Adela Navarro Bello
05/02/2013 - 12:00 am
El Presidente Twitter
Quizá, como muchos otros sucesos y eventos que transcurren en México en los últimos dos meses, la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República y la de las principales Secretarías, han desaparecido y nadie lo ha informado. En el cambio de política de comunicación e información más radical que gobierno mexicano alguno haya […]
Quizá, como muchos otros sucesos y eventos que transcurren en México en los últimos dos meses, la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República y la de las principales Secretarías, han desaparecido y nadie lo ha informado.
En el cambio de política de comunicación e información más radical que gobierno mexicano alguno haya tenido, la realidad es que toda comunicacion ha quedado reducida al Twitter del Presidente.
Se acabaron los boletines, muy pocas conferencias informativas y menos datos entregados a la prensa para dar cuenta de ello. Los sucesos que al presidente Enrique Peña importan, él mismo dará cuenta en su Twitter; los que no, los ocultará férreamente y no hay quien le exija liberar la información que afecta a los mexicanos.
Estamos en la Presidencia oscura, en el sexenio de la privatización de la información pública. En tiempos de transparencia y claridad en el manejo de los gobiernos en el mundo, en México regresamos al oscurantismo, a la época donde la información es oficial y nada más. Pero no oficial por los conductos institucionales, sino por las banalidades de un texto vía teléfono celular.
Durante semanas me pregunté cuál sería el trabajo de David López, –para quienes no lo ubican o el nombre no les suena, se trata del director de Comunicación Social de la Presidencia, figura que en el pasado incluso en el pasado priísta, hacia las veces de vocero–; bien, el señor López no responde llamadas a los reporteros, editores o directores de los medios, o al menos no a todos, ahora caigo en cuenta dada la actividad de vocero-twittero del Presidente, que quizá David López no responde, no porque no quiera o le guste negarse a los periodistas, sino porque no tiene algo que informar.
La información está restringida en México a la conveniencia del Presidente, los suyos y su partido. No sabemos a cuánto asciende la fortuna de cada uno de ellos, como ignoramos adónde van de vacaciones, a quiénes se ha detenido, cuál es la estrategia de seguridad e incluso desconocemos los pormenores de los planes de emergencia como lo fueron los activados a partir de la explosión en el edificio B2 de la Torre Pemex. Sólo hemos sabido lo que el Presidente vía redes sociales nos ha informado.
La noche del sábado se tomó una foto –sonriente como siempre– con un rescatista al que evidentemente interrumpió en sus labores para hacerse la gráfica e informar con ella y no directamente, que estaba en la Ciudad de México y no en Punta Mita como había sido un hecho por la mañana y harto reprochado por la insensibilidad del acto, en los propios medios del Presidente: las redes sociales.
Después de cuatro días de oscurantismo en la investigación de los hechos que provocaron la explosión que a la fecha es el origen de la muerte de 37 mexicanos que laboraban en Pemex, sólo vimos a una parte del gabinete hacer labores de estorbo en la zona cero de la tragedia, al Presidente irresponsablemente acudir cuando el lugar no estaba asegurado y el peligro erradicado el mismo jueves del siniestro. Luego fotos en Twitter e información de Peña Nieto cual corresponsal en el sitio. Él mismo y no comunicación de Presidencia informó de una conferencia de su equipo de colaboradores encabezados por el de Gobernación, Miguel Osorio el lunes 4 de febrero por la noche, por supuesto la comunicación la hizo a través de la cuenta @EPN.
La tardía conferencia se ve también como un hecho para contrarrestar la publicación en el diario capitalino La Jornada con las declaraciones de un agente de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal quien comentó al medio el descubrimiento de maletas en el lugar de la explosión y con contenido que podría hacer pensar en explosivos. Horas después, y también a través de Twitter, el secretario de Seguridad del DF ampliaría el caso de las maletas para minimizado y no causar pánico.
Una más: entre el 18 y el 19 de enero no se sabe con certeza ni se sabrá a como están las cosas, elementos del Ejército mexicano detuvieron después de un enfrentamiento a balazos –según explican pero no prueban– a José Ángel Carrasco Coronel, a quien y contraviniendo la política de Peña Nieto de no llamar por sus apodos o sus cárteles a los narcos, le apodan «El Changel» y pertenece a La Corona, organización criminal que tomó fuerza a partir del asesinato del tío de Carrasco, Ignacio «Nacho» Coronel.
«El Changel» es uno de los responsables de las muertes de la Nochebuena de 2012 en las inmediaciones de Michoacán y Jalisco. Un narcotraficante peligroso con una red de sicarios y células de distribución de drogas en aquella parte del país y que pelea territorios (o peleaba si creemos sin ver foto ni declaraciones que efectivamente lo detuvieron) con sangre y plomo, entonces ¿por qué el gobierno federal no informó de su captura? Por estrategia en beneficio de quién sabe quién más allá de los propios criminales.
En una reunión de Generales de la V Región en Jalisco, de esas que harán cada mes porque también a ellos se les prohibió hablar, dar declaraciones o informar de sus acciones en el momento que suceden, al general Daniel Velasco Ramírez «se le salió» la información de la captura de «El Changel» cuando los reporteros le pidieron su conclusión en relación al incremento de los enfrentamientos violentos en aquella zona. Ahí les dijo que se debía a una lucha por el reacomodo de las bandas criminales luego de la detención del narco de la cual sólo él, de todos los presentes, tenía conocimiento. Los mexicanos nos enteramos pues y debido al desliz verbal de un general, de la detención doce o trece días después.
Obvia comentar que esa información no apareció en el Twitter de Peña Nieto, dada su política de tratar con sumo respeto, discreción y secrecía lo que sucede con los narcotraficantes, amén que no ha presentado una postura abierta en relación a la inseguridad en el país, más allá de ignorarla. Ahora si que es el único que no escucha los balazos.
En la era de la información pública, en México se está volviendo privada. Qué cosas.
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