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Rosalina Piñera

04/09/2016 - 12:00 am

Mis mejores días… o En busca del tiempo perdido.

Tres recuerdos de mi juventud, refiere con mayor puntualidad lo que veremos desplegado en pantalla, tres capítulos de vida que definieron el destino de Dedalus, el joven antropólogo que regresa a Francia tras ocho años de estancia en Tayikistán. Pronto sabremos las razones del autoexilio, soterradas por la desmemoria voluntaria.

tres Recuerdos De Mi Juventud Refiere Con Mayor Puntualidad Lo Que Veremos Desplegado En Pantalla Tres Capítulos De Vida Que Definieron El Destino De Dedalus El Joven Antropólogo Que Regresa a Francia Tras Ocho Años De Estancia En Tayikistán Pronto Sabremos Las Razones Del Autoexilio Soterradas Por La Desmemoria Voluntaria Foto Especial
tres Recuerdos De Mi Juventud Refiere Con Mayor Puntualidad Lo Que Veremos Desplegado En Pantalla Tres Capítulos De Vida Que Definieron El Destino De Dedalus El Joven Antropólogo Que Regresa a Francia Tras Ocho Años De Estancia En Tayikistán Pronto Sabremos Las Razones Del Autoexilio Soterradas Por La Desmemoria Voluntaria Foto Especial

El cine francés otorga siempre un aliento de frescura a una cartelera avasallada por las producciones estadounidenses. Al esperado inicio del Tour de Cine Francés, que tendrá lugar en varias sedes de la ciudad de México del 9 de septiembre al 13 de octubre de este año, se anticipa el estreno regular de otros títulos, como el documental ambientalista Mañana (2015), dirigido por Cyril Dion y Mélanie Laure y la película que hoy nos ocupa: Mis mejores días (2015), noveno largometraje del laureado Arnaud Desplechin (Reyes y Reina, 2004), ganador del Premio César al Mejor Director en 2015.

Aleccionado con lo mejor de la Nueva Ola Francesa, el cineasta francés articula una cadena de vivencias que reconstruyen el pasado de Paul Dedalus, (Mathieu Amalric, actor fetiche del cineasta galo), en distintas etapas de vida. Desde una infancia atormentada por la enfermedad mental de una madre con tendencias suicidas y un padre iracundo y golpeador. La adolescencia, con la construcción de fraternidades en el ámbito escolar y las primeras lealtades ideológicas en el contexto de la Guerra Fría y la posterior caída del muro de Berlín.

En el filme trasciende tanto la historia como la forma acogiendo con pasión la batalla estética de los realizadores franceses emblema de la mencionada Nouvelle vague. Simplicidad técnica, escenarios sin artificios, libertad narrativa, disgresiones; personajes que miran hacia el público, exteriorizan pensamientos y comparten la intimidad de sus cartas amorosas, una vez abolida la cuarta pared. Aromas de Jacques Rivette, François Truffaut y Jean-Luc Godard se respiran ahí.

El título original Trois souvenirs de ma jeunesse, Tres recuerdos de mi juventud, refiere con mayor puntualidad lo que veremos desplegado en pantalla, tres capítulos de vida que definieron el destino de Dedalus, el joven antropólogo que regresa a Francia tras ocho años de estancia en Tayikistán. Pronto sabremos las razones del autoexilio, soterradas por la desmemoria voluntaria.

Desde el inicio, Desplechin se toma la libertad de dirigir nuestra atención hacia otros rumbos, nos conduce por los caminos del cine de espionaje. El protagonista es detenido en la aduana y conducido bajo arresto a un interrogatorio. Se revela la existencia de otro Paul Dedalus, un homónimo que radica en otro país. «¿Quién es usted?», inquiere el inspector. «No sé», responde el interpelado con honestidad. A la indagación policial sobre la identidad del verdadero Dedalus, nos sumamos los espectadores mientras el protagonista desentraña el misterio.

La confesión evoca la niñez, con Paul (el niño Antoine Bui) enfrentando los embates emocionales de su madre enferma, protegiendo a sus hermanos menores y confrontando a su padre ante el pésimo rendimiento escolar. El aliento del divino tesoro de la juventud en la provincia francesa, el viaje a Russia cuando el mundo se dividía en dos ideologías dominantes hasta llegar a la etapa del descubrimiento del amor y su apasionada relación con la seductora y enigmática Esther (Lou Roy-Lecollinet). Es en esta fase, con el protagonista encarnado por el joven actor Quentin Dolmaire, en donde se concentra el alma de la historia y se detalla la odisea romántica.

Con la partida de Dedalus a París para estudiar en la Sorbona, ambos jóvenes se instalan en el delirio amoroso, se derriten con el vínculo epistolar y viven su idilio entre poemas y personajes literarios (añadida la referencia a James Joyce y al personaje protagonista de su obra Retrato del artista adolescente: Stephen Dedalus). «¿Alguien te ama más que a su vida?», cuestiona Dedalus a Esther. «Así es como te amo yo», afirma convencido a plenitud. En este punto del metraje, la relación erótica y los lazos emocionales descritos desde el ensueño y la desesperación juvenil plasmados por la competente labor del cineasta, erigen un filme memorable.

Avanzando hacia el final, regresamos con el Dedalus adulto (Mathieu Amalric) en la madurez implacable, calibrando el desencanto por el pasado que lo marcó. Secuencia imborrable, Dedalus/Amalric cruzando el puente del Sena mientras el viento lo regresa al pasado, a la felicidad por lo vivido que yace dormida en su interior. El humor no está ausente en este inteligente abordaje sobre el intrincado sublime amor juvenil. Dirección y libreto, actuaciones para el recuerdo, banda sonora de alto calibre a cargo de Grégoire Hetzel (Incendios, 2010) y Mike Kourtzer (De dioses y hombres, 2007), Platón, poesía, romance, nostalgia. Y por si fuera poco, siempre tendremos París.

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Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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