Más que su legado musical, Juan Gabriel habría entregado a México y a su gente un regalo inconmensurable de tolerancia. De acuerdo con The Economist, «El Divo de Juárez» sacudió acendrada cultura del machismo al feminizar la música ranchera, animando especialmente a los bravucones mexicanos a reconocer y expresar sus sentimientos más profundos sin pena, y sin tener que acabarse todo el tequila.
Ciudad de México, 4 de septiembre de 2016 (SinEmbargo).- Juan Gabriel escribió cientos de canciones con las que agitó los corazones de millones de personas en México y el resto del mundo de habla hispana. Gracias a ellas vendió millones de discos, ofreció miles de conciertos y construyó una banda sonora salpicada de amor, tristeza y dolor que ayudó a construir la identidad de un pueblo.
Pero podría ser otra la aportación social más trascendental que hizo a México «El Divo de Juárez».
En un reciente artículo que lleva como título El cantor del México Posmoderno (The bard of postmodern Mexico), el semanario británico The Economist sostiene que, con su música y, su ‘homosexualidad evidente’, Juan Gabriel pudo haber contribuido a hacer de México un país más tolerante.
Juan Gabriel feminizó a la música ranchera, ese ingrediente esencial de la identidad nacional y, al hacerlo, animó al estoico “macho mexicano” acostumbrado a curar las penas en soledad y, con tequila, a entender que no es síntoma alguno de debilidad reconocer y exteriorizar los sentimientos más profundos.
El texto comienza reconociendo que la enorme conexión que terminaría logrando Juan Gabriel con millones y millones de personas a lo largo de 45 años de carrera, fue completamente natural, porque se originó en su historia personal.
“Juan Gabriel sabía todo sobre la soledad y la pérdida del amor”.
También sabía de carencias y de esa batalla sempiterna contra la insuficiencia tan conocida por el mexicano común.
Fue el menor de 10 hermanos, en un hogar de campesinos michoacanos que se desarticuló cuando él tenía apenas cuatro años y su padre fue recluido en un psiquiátrico. El hecho obligó a su madre a mudarse con sus hijos a una Ciudad Juárez extrema como casi siempre son las ciudades fronterizas.
Agobiada por los enormes retos que le impuso la vida, su madre decidió ingresar a Juan Gabriel en un orfanato y con ello le marcó la vida.
“Su madre se convirtió en el amor eterno imposible de uno de sus más grandes éxitos”, escribe The Economist.
Juan Gabriel comenzó a escribir canciones mientras vendía tortillas en las calles de Juárez. Luego comenzó a presentarse en los lóbregos bares del centro. En la Ciudad de México fue encarcelado durante 18 meses por error, según él, acusado de robar una guitarra.
Uno de sus primeros éxitos fue “No Tengo Dinero”, un pop pegajoso con el que mostró su habilidad para reproducir con su música las preocupaciones más sentidas de millones de mexicanos de a pie.
“Durante casi medio siglo, Juan Gabriel proporcionaría a México una banda sonora nacional que acompañó al país a través de cambios profundos. Difícilmente sus canciones faltaban en bodas y funerales y vendió más de 100 millones de discos en todo el mundo”.
Artista magnético y obsesivo en el escenario, Juan Gabriel daba conciertos que duraban horas, como el que ofreció en el foro de Inglewood, California, tan sólo dos días antes de su muerte, ocurrida el 28 de agosto.
«El Divo de Juárez» se convirtió en heredero cabal de la época de oro de la música popular mexicana (de 1930 a 1960), periodo en el que las rancheras de José Alfredo Jiménez y Agustín Lara hicieron eco en toda América Latina y España.
La tradición ranchera, dice el texto, es una expresión de machismo mexicano que canta sobre hombres dominantes, mujeres traicioneras y del consuelo varonil que sólo puede encontrarse en el tequila.
“Uno de los logros notables de Juan Gabriel fue feminizar la música ranchera. Lo hizo en parte a través de su homosexualidad visible, con sus ajustados pantalones blancos, camisas de lentejuela y gestos amanerados. También lo hizo a través de sus letras, en las que dejaba completamente clara su vulnerabilidad emocional”.
El texto del semanario británico usa como ejemplo un fragmento de su canción «Se me olvido otra vez», que cuenta cómo un amante despechado espera en triste futilidad, «en la misma ciudad y con la misma gente», una reconciliación que en el fondo sabe imposible.
Al igual que Pedro Almodóvar, el director de cine español que también es gay, Juan Gabriel siempre mostró una sensibilidad especial con las mujeres. Compuso grandes éxitos para muchas de las cantantes más famosas de su época: Chavela Vargas, Lola Beltrán y Rocío Dúrcal y muchas veces cantó con ellas.
“Tal vez debido a la inseguridad que vivió en su juventud fue un hombre del sistema. Aparecía con frecuencia en Televisa, vocera cuasi oficial del gobierno mexicano, y públicamente apoyó al Partido Revolucionario Institucional, aunque sus lealtades siempre fueron más personales que políticas”.
Un día un reportero de televisión le preguntó durante una entrevista si era gay. «Lo que se ve no se pregunta, mijo», le contestó. “Nunca fue un activista (del movimiento gay). No tenía por qué, él ya era ejemplo”.
Millones de mexicanos conocieron a Juan Gabriel y su música cuando sus madres hacían quehacer en casa. Su música narraba amores y desamores que se transformaban en tragedias comunes, pero inofensivas en el fondo.
Con su música, este artista de excepción trasladaba a sus escuchas a un México más inocente, sin violencia, sin los narcos y los grupos criminales que lo agobian hoy.
Pero, al mismo tiempo, y aquí es donde el artículo de The Economist pone todo el énfasis, “Juan Gabriel (con su música) anunciaba la venida de un país más tolerante, en el que la homosexualidad (hoy) fuera cada vez más aceptada, aunque fuera a regañadientes”.
“‘El macho mexicano es un ser hermético, encerrado en sí mismo’», escribió Octavio Paz, el gran poeta mexicano del siglo 20. Paz atribuyó a él y a sus compatriotas ‘una dolorosa y defensiva falta de voluntad para compartir nuestros sentimientos más íntimos’. Y dijo más: ‘El mexicano sucumbe fácilmente a efusiones sentimentales, y por lo tanto, las rechaza’.”
Juan Gabriel, en suma, ayudó a los mexicanos a empezar a dejar que todos esos sentimientos profundos salieran finalmente. Y eso, para nada es poca cosa.