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Alejandro Calvillo

05/02/2019 - 12:03 am

Los correos secretos de Coca Cola

Un año antes, el impuesto a las bebidas azucaradas se había establecido en México. Les preocupaba que el impuesto aumentara en México al 20 por ciento, como recomendaba la OMS, y que el ejemplo fuera seguido por otras naciones, como ocurrió posteriormente con el Reino Unido, Portugal, Sudáfrica, Filipinas, en 5 ciudades de los Estados Unidos, en Cataluña, entre otros.

«Coca Cola se ha convertido en la empresa con el mayor poder de interferencia y bloqueo de las políticas de salud pública contra la obesidad a escala nacional y global». Foto: Especial

A través del Acta de Libertad de Información de los Estados Unidos se logró tener acceso a correos electrónicos entre funcionarios de Coca Cola y el Centro de Control de Enfermedades (CDC) en ese país, el órgano encargado de la salud pública de los estadounidenses. Al mismo tiempo de darse a conocer estos correos se publica una investigación que revela la estrategia de esta empresa para introducirse al mayor mercado del mundo, el chino, y capturar sus políticas de salud pública con el fin de evitar que se pongan regulaciones a las bebidas azucaradas ante el disparo del sobrepeso y la obesidad en ese país que tiene la mayor población mundial.

Los correos entre empleados de Coca Cola y el CDC muestran que unos y otros trabajaban en conjunto para proteger los intereses de la empresa. El objetivo era reducir la atención en las bebidas azucaradas como el principal responsable de la alta ingesta de azúcar en la dieta de los estadounidenses.

En los correos de 2015 destacan los intercambiados entre el ejecutivo y estratega de Coca Cola Alex Malaespina y la entonces directora de la División de Enfermedades del Corazón del CDC, la Dra. Barbara Bowman. Malaespina le explicaba su preocupación de que la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Dra. Margaret Chan, promoviera la reducción en el consumo de bebidas azucaradas, especialmente, en la forma de impuestos.

Un año antes, el impuesto a las bebidas azucaradas se había establecido en México. Les preocupaba que el impuesto aumentara en México al 20 por ciento, como recomendaba la OMS, y que el ejemplo fuera seguido por otras naciones, como ocurrió posteriormente con el Reino Unido, Portugal, Sudáfrica, Filipinas, en cinco ciudades de los Estados Unidos, en Cataluña, entre otros.

Malaespina le escribió a Bowman: “¿Alguna idea de cómo contactar a la OMS? Ahora ellos no quieren trabajar con la industria. Ella (refiriéndose a la Dra. Chan), es influenciada por el Gobierno chino y está en contra de los Estados Unidos. Algo debe hacerse”. Los correos muestran una familiaridad entre estos personajes y una colaboración con el fin de defender los intereses de la empresa. Bowman le contestó el mismo día sugiriéndole algunos contactos en las oficinas regionales de la OMS, y le propuso también contactar a Bill Gates. Se sabe que Gates tenía una gran inversión, al menos hasta hace unos años, en acciones de Coca Cola.

Las revelaciones de las estrategias poco éticas de Coca Cola han sido reveladas en diversos reportes y documentos hechos públicos. Entre otros, en 2016 Coca Cola y Pepsico financiaron 96 organizaciones nacionales de salud en los Estados Unidos al tiempo que las refresqueras cabildeaban en el congreso contra iniciativas para reducir el consumo de bebidas azucaradas. Ese mismo año, la revista JAMA International Medicine publica una investigación basada en la revisión de miles de documentos de la industria del azúcar que muestran cómo esta industria elaboró toda una estrategia para generar la duda sobre los daños del azúcar en la salud y poner la atención en las grasas como la principal causa de las enfermedades del corazón. Esta estrategia fue exitosa en desviar la atención del azúcar como una de las principales causas de las enfermedades del corazón por más de 50 años.

