidata le confirmó que sí revisaría este tratado que incluye a ambos países y Canadá. ¿Se avecina un cambio en las fronteras comerciales?
Ciudad de México, 5 de noviembre (SinEmbargo).– El futuro comercial de México tomará un nuevo giro el próximo martes, cuando se lleven a cabo los comicios para elegir al nuevo Presidente de Estados Unidos, el país con la economía más grande del mundo. Rossana Fuentes, analista y fundadora del Mexico Media Lab, aseguró que Donald Trump es una anomalía política en los Estados Unidos, al negar los beneficios de la relación comercial con México.
“Ha dejado en claro que hay mucha gente que no se siente representada, tanto en Estados Unidos como en el mundo, en los proyectos de apertura comercial. Creo que lo que falta para ellos también es información”, explicó la especialista en una charla con SinEmbargo.
Acostumbrado a alardear sobre su capacidad para hacer negocios y la ostentación de una fortuna, de 3.7 mil millones de dólares, el magnate de Nueva York Donald Trump puso en jaque la relación comercial entre México y Estados Unidos al asegurar que renegociaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigor desde 1994.
El TLCAN propició la creación de una zona de libre comercio con la eliminación de barreras arancelarias. Pero para el magnate significa un acuerdo en el que los mexicanos se han beneficiado más que los estadounidenses.
«Es un desastre. Nosotros lo vamos a renegociar o lo vamos a romper. Porque, ustedes saben, todo acuerdo tiene un final. Todo acuerdo tiene que ser justo. Todo acuerdo tiene que tener una cláusula de fraude. Hemos sido defraudados por todos estos países”, dijo Trump, durante una entrevista con la cadena televisiva CBS, el 25 de septiembre del año pasado. Un discurso que ha mantenido a la fecha.
Por su parte, la candidata Hillary Clinton ha sido más reservada sobre este tema. No se ha pronunciado a favor de revisar nuevamente el tratado que firmó su esposo Bill Clinton en 1993, cuando fue Presidente de ese país.
México exportó a los Estados Unidos 145 mil 902 millones de dólares en el primer semestre de este año, esto es 614 por ciento más que un año previo a que entrase en vigor el TLCAN.
«A nivel nacional el TLC para el campo mexicano es de claroscuros, porque a la par del éxito exportador de los cultivos emergentes, también se observa el deterioro de las condiciones laborales de los campesinos y la persistencia de la economía de la subsistencia», dijo el economista Gerardo Coutiño, de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH).
El incremento también se dio en las importaciones que hace México a su vecino del norte, que en los primeros seis meses del año ascendieron a 86 mil 528 millones de dólares; 46 por ciento más que en 1993.
Sin embargo, el saldo no ha sido precisamente favorable para el país latinoamericano, como ha querido hacer ver Trump: «El campo y las zonas rurales estaban ya atrasadas antes del TLC. Pero ha ahondado la desigualdad. Mientras las zonas de riego sobre todo del norte del país se han modernizado con cultivos emergentes, el campo chiapaneco -que tiene una estructura minifundista con cultivos tradicionales- se sigue atrasando»,explicó el profesor de la UACH.
En entrevista con SinEmbargo Rossana Fuentes detalló qué posibilidades hay de cambiar este tratado, y qué está por definirse el próximo 8 de noviembre para México.
—Durante la campaña ha habido discursos de renegociar el TLCAN. ¿Es posible?
—Los acuerdos comerciales son negociados de manera integral; abrirlo, renegociarlo, es imposible. Lo que se puede hacer, y seguramente se hará, es tener agregados, incisos referentes a elementos nuevos.
—¿Cómo afectaría un cambio en el TLCAN a México?
—Para renegociar se tendría que descartar, y eso sería un suicidio. Estoy convencida que nadie lo quiere. Se pueden hacer addendums al Tratado. De hecho Bill Clinton, al Tratado que ya se había negociado con George Bush [padre] y que había aprobado el Congreso, le hizo modificaciones en dos aspectos: uno, el aspecto laboral, y dos, un aspecto de medio ambiente. Y hoy se vuelve a hacer algún addendum para mejorar el Tratado. Eso es posible. Lo otro para la propia economía de los Estados Unidos representaría un desafío enorme. Yo creo que los propios republicanos, y los propios empresarios estadounidenses le dejarían claro [a Trump] que suicidarse no es la mejor manera de hacer políticas públicas.
—¿Es necesario que se modifique el TLCAN?
