San Pedro Cholula, Puebla, 5 de mayo (SinEmbargo).– Ricardo Cadena Becerra, el joven que murió por el disparo del arma del Subdirector de la Policía Municipal de esta demarcación, Jair Mothe Hernández, no se encontraba haciendo un grafiti cuando los agentes policiales lo detuvieron, asegura su hermano menor, Jonathan, quien estaba con él y con un amigo de Ricardo, de nombre Heriberto, la madrugada del pasado domingo 3 de mayo, cuando los tres fueron interceptados en la calle por policías municipales.
Jonathan, de 15 años y estudiante de tercero de secundaria, fue detenido y acusado también de supuestamente estar grafiteando un muro.
“Dicen, pero la verdad no. Y cuando me detuvieron dicen que yo estaba grafiteando. Me revisaron y no encontraron nada”, sostiene en entrevista con SinEmbargo.
La versión del muchacho sobre lo que ocurrió esa madrugada difiere de la dada por Mothe Hernández, según la cual encontró a los tres jóvenes grafiteando en la calle Luis N. Morones, ellos corrieron y al perseguirlos uno le salió al paso y su arma de cargo se accionó accidentalemente mientras forcejeaba con él. Se trataba de Ricardo.
El joven de 18 años recibió un disparo mortal en la nuca.
Jonathan cuenta, en cambio, que él , su hermano Ricardo y su amigo Heriberto habían ido la noche del 2 de mayo al botanero “El Recuerdo” a ver la pelea de box de Manny Pacquiao contra Floyd Mayweather. Salieron del lugar como a las 2 de la madrugada, recuerda, y mientras caminaban hacia la carretera para volver a casa, dos patrullas se les acercaron.
Antes de que algo ocurriera, Ricardo les sugirió echarse a correr para evitar que los policías los detuvieran.
“¡Échense a correr, no nos vayan a agarrar!”, les dijo. Los tres corrieron y se separaron.
Ricardo y Heriberto corrieron en la misma dirección, sobre la calle Luis N. Morones, donde finalmente fue asesinado Ricardo. Su cuerpo quedó tirado frente al zagúan de un domicilio particular.
Jonathan corrió de regreso hacia el botanero, ubicado en la esquina de Luis N. Morones y la calle 12 Oriente, en el barrio Santiago Mixquitla. Un par de policías, mujer y hombre, llegaron hasta el lugar y lo sacaron.
Un testigo que estaba en el botanero, quien pidió no ser identificado por temor a represalias, confirmó que los policías entraron al lugar por el muchacho. De acuerdo con esa persona, el chico no opuso resistencia. El testigo dijo no haber sabido nada más en cuanto los policías sacaron al muchacho del botanero.
Ya en la calle -continúa el relato de Jonathan- los policías lo subieron a la batea de una de las dos patrullas, las cuales para ese momento se habían estacionado frente al botanero, sobre la calle 12 Oriente. Los dos policías que lo detuvieron lo golpearon en la cabeza, lo insultaron y le decían que se callara, cuenta. Él se encontraba acostado sobre la batea, sin poder ver lo que ocurría alrededor.
En ese momento escucho la detonación de un arma de fuego. No supo por qué ni quién había disparado.
“Después de ahí la oficial se puso muy nerviosa y le decía a los demás que ya nos fuéramos. Y nos fuimos rápido y me llevaron detenido ahí en unas oficinas y ahí estuve como cuatro horas hasta que llegó mi papá y habló con ellos”, narra.
También escucho a la policía decir: “Ese pendejo ya hizo sus mamadas”, refiriéndose, supone, al policía que había disparado. Los policías que estaban en las dos patrullas se fueron, presurosos.
Jonathan fue llevado al juzgado municipal, de donde avisaron a su familia sobre su detención por supuestamente haber estado grafiteando. De Ricardo no sabia nada.
Para dejarlo ir, en el juzgado le pidieron a su padre, Fernando Cadena Hernández, que pagara una multa de mil 500 pesos. El padre dijo que no tenia ese dinero. Finalmente, el servidor público que les había pedido el dinero -quien no se identificó, de acuerdo con Cadena Hernández- desistió de cobrarles la supuesta multa.
Mientras todo eso pasaba, la familia Cadena Becerra seguía sin saber sobre el destino de Ricardo. Nadie les había informado lo que había ocurrido.
Aunque Jonathan no supo qué había pasado con su hermano tras separarse, Heriberto sí porque corrió en la misma dirección que Ricardo. De acuerdo con lo que les contó a Jonathan y a su padre y que declaró ante el Ministerio Público, él atestiguó cómo el policía Mothe Hernández le disparó a Ricardo al parecer por la espalda.
“Sólo me dijo que mi hermano esquivó al oficial, el oficial sacó el arma y le apuntó, que le disparó, yo supongo que por la espalda”, refiere Jonathan sobre lo que le describió Heriberto.
El padre de Ricardo dice que cuando acudió a reconocer el cuerpo de Ricardo, vio que la herida de la bala estaba en la nuca.
Según la versión que dio Mothe Hernández, llevaba el arma a la altura del pecho y por eso el disparo impactó de ese modo.
Tras ver cómo el policía había disparado a Ricardo, Heriberto corrió hacia su casa. Se cambió de ropa y luego regresó para buscar a sus amigos.
