En entrevista con la agencia de noticias EFE, Sergio Charbel Olvera, profesor de la Universidad Libre de Derecho, afirmó que «al ritmo que va el Presidente López Obrador, es posible que se convierta en el sexenio con más reformas a la Constitución, que es un dato importante. Al momento ya van 11 decretos de reforma y 41 artículos trastocados en dos años».
Por Eduard Ribas i Admetlla
México, 5 feb (EFE).– La Constitución mexicana cumplió este viernes 104 años de historia, pero tiene poco que ver con el texto original ante un ritmo récord de modificaciones impulsadas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, con el objetivo de consolidar su llamada Cuarta Transformación de México.
En tan sólo dos años de Gobierno, López Obrador y su Movimiento Regeneración Nacional (Morena) han reformado la Ley Fundamental para crear la Guardia Nacional, suprimir el fuero presidencial o blindar los programas de asistencia social del Ejecutivo, entre muchos otros.
La Secretaria de Gobernación de México y reconocida jurista, Olga Sánchez Cordero, defendió este viernes en una conferencia de prensa que estos cambios recuperan la visión «social y vanguardista» con la que fue redactada la Constitución de 1917, la que definió como la «primera Constitución social del mundo».
Lo cierto es que a diferencia de otros países con Constituciones monolíticas, en México cada vez es más común que los presidentes impulsen reformas para plasmar sus políticas en la Constitución. Enrique Peña Nieto (2012-2018) modificó 155 artículos en los seis años de su Presidencia y Felipe Calderón (2006-2012) cambió 110.
«Al ritmo que va el Presidente López Obrador, es posible que se convierta en el sexenio con más reformas a la Constitución, que es un dato importante. Al momento ya van 11 decretos de reforma y 41 artículos trastocados en dos años», dijo a EFE el profesor de la Universidad Libre de Derecho Sergio Charbel Olvera.
Según el académico, tradicionalmente se ha buscado cierta «flexibilidad» a la Constitución mexicana para «liberar tensiones sociales y evitar revueltas y revoluciones».
UNA CONSTITUCIÓN AL GUSTO DEL PRESIDENTE
Es el caso del Gobierno de López Obrador, que arrasó en las elecciones de 2018 ante el hastío social por la corrupción, la violencia y la desigualdad, y con la promesa de impulsar la Cuarta Transformación del país, después de la Independencia (1821), la Reforma liberal del siglo XIX y la Revolución (1910).
La mayoría parlamentaria de la que goza López Obrador le ha permitido impulsar con cierta comodidad sus reformas, que necesitan el aval de la Cámara de Diputados, el Senado y los Congreso estatales.
«Son demasiadas reformas, lo que significa que se quiere constitucionalizar cualquier aspecto que sea importante para el político en turno. Si vamos a celebrar la Constitución de 1917 es importante decir que queda muy poco de esa Constitución», dijo a EFE Tito Garza, constitucionalista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
López Obrador ha plasmado en la Constitución sus programas sociales, tiene pendiente una reforma judicial y ahora recientemente abrió la puerta a suprimir todo tipo de organismos autónomos que no puede controlar, como el Instituto de la Transparencia.
Según Garza, muchos de los planes del mandatario podrían desarrollarse mediante leyes secundarias ya que la Constitución debe servir para fijar «pautas generales para la organización del poder» y sus reformas deberían ser «un pacto plural y discutido por varios frentes».
Además, subrayó que «la cantidad de amparos y problemáticas ante la Suprema Corte nunca se había visto» por una «mala articulación jurídica» de las políticas del Gobierno.
El último revés constitucional sucedió este mismo miércoles, cuando la Suprema Corte de Justicia de México invalidó de forma parcial la nueva política energética de la Secretaría de Energía que limita la generación privada de energías renovables, uno de los emblemas del Gobierno de López Obrador.
¿HACIA UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?
López Obrador, que pasa este Día de la Constitución confinado en el Palacio Nacional recuperándose de la COVID-19, nunca ha escondido la intención de impulsar una nueva Carta Magna si no logra consolidar su obra de Gobierno con reformas a la actual ley fundamental, redactada durante la Revolución mexicana.
«No es necesaria una nueva Constitución, la que tenemos es suficiente para resolver todos los problemas en nuestro país. Basta con aplicarla», opinó Olvera, para quien el actual texto «genera orden social para el beneficio de las personas».
De momento, el Presidente tiene que esperar a las elecciones del 6 de junio de este año, en las que se renovará la Cámara de Diputados, para constatar si cuenta con una mayoría parlamentaria suficiente para impulsar un proceso constituyente.
Garza no descarta que así sea, puesto que «la Cuarta Transformación ha demostrado que no quiere dejar un sello sino un tatuaje en la historia de México».