De 120 páginas, en Los abismos abunda la descripción detallada, con el vocabulario propio de los colombianos, claro.
Por Enrique Mendoza
Tijuana, 5 de mayo (Zeta).– Al asomarse a «los abismos de la niñez», la narradora Pilar Quintana entró en el selecto grupo de autores colombianos que han ganado el Premio Alfaguara de Novela, junto con Laura Restrepo con Delirio (2004), Juan Gabriel Vásquez, por El ruido de las cosas al caer (2011), y Jorge Franco con El mundo de afuera (2014).
En el mundo literario, en las primeras semanas de cada año, una de las incógnitas es quién ganará el Premio Alfaguara de Novela, uno de los certámenes de mayor prestigio de nuestra lengua. Fue el 21 de enero de 2021 cuando la editorial informó desde el Anfiteatro de Casa de América de Madrid que la ganadora del Premio Alfaguara de Novela es, en esta ocasión, la colombiana Pilar Quintana por Los abismos.
“Con el telón de fondo de un mundo femenino de mujeres atadas a la rueda de una noria de la que no pueden o no saben escapar, la autora ha creado una historia poderosa narrada desde una aparente ingenuidad que contrasta con la atmósfera desdichada que rodea a la protagonista”, asentó en el acta el Jurado.
“Con una prosa sutil y luminosa en la que la naturaleza nos conecta con las posibilidades simbólicas de la literatura, y los abismos son tanto los reales como los de la intimidad”, complementó el Jurado.
Aunque antes de la pandemia por COVID-19 el ganador del Premio Alfaguara de Novela era llevado de gira por los países de habla hispana para presentar la obra ganadora, este año Pilar Quintana responde las entrevistas vía Zoom desde su hogar en Colombia.
“Es muy raro, porque este premio es súper glamoroso con la gira, pero yo estoy en pijama en mi casa; a mí me gustan mucho los viajes, los hoteles, los aviones, y me hubiera gustado viajar, aunque muchos de los escritores que han ganado el Premio pues dicen que es una gira bastante difícil”, expresó a Zeta la autora, antes de revelar algunos detalles de su obra ganadora.
DESPUÉS DE BOGOTÁ 39
Pilar Quintana es autora de cinco novelas. Primero entregó Cosquillas en la lengua (Planeta, 2003) y Coleccionistas de polvos raros (Norma, 2007). En 2007 fue incluida en el certamen literario Bogotá 39, promovido por Hay Festival, que congregó a igual número de jóvenes autores de 17 países hispano parlantes. Su tercera novela fue Conspiración iguana (Norma, 2009), a la cual le seguirían La perra (Literatura Random House, 2017) y Los abismos (Alfaguara, 2021).
Con La perra, Quintana obtuvo el Premio Biblioteca de Narrativa de Colombia y Pen Translates Award; fue finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award, además de ser traducida a 15 idiomas.
— ¿Qué tan difícil ha sido volver a enfrentarse a la página en blanco para escribir Los abismos, luego del contundente éxito de La perra?, cuestionó Zeta a la escritora sudamericana.
“Hace doce años, en 2007, yo era una escritora que había publicado recién su primera novela (Cosquillas en la lengua; Planeta, 2003) y segunda novela (Coleccionistas de polvos raros; Norma, 2007), me eligieron en la lista de Bogotá 39. En esa lista había grandes escritores como Andrés Neuman y Santiago Roncagliolo, que se habían ganado el Premio Alfaguara; estaba Wendy Guerra y Guadalupe Nettel, y yo era una escritora más modesta, yo no tenía esta gloria. Entonces, en ese momento yo sentí que no podía defraudar, que tenía que probar que me habían elegido».
“La siguiente novela que escribí (Conspiración iguana; Norma, 2009), yo creo me aceleré para entregarla, primero porque la editorial me la pedía, porque claro, estaba de moda mi nombre, lo que fuera querían publicar y yo creo que tenía este afán de probarme a mí misma y a la novela le fue mal; le fue mal en venta, en crítica fue ignorada, mis amigos que me quieren, dijeron que no era tan buena, que no me había quedado al nivel».
“Entonces, yo ahí entendí mi lugar, que mi lugar no era hacia afuera, ahí medité mucho sobre la escritora que yo quería ser. ¿Qué tipo de escritora quería ser? Pues una que escribiera bien y cuyos libros de los que yo estuviera orgullosa, les gustaran a mis amigos, eso es lo que yo quería ser, no tener fama, ni dinero, ni gloria, que está muy chévere y qué bueno tenerla; soy ambiciosa, pero lo verdaderamente importante es la escritura. Ahorita ya tengo 49 años, he subido, he caído, sé cómo es el éxito, sé cómo es el fracaso; entonces, el Premio Alfaguara me descoloca un poco, me pone nerviosa, pero siento que puedo manejarlo, que tengo claro cuál es mi prioridad”, confesó.
DE COLOMBIA
Pilar Quintana (Cali, 1972) es el cuarto autor colombiano en ganar el Premio Alfaguara de Novela; le preceden Laura Restrepo, Juan Gabriel Vásquez y Jorge Franco.
— ¿Cómo te sientes de ser parte de este selecto grupo de escritores colombianos ganadores del Premio Alfaguara de Novela?