Mothe Hernández, Subdirector de la Policía Municipal, también huyó. Este lunes se entregó a las autoridades. Por la versión narrada por Jonathan, ninguno de los policías que iban con él intentó detenerlo.
En entrevista, el presidente municipal de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres, dijo que además de Mothe Hernández otros cuatro policías han rendido su declaración ministerial y aseguró que se les investigará a todos por los sucesos de esa madrugada.
Sin conceder una postura sobre la versión que apuntaría a una posible ejecución, el funcionario se refirió al hecho como un “error humano grave”.
Pero cuando el presidente municipal de San Pedro Cholula le dijo al señor Cadena Hernández que el responsable se había dado a la fuga, él le señaló que eso implicaba complicidad de otros agentes.
“Yo le hice hincapié que eso no podía ser posible porque obviamente hay más mandos involucrados en permitirle que se escapara, inclusive los mismos oficiales que iban con ellos también son cómplices al permitirle que escapara o hacerse los que no vieron nada”, expone.
UNA LARGA ESPERA
Eran alrededor de las 3:20 de la madrugada del domingo 3 de mayo cuando Fernando Cadena Hernández, padre de Ricardo y Jonathan, recibió la llamada del juzgado municipal informándole que su hijo menor estaba detenido por supuestamente estar grafiteando.
Cuando el señor Fernando vio a su hijo Jonathan le preguntó por su hermano y él le contó lo que había pasado. El padre de familia marcó al teléfono celular de Ricardo sin que nadie contestara. Cuando su esposa llegó al juzgado, ella se quedó con Jonathan y él salió a buscar a su otro hijo.
Marcó nuevamente al celular de Ricardo y alguien, que no se identificó, le contestó y le dijo que acudiera inmediatamente a las oficinas del Complejo de Seguridad Pública de San Andrés Cholula.
“No me quisieron dar detalles por teléfono, me dijeron que había ocurrido algo grave con mi hijo Ricardo y que acudiera yo allá para que allí me informaran”, recuerda.
Aproximadamente a las 5:30 horas llegó al Complejo. Ahí le pidieron que reconociera las pertenencias de su hijo. Le mostraron su cartera, su celular y otras cosas. Por la cartera y el teléfono supo que eran pertenencias de Ricardo.
Entonces, finalmente, vino la dolorosa noticia.
“Me dijo que lo lamentaba mucho, pero que a mi hijo le habían dado un balazo en la cabeza. Y pues yo me quedé en ese momento en shock”.
Sin embargo, no le permitieron entonces ver el cadáver de su hijo. Le pidieron, en cambio, que regresara a las 9 de la mañana de ese día pues en ese momento no había quien tomara sus datos.
Cuando regresó a la hora acordada, lo enviaron al anfiteatro donde estaba el cuerpo de Ricardo, pero ahí no le permitieron pasar porque no contaba con el oficio respectivo para la identificación del cadáver, expedido por el Ministerio Público.
De vuelta en el Complejo, tuvo que esperar 10 horas, hasta que a las 19:30 horas les tomaron la declaración a el, a su hijo Jonathan y a Heriberto. Dos horas más tarde, finalmente, le entregaron el oficio que necesitaba.
La entrega del cadáver de su hijo no es el único problema burocrático con el que ha tenido que lidiar Cadena Hernández.
El domingo olvidó pedir una copia del expediente tras declarar. Ayer que lo intentó le dijeron que ya no lo tenían porque lo habían enviado a la Procuraduría General de Justicia del estado de Puebla, que se hará cargo de la investigación.
CONSECUENCIA DE LEYES CRIMINALIZADORAS
El politólogo, gestor en Derechos Humanos e integrante del colectivo Contingente Puebla, Misraim Hernández, señaló que a raíz de la aprobación de la llamada «Ley Bala» se ha desatado una práctica de criminalización y endurecimiento de la aplicación de la ley al menos en la zona metropolitana de Puebla, que abarca a San Pedro Cholula.
El testigo del botanero refirió, por ejemplo, que es común que policías detengan a jóvenes sin ninguna razón, aunque dijo que la presencia policial de la madrugada del 3 de mayo había sido inusual. El presidente municipal niega que los policías cometan abusos o detenciones arbitrarias.
Sin embargo, Hernández tiene otra postura. «Esto que sucedió en Cholula y que causó la muerte de este joven no es más que una prueba del abuso de la fuerza de la policía», señaló en entrevista.
A decir del activista, no se trata sólo de la desproporcionalidad de las sanciones y el uso de la fuerza que ha promovido la «Ley Bala» y más recientemente la llamada «Ley Antigrafiti», sino la impunidad que persiste en casos que involucran abusos policiales.
Al respecto, recordó el caso del niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, quien murió tras recibir el impacto de un proyectil disparado por la policía estatal durante un operativo policial contra pobladores de San Bernardino Chalchihuapan, en este mismo estado. Hasta la fecha no hay ningún policía procesado penalmente por el homicidio del menor de edad.
Consideró que este tipo de leyes está sirviendo para justificar los abusos de las autoridades, al avalar que usen la fuerza en situaciones que no lo ameritarían, como sería pintar un grafiti. En todo caso, señaló, no se justificaría que se disparara contra una persona por estarlo haciendo.