—En 1994 la economía era otra a lo que es hoy. Entonces, es deseable tener algunos agregados y puestas al día de un instrumento que tanto para Estados Unidos como para México ha sido muy útil. A Estados Unidos le ha permitido elevar su competitividad internacionalmente, y a México su competitividad para un comercio que, a mi juicio, está demasiado concentrado en Estados Unidos.
—¿Es contradictorio con las políticas de Estados Unidos buscar fortalecer las fronteras comerciales, en especial con México, cuando ellos antes promovieron en el mundo que éstas se abrieran?
—La política estadounidense oscila entre el aperturismo y el aislacionismo desde que ese país se fundó. Donald Trump es una anomalía política, en tanto que el partido que él representa históricamente fue un partido por gran respeto por el comercio internacional. Pero hoy esa apertura de abrir el mercado no encuentra representantes. Lo que está haciendo Trump es simplemente predicar para el foro de los enojados. Lo que importa y lo que es positivo de esta anomalía es que ha dejado en claro que hay mucha gente que no se siente representada tanto en Estados Unidos, como en el mundo, en los proyectos de apertura comercial. Creo que lo que falta para ellos también es información, además, de formación. Hay una nostalgia por formas de organización y producción previas al último cuarto del siglo XX, previo a la época de la apertura comercial, que no van a regresar.
— ¿Es un viaje de no retorno?
—Es como pedir que las mujeres no estén en la fuerza laboral, eso no va a suceder, pero hay quienes quisieran no ver a una candidata mujer compitiendo, con todas las posibilidades reales de ganar, en la contienda electoral estadounidense; que quisieran que no hubiera un negro gobernando en Estados Unidos, y que quisieran que les regresaran un mundo blanco, patriarcal y cerrado. Eso no va a suceder.
— ¿Cómo influye esto en los hispanos?
— Si algo tiene útil la candidatura de Donald Trump es que hace consientes a los hispanos de lo necesario que es empadronarse y que vayan a votar. Porque nadie que haya escuchado de cómo se refiere él a sus ancestros puede estar tranquilo. El ataque al Juez Curiel es racial y es inaceptable. El ataque a cualquier mexicano, la mayoría no estamos fuera de la ley, es inaceptable.
—¿Hay matices en la elección de Clinton o Trump en cuanto a las consecuencias que tendría uno u otro candidato en la relación comercial México y Estados Unidos?
—Claro que hay matices. Hillary Clinton no es una candidata que esté en contra del libre comercio. Es una candidata mucho menos temperamental que va a trabajar con la división de poderes. En Estados Unidos, aún si ganara Trump, la división de poderes tendrá que prevalecer. Pero Hillary Clinton es una profesional y para mí una profesional de la política no es un adjetivo descalificador sino al contrario: es una mujer que se ha preparado toda su vida para gobernar. Erigir un muro es un absurdo, porque es una frase electorera, y es digna del que la pronuncia, porque el comercio y la inversión de los dos lados hace más fuertes a nuestros países.
— En materia migratoria, con Obama se rompieron los récords de deportación de mexicanos. ¿Aún si Clinton sigue esta línea de deportación, es más favorable que gane ella y no Trump para las connacionales en Estados Unidos?
— No me queda ninguna duda que para los mexicanos con o sin papeles es mejor que gane Hillary Clinton a que gane Donald Trump.
— ¿Y cree que los mexicanos allá lo entienden así? Porque hay quienes están apoyando a Trump.
— Hay gente que apoya al Partido Republicano, que hoy es representado por un señor que no abraza ningún respeto por los mexicanos y habría que pensar por qué lo están apoyando, este análisis que no es político, sino psicológico, porque apoyan al que los odia, pero el Partido Republicano como tal no es una opción negativa para los hispanos. Los hispanos son conservadores sociales y el Partido es conservador social, en sus orígenes y en su raíz es un partido de la cultura del esfuerzo y de los pequeños negocios. Y los hispanos son, muchos de ellos, miembros de clases en las que el pequeño negocio les permite el ascenso social. Son mucho más cercanos al Partido Republicano, porque el Partido Republicano habla de los valores de las familias y para muchas familias conservadoras hispanas eso es importante.
— Si las deportaciones masivas continúan como con la actual gestión de Obama, ¿cree que tendremos capacidad de reinsertar laboralmente a los connacionales?
— Yo no veo que haya una deportación masiva. Y creo [respecto a la elección del martes] que al final de cuentas es como diría Winston Churchill: “Hay que confiar en que Estados Unidos hará lo correcto, una vez que agote todas las otras opciones”. Lo dijo cuando estaban esperando que entrara a la Segunda Guerra Mundial, se había tardado y crecía el nazismo. Al final hizo lo correcto.