El violín, un instrumento tradicional e imprescindible en lo que se considera música seria, inevitable en el tango, también ha sabido hacerse espacio en la música popular como un elemento que puede trascender las fronteras del acompañamiento
Ciudad de México, 5 de octubre (SinEmbargo).- Nadie haría en el rock o en el pop la lista de los 10 mejores violinistas, acostumbrados como estamos a la preeminencia de la guitarra, el bajo o la batería.
Sin embargo, desde hace tiempo ya, el violín ha salido de las cuatro paredes del estudio y abandonado en muchos casos su rol secundario como instrumento de acompañamiento.
La vitalidad y el discurso atrapante y sensual de este pequeña caja de sonido han dado a lo largo del siglo XX grandes solistas que causaron sensación en escenarios dedicados a la música popular, entre ellos la canadiense Vanessa Mae y el estadounidense Joshua Bell, quien a pesar de transitar un repertorio clásico se ha hecho muy conocido al tocar de incógnito en las estaciones de tren de Washington y Nueva York.
En nuestros días, refulge en todo el mundo el libanés Ara Malikian, una de las figuras estelares en el Festival Internacional Cervantino, de cuyo escenario partirá para presentarse en algunos puntos de la República Mexicana.
Se trata del artista nacido en Beirut en 1968, aunque radicado en España, donde desarrolló toda su carrera. Considerado uno de los más virtuosos violinistas de su generación, Malikian no se caracteriza por la economía del lenguaje musical.
Más bien su expresionismo estridente es lo que lo ha convertido en un gran innovador del instrumento, tal vez no demasiado bien visto por la ortodoxia, un hecho que no le impide llevar a cabo más de 450 funciones anuales en más de 40 países, como informa la cartelera que anuncia su concierto el próximo 13 de octubre en el Auditorio Telmex de Zapopan, Jalisco.
Con más de 40 discos grabados, su repertorio es vasto y diverso, incluye el flamenco y músicas asiáticas y expresa una larga relación con el violín, desde que cuando tenía cuatro años de edad, su padre le puso un instrumento en las manos.
“Dejé el Líbano a los 15 años y solo sabía tocar el violín. Era algo natural y lógico para mí el saber que tendría que tocar el violín para ganarme la vida. ¿Qué es lo más difícil de tocar este instrumento? Emocionar a la gente. Es muy complicado tocar a la perfección porque requiere de mucho sacrificio y estudio. Pero creo que el público no busca la perfección, lo que busca es conmoverse y emocionarse y eso no lo consigue la técnica sino el alma y el corazón”, ha dicho en una entrevista para el periódico español 20 Minutos, firmada por la periodista Puri Caro.
El encuentro del público mexicano con Ara Malikian, quien también se presentará el 14 en Torreón, será a pura emoción y representará la oportunidad de disfrutar de un artista que ama tanto el jazz como la electrónica y que ejecuta el violín como si fuera una extensión de su cuerpo.
DESDE CUBA, A TODO VIOLÍN
Con menos fama pero no menos enjundia, también se presentará en nuestro país el violinista cubano Cristian Blanco, quien ofrece un repertorio en el que combina la música clásica con los ritmos caribeños de su país de origen.
El músico acaba de lanzar al mercado su disco New Beginning, que resume su formación en la ortodoxia y su amor por la música popular. Para dar a conocer este proyecto adoptó el nombre de “The Hatman” (el hombre del sombrero) y así, con sombrero, se presentará el próximo 18 de octubre en el Voila Acoustique, de Polanco.
Cuando era un niño en La Habana, Cristian escuchó el Concierto para Violín y orquesta en Re mayor op. 35 de Piotr Ilich Tchaikovski, estimulado por su madre. La revelación artística diseñó su vocación y su carrera profesional en la adultez.
“No es un violín clásico, traté de llevarlo más al mundo popular. Algunos temas incluyen fragmentos de música clásica pero siempre con arreglos propios”, explica Blanco, cuyo talento, además de violinista de Camila, lo ha llevado a compartir escena desde 2011 con Andreas Zanetti.
“Quería hacer un disco donde pudiera mezclar esas dos facetas y fusionar ritmos cubanos, música pop y el violín clásico. Con este álbum defino mi estilo, esto es lo que quiero hacer con mi carrera de ahora en adelante: ahí es hacia donde quiero enfocar mi música, mis arreglos. Quiero que la gente recuerde estas canciones con mi identidad”, dice respecto a los covers que incluye el disco, como “Viva la Vida”, de Coldplay y “Wake Me Up”, de Avicii.
“La finalidad de un músico es hacer composiciones originales para que puedas trascender, tanto musical como socialmente y que esas personas que te escuchan sepan que puedes interpretar composiciones de otros artistas, pero también tus propias composiciones”, dice el intérprete de piezas como “Huapango en Aranjuez”, “Elena”, “Smooth Symphony”, “Love yourself”, “See you Beethoven”, “Clueless” y “Caribean Goddes”, entre otros.
En la presentación del disco en Voila Acoustique (dentro de Plaza Antara, esquina de Ejército Nacional y Moliere, en Polanco), The Hatman tendrá ya listo el show de hora y media de duración.