El pasado 18 de agosto, el universitario Luis Roberto Malagón de Gaona se presentó en la Facultad de Derecho, como lo hacía de manera habitual. Luego de clases iría a su trabajo, pero eso no pasó: fue hallado casi ahogado en un área inundada por la lluvia, donde se ubican unos pozos de absorción entre las facultades de Medicina y de Odontología. Murió cinco días después en un hospital.
La versión oficial es que se suicidó, pero su familia sostiene que lo peritajes arrojaron que el cuerpo de Luis Roberto tenía golpes a la altura de la boca, quemaduras en la espalda y que fue sumergido en agua. Ante esta inconsistencia y otras, la familia sospecha que Luis Roberto fue asesinado.
“Que las autoridades investiguen quienes fueron los asesinos de mi hijo y que tengan el castigo que se merecen porque mi hijo no le hacía ninguna daño a nadie”, exige María Victoria de Gaona, madre de Luis Roberto.
Ciudad de México, 5 de mayo (SinEmbargo).- Nueve meses han pasado desde la muerte de Luis Roberto Malagón de Gaona, estudiante de la Universidad Autónoma de México (UNAM), quien fue hallado ahogándose dentro de las instalaciones de Ciudad Universitaria.
A casi 300 días, sus padres aún no tienen certeza de lo que sucedió, pero lo que sí han encontrado en su camino son «irregularidades, omisiones y mentiras» por parte de las autoridades universitarias y ministeriales.
María Victoria de Gaona, madre de Luis Roberto, acusa que le han negado lo videos de la zona, día y la hora en que murió su hijo e información delicada, como el hecho de que el cuerpo del joven tenía golpes y quemaduras.
Luis Roberto Malagón nació el 9 de diciembre de 1996. Cursaba el quinto semestre en la Facultad de Derecho de la UNAM. Y aunque trabajaba por la tarde-noche en un estacionamiento público –donde labora su padre–, su esfuerzo le daba para mantener un promedio superior a 9.
“Su más grande ilusión era terminar su carrera, quería ser abogado penalista, trabajar en el penal de Barrientos. Él decía que quería defender a las personas de injusticias”, recuerda la señora María Victoria.
Su madre relata que la rutina de Luis era simple: iba por las mañanas a clases, de ahí regularmente acudía a la biblioteca de la Facultad de Derecho o a la Biblioteca Central, donde avanzaba en su tesis o tareas en las computadoras comunes porque, debido a la apretada situación económica, no habían podido comprarle una computadora.
Al acabar sus labores académicas, se dirigía al estacionamiento a trabajar unas horas.
SIN RESPUESTAS
El viernes 18 de agosto de 2017, Luis Roberto partió de su casa de manera habitual.
María Victoria detalla que no esperaba temprano a su hijo porque sabía que después de la escuela iría al estacionamiento a cubrir más horas de las habituales, pues al día siguiente era sábado y no tenía clases.
Pero pasada la medía noche, una llamada alertó a la señora que su hijo estaba hospitalizado en la Clínica 8 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Fui a la clínica y me dicen que mi hijo estaba inconsciente. Después que estaba en estado de coma. De ahí yo empiezo a todo lo que estoy sufriendo ahorita. No saber que pasó con mi hijo”, cuenta la mujer.
La versión oficial sostiene que Luis fue casi ahogado en un área inundada por la lluvia, donde se ubican unos pozos de absorción entre las facultades de Medicina y de Odontología
El estudiante estuvo hospitalizado cinco días. Murió el 23 de agosto, a las 5: 30 de la tarde.
¿Qué pasó? La familia de Luis Roberto no tiene claro cómo se originaron los hechos que provocaron la muerte, pero sí un cúmulo de dudas que han surgido a partir de sus propias indagatorias.
“No sé porque mi hijo estaba ahí [ahogándose]. ¿Quién lo hizo? Pues menos. No tengo respuestas de nada todavía”, expone la señora Malagón de Gaona.
Apenas sucedieron los hechos, la madre acudió a las instalaciones universitarias para pedir ayuda y una explicación de lo que ocurrido esa tarde lluviosa: “Nadie me dijo nada. Fui con las autoridades de CU, me dijeron que me iban a echar la mano, que me iban ayudar; pero no ocurrió así”.
Solicitó las videograbaciones de las cámaras de seguridad del campus. Le entregaron algunos videos. “Se ve que él estaba sano y caminaba normal, saludaba a sus compañeros. Todo».
Detalla que las grabaciones que le mostraron solo abarcan algunas horas de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. «Ahí termina el video. Todo lo que corresponde a la tarde de ese día no me han enseñado los vídeos. Me enseñan imágenes donde está bien lejos, y apenas se alcanza a ver cuando la ambulancia levanta a mi hijo, pero no me enseñan lo que pasó a las 7 o 7:20 de la tarde, ahí no me enseñan ese video».
María Victoria sostiene que el argumento de autoridades universitarios fue que no había cámaras en el lugar exacto y que no era posible saber lo que ocurrió.