“Yo recuerdo cuando se lo ganó Laura Restrepo. Yo sentí en ese momento algo muy especial, y es que una colombiana se había ganado el Premio Alfaguara, para mí fue un gran referente en mi carrera. Que se lo hubiera ganado una mujer nos dice a todas las mujeres: ‘Se puede, lo podemos ganar las mujeres’”, rememoró Quintana respecto al año 2004, cuando Laura Restrepo logró el Premio; entonces Pilar tenía 32 años y había escrito su primera novela, Cosquillas en la lengua.
“Para mí fue muy importante tener a Laura Restrepo como referente, pero siempre la veía como algo muy lejano, era como un sueño seguir en los pasos de Laura, y alcanzar el prestigio y el lugar que ella tenía en la literatura colombiana, me parecía que eso no era fácil de lograr”, reconoció, para después recrear el momento en que le avisaron que había ganado el Premio Alfaguara de Novela 2021.
“El día que me dijeron que yo me había ganado el Premio Alfaguara yo dije: ‘¡no puede ser!’. Pensé en esa escritora joven, la emoción que sintió cuando Laura Restrepo se ganó el Premio y ahora me lo gané yo. Me parece increíble estar en la lista con esos escritores magníficos que son Jorge Franco, Juan Gabriel Vásquez y Laura Restrepo”, declaró aún emocionada.
DE LA INOCENCIA A LOS ABISMOS
Situada en Cali en los años 80, en Los abismos, la protagonista es Claudia, una niña de ocho años que vive con sus padres, Claudia y Jorge. Amalia, hermana de Jorge, se casa con el joven Gonzalo. Un día, la mamá de Claudia conoce a Gonzalo. Pronto la niña de ocho años empieza a notar que su mamá y Gonzalo coquetean y se ven a escondidas de su papá, pero la niña está en los límites de la inocencia y todavía no sabe de infidelidades de los padres, aunque el lector sí.
Narrada en primera persona desde la perspectiva de una niña de ocho años, en Los abismos Claudia poco a poco va perdiendo la ingenuidad.
— ¿Podrías hablarnos de la pérdida de la inocencia de una niña de ocho años, desde la infidelidad de sus padres y otros descubrimientos que hace la pequeña protagonista, como el suicidio y otros abismos?
“Claudia es una niña que observa y de repente como con gran asombro descubre que el mundo no es lo que ella pensaba. Para Claudia, la vida es como si fuera un lienzo blanco, de repente se empieza a acercar a ese lienzo que parecía blanco y descubre que tiene unas grietas diminutas, al mirarlas se van abriendo cada vez más hasta convertirse en unos abismos. Entonces, ella descubre que su mamá no es solo su mamá, es un descubrimiento que hacemos los niños.
“Los niños pensamos que las mamás son nuestras y que están ahí para nosotros, que fueron puestas en la Tierra para atendernos a nosotros; es como si los niños sintiéramos que las mamás no tienen derecho a ser nada más que nuestra mamá, que existe por y para nosotros».
«Claudia tendrá que descubrir que su mamá no existe por y para ella, que tiene una vida secreta, una vida oculta, una vida que pone en peligro la estabilidad familiar y que quizás ni siquiera quiso tenerla, es un descubrimiento. Claro, nos parece una bobada, pero para una niña de esa edad, es la destrucción de su mundo conocido”.
— ¿Cuál fue el principal desafío al narrar en primera persona desde el punto de vista de una niña de ocho años?
“Ése fue para mí el mayor desafío, porque yo necesitaba muchas veces que el lector supiera más que el personaje, Claudia; esa narradora con ese punto de vista infantil pues es más ingenuo que el lector. El lector sabe antes ciertas cosas que están pasando, sabe que su mamá no tiene rinitis sino depresión, y la niña sigue pensando que la enfermedad de su madre es rinitis; el lector sabe perfectamente que con Gonzalo está pasando algo interesante mientras la niña ve y registra lo que está pasando, pero todavía no tiene la malicia de lo que está pasando. Eso era un desafío”.
“ESTAMOS HECHOS DE POSTALES”
A propósito de los escenarios y escenas narrados en primera persona de la pequeña protagonista, Pilar Quintana argumentó:
“Me gusta mucho narrar a partir de acciones narrativas, yo concibo la historia en términos de acciones narrativas: primero pasa esto, luego esto y luego esto, y me gusta crearlo y no decirlo, sino ponerlo en escena, que las situaciones pasen, y eso lo consigo haciendo episodios. Yo pienso que la vida son como postales, estamos hechos de postales, hay postales que se borraron en la memoria y ya, eso no importó en tu vida, pero yo puedo coger una postal de la niñez, otra de la adolescencia, y con eso armo la secuencia narrativa que necesito; pero lo que me pasó en la infancia y lo que me pasó en la adolescencia, me determina a mí en esta historia”.
Hacia el final de la entrevista, la autora sentenció:
“Me parece que los libros deben pasar en un lugar y en un tiempo como en los hechos de la vida real. Me gusta ambientar las historias, yo quiero que el lector se vaya a vivir a mi novela como uno se va a vivir a un sitio; yo quiero que lo experimente en la piel, que sienta ese lugar como si estuviera vivo”.