Los astrónomos pudieron confirmar este importante paso cuando el instrumento de medición de onda de plasma que lleva la sonda detectó un marcado aumento en la densidad de plasma (estado fluido similar al gaseoso).
Londres, 4 de noviembre (EFE).- La sonda espacial Voyager 2, lanzada en 1977 desde el centro espacial de Cabo Cañaveral (EU) para estudiar planetas externos, ha salido del sistema solar y entrado en el espacio interestelar, también conocido por las siglas ISM.
El estudio, publicado este lunes en la revista científica británica Nature Astronomy, ha estado a cargo de investigadores de la Universidad de Iowa (EU), que han confirmado el paso y la entrada del Voyager 2 al ISM el 5 de noviembre de 2018, tal y como han dado a conocer ahora.
El ISM es la región interestelar con contenido de materia y energía entre las estrellas dentro de una galaxia.
Los astrónomos, agrega el artículo, pudieron confirmar este importante paso cuando el instrumento de medición de onda de plasma que lleva la sonda detectó un marcado aumento en la densidad de plasma (estado fluido similar al gaseoso).
Este incremento es claro en el paso que hizo la sonda desde un plasma caliente, de baja densidad y característico del viento solar, al frío y de alta densidad de plasma en el espacio interestelar.
Este tránsito es similar al aumento también en la densidad de plasma detectado por la sonda espacial hermana Voyage 1 -ambas lanzadas en 1977 desde Cabo Cañaveral- cuando cruzó al espacio interestelar, ocurrido en 2012.
En sentido histórico, no es cierta la vieja idea de que el viento solar queda gradualmente disminuido a medida que «uno entra en el espacio interestelar», señaló Don Gurnett, uno de los autores de esta investigación.
«Con el Voyager 2 -y previamente con el Voyager 1- mostramos que hay un límite distintivo allí fuera. Es asombroso cómo los fluidos, incluidos los plasmas, forman la frontera», agregó.
Gurnett, profesor emérito del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Iowa, es el principal investigador del instrumento de ondas de plasma que lleva el Voyager 2.
La entrada de esta sonda espacial en el ISM ocurrió a 119.7 unidades astronómicas (AU) -o más de 11 mil millones de millas (17 mil 702 millones de kilómetros)- del Sol, mientras que el Voyager 1 pasó al ISM a 122.6 AU, explica la revista.
Las dos sondas espaciales fueron lanzadas con una diferencia de unas semanas en 1977, con misiones y trayectorias diferentes, pero básicamente entraron en el ISM a la misma distancia del Sol.
Esto ha permitido contar con datos muy valiosos sobre la estructura de la heliósfera, la burbuja creada por el viento solar mientras se extiende por los límites del sistema solar.
«Esto implica que la heliósfera es simétrica, al menos en los dos puntos donde las aeronaves Voyager han cruzado», señaló Bill Kurth, científico de la citada institución académica.
Además, los datos recabados del instrumento del Voyager 2 aportan nueva información sobre el grosor de la región exterior de la heliósfera y el lugar donde el viento solar se acumula frente al viento del espacio interestelar, que Gurnett lo asemeja al efecto de un quitanieves en las calles de una ciudad.
El artículo agrega que la última medición obtenida del Voyager 1 fue cuando la aeronave estaba en 146 AU, o más de 13 mil 500 millones de millas (21 mil 726 millones de kilómetros) del Sol.
El instrumento de ondas de plasma registra que la densidad del plasma está aumentando, dice el artículo, y añade que la sonda está tan lejos que la información tarda 19 horas en llegar a la Tierra.
«Las dos Voyagers durarán más que la Tierra. Están en sus propias órbitas alrededor de la galaxia durante cinco mil millones de años o más. Y la probabilidad de que se topen con algo es de casi cero», afirmó Bill Kurth.