Victor Caballero, director del Colectivo Democrático Aequus, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y abogado de la familia, resaltó que la gran incógnita está en el tiempo que transcurrió desde que Luis salió de su última clase, a la 1:30 de la tarde, hasta las 7 que lo encontraron ahogándose.
«La universidad ha negado sistemáticamente videos del lugar cercano. Hay una cámara exactamente en el lugar donde ocurre el hecho y ese video no aparece. Han entregado videos pero de otras zonas que no son relevantes y a hora distintas”, detalló.
La ambulancia llegó cerca de las 7:30 de la tarde y Luis ya estaba en la banqueta. El personal de la Facultad de Medicina logró sacarlo del agua y le dio reacción cardiovascular (RCP), indicó la madre.
La mujer acusa que a través del expediente, al que tuvo acceso mese después, pudo saber los paramédicos universitarios, cuando llegaron a la Clínica 8, explicaron al personal de emergencias del Seguro Social que a Luis le dio un ataque epiléptico, pero que nunca informaron sobre el ahogamiento. Agrega que también omitieron que fue rescatado del agua por los empleados de la universidad, cuya presencia justificaron como «curiosos».
Derivado de ello, la madre acusa que a su hijo le suministraron medicamentos para tratar los ataques relacionados con problemas neurológicos y no por el edema pulmonar que presentaba.
Tras el fallecimiento de Luis Roberto, la familia pidió que se le practicara una necropsia al joven. Ahí descubrieron que presentaba un edema pulmonar y uno craneal, es decir, que la muerte tuvo su origen en un ahogamiento por sumersión.
La señora María Victoria afirma que las autoridades de UNAM le dijeron que su hijo se sumergió de manera voluntaria en el agua; hoy acusa directamente que un funcionario de asuntos Jurídicos de la UNAM de decirle:
“’Señora no busque culpable, aquí no hay. Al parecer su hijo se quitó la vida’. Yo le dije que mi hijo no estaba deprimido para quitarse la vida. Era un muchacho que quería salir adelante terminar su carrera. No tenía pensamientos suicidas”.
La familia solicitó apoyo legal ante la negativa de las autoridades para entregarle la carpeta de investigación y la información confusa que le brindaban.
La madre señala que el punto de inflexión ocurrió la primera semana de noviembre cuando ella y su esposo fueron citados en las oficinas de Atención a Víctimas de la Procuraduría de la Ciudad de México. Detalla que el titular de la Agencia de Asuntos Universitarios sostuvo que había testigos que declararon que Luis Roberto se quitó la vida.
En noviembre pasado, la defensa de la familia interpuso un juicio de amparo para tener acceso a la carpeta de investigación, que les fue concedido. Ahí se percataron de que Luis tenía quemaduras, golpes en la boca, lesiones y que no había testimonios del supuesto suicidio. Era diciembre de 2017.
“Hasta ese momento yo me entero había sufrido de esa manera. Las autoridades del Ministerio Público ya sabían que mi hijo tenía esas lesiones y se atrevieron a decirme que él se quitó la vida solo”, reclama María Victoria.
El abogado de la familia detalla que “los testigos que comparecieron son de diferentes momentos del día de los hechos, pero ninguno de ellos dice que haya visto que él se suicidó”, detalla Victor Caballero.
Por el contrario, Caballero señala que lo que sí existe son cuatro declaraciones de testigos que señalan que Luis se estaba ahogando dentro del pozo de absorción.
El litigante sostiene que las autoridades de la UNAM no solo han mentido y omitido información a los deudos, sino que profesores de la facultad han circulado entre los alumnos el rumor de que Luis estaba drogado y ebrio el día que murió, pese a que los dictamenes toxicológicos no exhiben la presencia de alcohol u otra sustancia diferente al medicamento que se le suministró al estudiante.
A finales de febrero, la familia ganó un amparo y el Juez Décimo de Distrito que determinó que la Procuraduría desahogue todas las diligencias que tenga pendiente y que se afine la investigación. Mientras que el Ministerio Publico Universitario se declaró incompetente y dió vista de la carpeta de investigación al área especializada de homicidio de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México.
“Estamos en el proceso de que el Ministerio Público desahogue las pruebas que están pendientes.
Los abogados de la familia de Luis Roberto también solicitaron un análisis pericial en las instalaciones hidráulicas de CU para determinar su peligrosidad. «Cualquiera puede sufrir un percance en ese lugar y la UNAM no ha tenido ese cuidado y atención de protección de resguardar el lugar, lo mantienen abierto. El único señalamiento que hay son dos letreros que anuncian que se trata de un pozo de absorción», alertó.
Nueve meses después de que vio por última vez con vida a Luis, María Victoria solo exige justicia: “Que las autoridades investiguen quienes fueron los asesinos de mi hijo y que tengan el castigo que se merecen porque mi hijo no les hacía ninguna daño a nadie. Justicia es lo que yo yo le pido a las autoridades tanto de CU y del Ministerio Público”.