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Si PRI no resuelve sus problemas perderá en 2018, dice Labastida, derrotado por Fox en el 2000

05/08/2017 - 10:30 am

En el 2000, Francisco Labastida perdió las elecciones presidenciales, lo que representó la primera gran derrota del PRI en su historia, que hasta ese momento había acumulado más de 70 años gobernando el país. En la era del Presidente Enrique Peña Nieto, el PRI es un partido diferente, fracturado, igual que cuando que cuando Labastida fue elegido como candidato presidencial.

Las recientes encuestas no favorecen al partido gobernante. Según Mitofsky, cuyos resultados se dieron a conocer el pasado 11 de julio, el Acción Nacional (PAN) logra el 18.6 por ciento de las intenciones de voto, seguido de cerca por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), con el 17.7 por ciento, mientras que el Revolucionario Institucional tiene el 16.6 por ciento.

Ciudad de México, 5 de agosto (SinEmbargo).- El ex candidato Francisco Labastida Ochoa pidió a los miembros de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI), evitar una fractura que podría costarles la Presidencia en 2018, como ocurrió en el 2000 frente al panista Vicente Fox Quezada.

En una reunión convocada por el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, y a la que asistieron 22 ex gobernadores, Labastida Ochoa advirtió que existe la posibilidad de que el partido pierda los comicios del próximo año si no resuelve sus conflictos internos.

Dijo que los miembros del partido Tricolor deben escucharse, atenderse y enfrentar los problemas del país, cuyo talón de Aquiles, señaló, son la inseguridad y la corrupción.

El ex Gobernador de Sinaloa (1987-1992) expuso que se trata de «enamorar nuevamente» a la militancia, pues no puedes enamorar de ninguna manera a gente que no está en el partido, hay una secuencia lógica en ello».

En el 2000, Francisco Labastida perdió las elecciones presidenciales, lo que representó la primera gran derrota del PRI en su historia, que hasta ese momento había acumulado más de 70 años gobernando el país. 

Francisco Labastida fue elegido como candidato por el entonces Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien tenía una clara distancia con el PRI desde 1994, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

Después de una campaña en la que predominó el desenfado, las ocurrencias, los ataques, las anécdotas y la falta de propuestas, Vicente Fox, candidato del Partido Acción Nacional (PAN), triunfó sobre Francisco Labastida Ochoa, el priista sinaloense de 57 años de edad, que eligió un bajo perfil en la primera etapa de la campaña.

En Labastida se adivinaba la táctica de cederle el escenario a Fox para que se tropezara con sus propios “extravíos” y los electores evaluaran sus limitaciones. Pero el juego de “Fox es el peor enemigo de Fox”, no le salió. Y cuando quiso reaccionar era muy tarde.

El 2 de julio de 2000, Fox Quezada obtuvo el 42.52 por ciento de los sufragios, mientras que el candidato del PRI logró el 36.11 por ciento.

En la era del Presidente Enrique Peña Nieto, el PRI es un partido diferente. Una de las primeras acciones del habitante de Los Pinos, incluso antes de la promulgación de las reformas estructurales, fue cambiar los estatutos del partido. Si en marzo de 1995, en el aniversario del partido, el Presidente Ernesto Zedillo implantó lo que se llamó “la sana distancia”, 17 años después la Asamblea Nacional modificó los estatutos para que el Presidente de la República emanado del partido estuviera en posibilidades de votar como miembro del Consejo Político Nacional.

El PRI lleva más de una década estancado en el desprecio social. En la Encuesta Mitofsky se ha mantenido en primer lugar desde 2000. EL PAN, por su parte, dejó atrás los días de aparente unidad, cuando ganaba elecciones y era la alternancia política del país. Hoy, su dirigencia nacional es cuestionada y como opción de Gobierno su probabilidad es baja. Y el PRD sobrevive sin sus fundadores y líderes históricos y afronta la salida de miles de militantes. Es tan acusada la debacle perredista que ni siquiera cuenta con nombres para postularlos en 2018.

Con cualquier candidato, ya sea Miguel Ángel Osorio Chong, Eruviel Ávila Villegas, Manlio Fabio Beltrones Rivera, José Narro Robles o José Antonio Meade Kuribeña, el resultado bajo la sigla tricolor no superaría el 16.6 por ciento del electorado, de acuerdo con datos consultados por SinEmbargo.

Las recientes encuestas no favorecen al partido gobernante. Según Mitofsky, cuyos resultados se dieron a conocer el pasado 11 de julio, el Acción Nacional (PAN) logra el 18.6 por ciento de las intenciones de voto, seguido de cerca por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), con el 17.7 por ciento, mientras que el Revolucionario Institucional tiene el 16.6 por ciento.

Además, la popularidad del Presidente Peña registró una nueva caída en junio pasado: sólo el 19 por ciento de los mexicanos aprueba su gestión, de acuerdo con GEA-ISA; el 36 por ciento se siente “enojado” y el 31 por ciento “preocupado” por las consecuencias de la administración del priista, manteniéndose así como el Jefe de Estado peor calificado en la historia del país.

Su Gabinete tampoco se queda atrás: 74 por ciento de los mexicanos desaprueba su desempeño.

El sondeo de GEA-ISA también revela que el 53 por ciento de los ciudadanos prevé que habrá fraude en los comicios de 2018.

“El partido de Peña Nieto se enfrenta a una lucha para defenderse de los rivales de izquierda y derecha, especialmente de Andrés Manuel López Obrador”, líder de Morena y dos veces candidato presidencial, resaltó recientemente la agencia Reuters.

 

-Con información de Linaloe R. Flores. 

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