El escritor cubano visitó la FIL de Guadalajara con el firme propósito de no hablar de la situación política de su país natal y a cambio pidió referirse a la literatura, el cine y el béisbol, sus pasiones íntimas
Guadalajara, Jalisco, 4 de diciembre (SinEmbargo).- El flamante Princesa de Asturias de las Letras, Leonardo Padura, era una de las figuras más esperadas en la Feria Internacional del Libro que transcurre en esta ciudad hasta el próximo domingo 6.
Un año lleno de presentaciones y conferencias, sumada a toda esa actividad la entrega del mencionado galardón en España, obligaron al autor de El hombre que amaba los perros a dar –según dijo- 250 entrevistas en el año, por lo que en la capital jalisciense optó por ofrecer una amena y prolongada conferencia de prensa en la que pidió que no se hablara de política.
Acompañado por el editor de Tusquets México, el también novelista Martín Solares, Padura se refirió a los cuatro filmes para televisión, uno de los cuales también llegará a las salas de cine, alrededor de sus historias, en las que el escritor y su esposa, Lucía López Coll, fungen además como guionistas.
El cubano Jorge Perrugorría se pone en la piel del detective Mario Conde y el español Antonio Banderas hará lo propio en otro proyecto que también se conocerá el año venidero, mientras transcurre con éxito la laureada Regreso a Ítaca, obra de Padura que ha llevado al cine el francés Lauren Cantet.
Padura también anunció con mucha alegría que el legendario director griego Costa Gavras llevará al cine su aclamada El hombre que amaba los perros, al tiempo que también celebró que un cambio de casa editorial en Brasil le permitió conseguir más lectores en un mercado tan reacio a los autores en otra lengua como el del enorme país sudamericano.
El autor de Herejes, novela del 2013 que explora las ataduras del individuo y la búsqueda de la libertad existencial, se refirió a la importancia de su esposa en su vida, pues constituye una figura intelectual que no admite concesiones a la hora de criticar sus textos, algo muy valioso “pues soy un escritor muy inseguro”, remarcó.
En Herejes dialogan pasado y presente –una constante en su obra-, en una historia que traza paralelismos entre los problemas del pintor holandés Rembrandt y la inconformidad con las posiciones estéticas oficiales que Padura ve reflejada en las tribus urbanas de “emos” y “punks” que se reúnen en el barrio habanero del Vedado.
Leonardo, nacido en 1955 en La Habana recibió en 2012 el Premio Nacional de Literatura, se formó como periodista en el diario Juventud Rebelde y ha recibido entre otros galardones el premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en 1993; Café Gijón (1995), Dashiell Hammett (1998), de Periodismo Cultural José A. Fernández Castro (2005) y de la Crítica Literaria y Roger Caillois en el 2011.
En Guadalajara presenta su volumen de cuentos titulado Aquello estaba deseando ocurrir, que ya va por la tercera edición en el mercado en español, editado por Tusquets.
ESCRIBO PARA RESPONDERME PREGUNTAS
“Escribo para responderme preguntas”, dice Leonardo Padura en Guadalajara, al tiempo de comentar que prepara unos cursos que dará primero en la Universidad de Puerto Rico y luego en la Universidad Menéndez Pelayo, España, titulados “¿Para qué se escribe una novela?”.
“Me interesa mucho saber las motivaciones de un escritor. En mi caso siempre hay una respuesta que tiene que ver con la sociedad cubana. Escribo fundamentalmente de la vida en Cuba en todos estos años, de cómo las personas han podido desarrollar su vida en Cuba, con dificultades, con esperanzas, con frustraciones, pero tratando siempre de ser lo más sincero y honesto posible en cuanto a la mirada que desde mis libros hay en torno a la realidad de mi país”, afirmó.
“Creo que en un caso como Cuba es importante la mirada crítica con respecto a una realidad que a veces no aparece en la prensa y que necesita ser testimoniada. No soy el único escritor que hace ese tipo de ejercicio, puesto que la narrativa cubana de los últimos 25 años ha hecho un poco la crónica de la vida que no está en los medios oficiales”, agregó.
Apasionado por el deporte nacional cubano, que es para él la esencia de la espiritualidad nacional, Padura contó que en su juventud fue un primera base que jugaba en los jardines, pero no era buen beisbolista, por lo que decidió dedicarse a la literatura.
Habló en otro tramo de la presencia de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) y particularmente de Los tres tristes tigres, de cuya edición se celebran 50 años en este 2015 y que es un libro que al igual que otros del escritor cubano muerto en el exilio y ferozmente opositor al Gobierno de la Revolución liderada por Fidel Castro, circula libremente por la isla.
Cabrera Infante pidió que ninguno de sus libros fuera publicado mientras no cambiara en Cuba el signo del Gobierno, pese a lo cual los cubanos se la han arreglado para leerlo, contó Padura.
“Hay un proceso muy importante en la literatura cubana, que es el de la creación de la imagen del país a través de la creación de la imagen de La Habana. Desde el principio del siglo XIX con las novelas costumbristas, con las románticas a mediados y con las realistas a principios del siglo XX, se va creando la imagen de La Habana”, explicó.
“En pleno siglo XX, hay tres escritores cubanos que recrean ese elemento de la ciudad. Uno lo crea desde lo barroco: Alejo Carpentier. Otro desde el imaginario: José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante lo crea desde las palabras”, agregó.
“Creo que ningún escritor cubano posterior a Guillermo Cabrera Infante puede desconocer el lenguaje habanero literario que él patentó y que magnificó en obras como la citada Los tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto que ojalá sean publicadas en Cuba muy pronto”, dijo.
NO LE QUEDAN SUEÑOS POR CUMPLIR
No le quedan sueños por cumplir a Leonardo Padura, sobre todo desde que con muchas erratas y cuando él era muy joven y nadie lo publicaba en Cuba, saliera en México su primer libro, Pasado perfecto, gracias a una editorial dirigida entonces por Paco Ignacio Taibo II.
Su esposa, la guionista de cine Lucía López Coll, es la persona más importante de su vida intelectual, con la que lleva 38 años de relación.
“Es mi primera lectora, mi primer crítico y mi primera colaboradora. Como no tiene a diferencia de algunos amigos temor a hacerme una crítica, me ayuda mucho, puesto que soy un escritor inseguro que necesito confrontar permanentemente mis textos con personas en cuyo criterio confío y ella es la primera en ese sentido”, confesó.
“No dejo de soñar, pero me siento muy satisfecho por lo que he logrado. Una parte importante de lo que he logrado se lo debo a mi trabajo, porque he sido siempre un escritor empecinado y todo lo que conseguí a mi trabajo se lo debo”, destacó.
Con respecto al nuevo estatus de la relación entre los Estados Unidos y Cuba y cómo influirá en su literatura, dijo el autor que habrá que esperar. Por lo pronto, su esposa lloró cuando se reconstituyeron las conversaciones entre ambas naciones y su madre, de 87 años, atribuyó el hecho a un milagro de San Lázaro, un santo muy venerado en Cuba.