EL CASO EN CHINA

Con 1.4 mil millones de habitantes, China es el mayor mercado en el planeta. Esta población en solamente veinte años, de 1991 a 2011, duplicó la incidencia de sobrepeso y obesidad, pasando de 20.5 por ciento a 42.3 por ciento. Coca Cola entró al mercado chino en 1979 y antes de que el Gobierno chino comenzara a poner el foco en la necesidad de reducir el consumo de bebidas azucaradas, la refresquera inició en 1999 su estrategia para que las políticas de salud pública no afectaran sus ventas.

China e India, junto con África y América Latina y otras naciones de ingresos medios y bajos, se han convertido en el mercado a conquistar por una empresa que ve disminuido el consumo de sus productos en las naciones de ingresos altos. El mismo fenómeno está ocurriendo con la industria tabacalera y del alcohol, ante las regulaciones y la reducción en el consumo de sus productos en gran parte de las naciones ricas, están invadiendo el mercado no regulado de las naciones de ingresos bajos.

Conociendo el impacto de su producto, en 1999, Coca Cola fundó en China el International Life Sciences Institute (ILSI) que ha establecido en diversas naciones para proteger sus intereses y argumentar que sus productos no dañan la salud. La función del ILSI es aparecer como una entidad científica independiente que cabildea entre la academia, las dependencias públicas, hace foros, publica reportes, todo encaminado en negar la evidencia del daño de los productos de esta empresa o, al menos, generar la duda sobre sus daños.

Para lograr este objetivo en China, a través de ILSI se contrató como su director a Chen Chunming, uno de los más destacados nutricionistas chinos, que había sido presidente de la academia China de Medicina Preventiva, una entidad científica que depende del ministerio de salud y aporta evidencia científica para las políticas de salud pública.

ILSI se presenta en China como “un puente entre el Gobierno, la academia y la industria, proveyendo la información científica más avanzada para tomar decisiones en políticas de nutrición, especialmente obesidad y desarrollo infantil, seguridad en alimentos y prevención y control de enfermedades crónicas”, escribe Susan Greenhalg, académica de Harvard y especialista en China, en el British Medical Journal titulado “Making China safe for Coke: how Coca-Cola shaped obesity science and policy in China”.

DEL CDC A COFEPRIS Y DEL ILSI A LA SECRETARÍA DE SALUD

El ejemplo del contubernio entre empleados de Coca Cola y el CDC en los Estados Unidos, se queda corto con el contubernio entre Coca Cola y Cofepris en México. Este organismo nos impuso, como parte de la estrategia nacional contra la obesidad, un etiquetado frontal en bebidas y alimentos que había introducido en México la propia refresquera. No basto que la OMS le advirtiera que este etiquetado no era entendible y que tenía un criterio de azúcar que representaba un riesgo, tampoco le importó a Cofepris que investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública, la institución que brinda la evidencia para las políticas de salud pública en nuestro país, advirtieran públicamente que era mejor no tener etiquetado frontal que tener el que impuso Cofepris.

Por su parte, el ejemplo de ILSI en China tiene sus similitudes con la captura que hizo la industria de alimentos y bebidas, agrupada en ConMéxico, de la Secretaría de Salud, en especial de la Subsecretaría de Prevención, que protegió a Cofepris y a esta industria. Secretaría de Salud creó un organismo para evaluar la política contra la obesidad dominado por la industria, del que excluyó a los institutos nacionales de salud, especialmente al Instituto Nacional de Salud Pública. De esta manera se excluía la evidencia científica y la crítica.

También ha jugado un papel similar al de ILSI en China, la Fundación Mexicana para la Salud. FUNSALIUD ha desarrollado importantes investigaciones pero siempre y cuando no afecten los intereses de Nestlé que es su principal financiador, siempre y cuando no vaya a promover políticas que afecten sus ganancias. Varios funcionarios públicos en el área de salud han trabajado anteriormente en FUNSALUD así como actuales investigadores de FUNSALUD han trabajado en el Gobierno. Difícilmente estos profesionales van a actuar en contra de los intereses de esa empresa, la mayor de alimentos en el mundo.

La evidencia científica está sobre la mesa, diversas experiencias internacionales de política de salud pública están mostrando resultados, se ha declarado una separación entre el poder político y el económico, lo que debería evitar estas interferencias, falta ver los primeros hechos de este nuevo Gobierno.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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