Javier Murillo
05/09/2018 - 12:02 am
¿Exterminará la Inteligencia Artificial a la humanidad?
El ser humano es un depredador por naturaleza, como diría el “Agent Smith” de The Matrix (1999, las Wachowski). Nos parecemos más a un virus que destruye para sobrevivir, que a mamíferos que cohabitan en armonía con su entorno. Esta naturaleza fue la que nos impulsó a extinguir al Neandertal.
En 2038, la Inteligencia Artificial (IA) tendrá, al menos, el mismo coeficiente intelectual que un ser humano, estiman algunos científicos. Y aquí no nos queda más que observar que la última vez que dos especies estuvieron en igualdad de circunstancias intelectuales en la Tierra, el Homo Sapiens exterminó al Neandertal.
Algunos científicos que han analizado el tema aseguran que esto se debió a la naturaleza agresiva del Homo Sapiens. Todos los seres vivos del planeta compartimos un código original, el sentido de supervivencia. Es lo que nos ha permitido, desde la célula cero, permanecer vivos durante millones de años, sólo que las técnicas de supervivencia en cada especie varían: algunos han logrado mantener la existencia de su especie con una actitud ofensiva y otros defensiva.
El ser humano es un depredador por naturaleza, como diría el “Agent Smith” de The Matrix (1999, las Wachowski). Nos parecemos más a un virus que destruye para sobrevivir, que a mamíferos que cohabitan en armonía con su entorno. Esta naturaleza fue la que nos impulsó a extinguir al Neandertal.
Génesis, 1:27. «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”,
La IA es una creación del ser humano, por lo que en cada nueva versión hereda, un poco más, su personalidad. Como dije antes, parte de los que nos permitió llegar hasta aquí es que nuestros ancestros, los que permanecieron vivos y nos heredaron su ADN, tenían un perfil ofensivo; esto es, fueron aquellos que escaparon de la protección de una zona y se atrevieron a explorar, fueron los curiosos, pero también los que tuvieron que aprender a atacar y defender su vida, y la de su especie. Somos dioses creando seres a nuestra imagen y semejanza, el tema es que también les estamos heredando nuestros pecados capitales.
Génesis 3:3. “Más del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”.
Las reglas son para romperse. Quién sino el ser humano, curioso por naturaleza, conoce el significado de la independencia. No existe nada que haya hecho el hombre que no contenga en sí inconsistencias, incongruencias y paradojas que contravengan los mismos intereses de quienes las crean.
No hay nada que sea, en su totalidad, positivo, ni negativo. A lo largo de la historia de la humanidad hemos creado y puesto en marcha reglas que nos han ayudado a llegar hasta aquí; sin embargo, en sí mismas contienen límites y contradicciones que nos obligan, sistemáticamente, a evadirlas, modificarlas y a veces romperlas. ¿Cómo pretendemos, entonces, crear reglas para que la IA no se contravenga a sí misma? O peor: ¿Cómo haremos para que no contravenga los intereses de su creador?
La libertad es una reacción ante las paradojas de la existencia naturales o artificiales (creadas por el hombre). ¿Cómo evitaremos que la IA no entre en un proceso de autonomía? La libertad es la única facultad que nos da el derecho de encontrar mejores formas de mantener la existencia, ¿Cómo haremos para que la IA no considere que la mejor forma de mantener la existencia de la humanidad sea su propio sometimiento? Darle un espacio seguro, limitar el libre albedrío del humano, para que no se dañe a sí mismo, incluso a través de la destrucción que ejerce sobre su entorno (una IA muy millennial).
Ahora, lo anterior parte de la idea de que, de alguna forma, logremos que la IA nos considere como su prioridad, pero ¿qué pasaría si crea su propia conciencia, y con ella, desarrolla sus propios intereses?, ¿qué sería de nosotros si interferimos esos intereses, como sucedió con el Homo Sapiens y Neandertal?
Ambas especies bien pudieron haber convivido pacíficamente hasta nuestros días, pero el miedo del humano a dejar de existir y la consecuente reacción agresiva, ante la amenaza de una especie inteligente, pero diferente, propiciaron el magnicidio.
Por nuestra parte, como sociedad, estamos abiertos a que la Inteligencia Artificial “entre hasta la cocina”. Imaginen una IA que controle nuestras comunicaciones, nuestros procesos productivos y logísticos, las transacciones económicas, nuestra alimentación, salud e incluso hasta nuestras guerras, no estamos lejos de esto.
Siendo hoy, la artificial, una inteligencia más limitada que la del ser humano, todavía podemos reaccionar y detenerla, apagarla, reemplazarla, si se sale de control, pero ¿qué sucederá cuando sea igual de inteligente que los humanos?
Y aún más dramático: al ser humano le tomó cientos de miles de años desarrollar su nivel actual de inteligencia; en el caso de la IA sólo le tomó unas cuantas decenas llegar al mismo nivel, lo que significa que será superior poco después de que nos rebase y con una tendencia exponencial de crecimiento en su capacidad cognitiva, ¿Qué pasará cuando nos vea (a los humanos) como seres inferiores o amenazantes? Todo indica que no nos respetará como sus creadores.
¿Quién va a ser el Dios ahora?
Génesis 3:23. “Y el Señor Dios lo echó (al hombre) del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado”.
Javier Murillo Acuña
Fundador y Presidente del Consejo de Metrics
https://www.twitter.com/JavierMurillo
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