Los Awá, una tribu indígena que antes se dedicó a la agricultura en la Amazonía brasileña, hoy es una de las más amenazadas del planeta, que ha sufrido un genocidio por parte de los ganaderos y madereros, lo que los llevó a tomar costumbres nómadas para poder huir y sobrevivir. Dedicados actualmente a la recolección y a la caza, las mujeres de la tribu han adoptado a diversas especies de animales salvajes, entre ellas monos y ardillas, a los que amamantan a cambio de que estas mascotas los ayuden con tareas cotidianas, como es el partir nueces o bajar fruta de los árboles más altos de la selva.
Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo).- La densa selva amazónica que antaño cubría enormes extensiones del noreste de Brasil prácticamente ha desaparecido, y no para ser reemplazada por ciudades, sino por un páramo aparentemente infinito de haciendas ganaderas.
El último reducto de esta otrora fantástica selva, una de las más antiguas del mundo, se encuentra allá donde los pueblos tribales han resistido frente a los avances de los ganaderos y madereros.
Uno de esos pueblos indígenas es el de los cazadores y recolectores Awás, una tribu que amamanta a las ardillas ya los monos en peligro de extinción a pesar de estar catalogada como «la tribu más amenazada del mundo».
La tribu Awá se caracteriza por adoptar varios animales salvajes como mascotas, y además porque las mujeres (huamanas) amamantan a estos animales hasta que se hayan desarrollado completamente.
En la mayoría de las familias hay más mascotas que personas, desde coatíes parecidos a mapaches, hasta jabalíes y zopilotes reales. Pero sin lugar a dudas, los monos son sus favoritos.
Las pequeñas crías de mono aullador necesitan leche con frecuencia, por lo que no es raro ver a una mujer awá amamantando al mismo tiempo a su bebé y a su mono adoptado.
«Paso mucho tiempo amamantado a los monos bebés», explica Periquito, una mujer de la tribu en un video realizado por la organización no gubernamental Survival, un movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, que dice ser «la única organización que ayuda a los pueblos indígenas a defender sus vidas, proteger sus tierras y decidir su propio futuro».
«Y cuando han crecido lo suficiente vuelven a vivir a la selva. Puedo oír al mono aullador que solía ser mi mascota, cantando ahí en la selva», enfatiza Periquito.
Aunque los monos salvajes son una importante fuente de comida, una vez que una cría es acogida por una familia y amamantada, nunca se la comerán. Incluso si regresa a la selva, los awás reconocerán a ese mono como «hanima», que significa en español «parte de la familia».
LA FRAGILIDAD DE LOS AWÁS
Alrededor de 60 de los miembros de la tribu Awá nunca han tenido ningún contacto con el mundo exterior. Casi todos ellos fueron eliminados por enfermedades como la viruela, el sarampión y la gripe importadas por los colonos. Los que sobrevivieron fueron esclavizados y puestos a trabajar en las plantaciones de caucho y caña de azúcar.
En 1835, después de siglos de opresión, las tribus de Maranhao se levantaron contra sus gobernantes europeos en una revuelta que duró cinco años, y que terminó en el exterminio masivo de alrededor de 100 mil personas indígenas en todo el estado.
Los Awá se vieron obligados a adoptar un estilo de vida nómada para escapar del genocidio. Durante los siguientes 200 años, se convirtieron en hábiles cazadores y aprendieron a construir refugios en unas pocas horas, para abandonarlos días después. Con su nuevo estilo de vida nómada, perdieron el conocimiento de la agricultura o incluso la forma de encender un fuego.
Los awás, como nómadas, llevan con ellos las cosas que necesitan cuando se trasladan: arcos y flechas, niños, mascotas. Todo proviene de la selva: los cestos hechos con hojas de palma, los aros de liana que usan para trepar a los árboles y la resina que queman para alumbrarse.
En 1982, el Banco Mundial y la Unión Europea dieron a Brasil un préstamo de unos 600 millones de libras para proteger las tierras de sus pueblos indígenas, pero los madereros ilegales continuaron amenazando su existencia por otros 30 años, por que el gobierno brasileño apenas tiene presencia en la región.
El trabajo de los madereros y de los ganaderos ha llegado a un punto crítico: ya se ha talado aproximadamente el 30 por ciento de una reserva awá protegida legalmente. La selva de los awás está desapareciendo a un ritmo mayor que el de cualquier otra zona indígena en Brasil.
Alrededor de 450 miembros de la tribu fueron asesinados entre el año 2003 y 2010, según el Consejo Indigenista Misionero (CIMI). Hace tres años, un niño de ocho años de edad de la tribu Awá se decía que había sido quemado vivo por «rancheros» cuando se desvió fuera de su territorio protegido. El líder de otra tribu, Luis Carlos Guajajaras, dijo que fue asesinada como una advertencia a otros pueblos nativos.
El año pasado gobierno anunció que se habían retirado de todos los invasores de la tierra Awá, pero hoy en día se enfrentan a un peligro aún mayor: los incendios forestales que azotan a través del Amazonas.
Los incendios que han acabado con grandes extensiones de bosque en la franja oriental del Amazonas conocida como «los pulmones de la tierra» se dice que se han iniciado por los ganaderos que quieren convertir sus tierras en plantaciones.
Tatuxa’a, un portavoz de los Awá, dijo al diario británico Daily Mail: «Hoy fui a la selva y estaba rodeado por el humo y el polvo. Hay fuego por todas partes y es muy cerca de nuestras comunidades. Necesitamos que el gobierno nos ayude. Nosotros solos no podemos apagar los incendios, ya que hay muchos».