Para la nueva normalidad el Gobierno de la Ciudad de México exige a los más de 300 mercados públicos y tianguis una serie de lineamientos tanto para comerciantes como para clientes, entre ellos, horarios específicos de servicio y abastecimiento; filtros de entrada y de detección de casos sospechosos; y suspensión temporal o revocación de actividades si se detectan casos de COVID-19.
Ciudad de México, 4 de junio (SinEmbargo).– Después de casi tres meses de resguardo voluntario, más que por el inicio de la nueva normalidad, Daniel volvió a su local de abarrotes ubicado en el mercado público enfrente del edificio de la Alcaldía Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, porque se le acabaron sus ahorros y los gastos siguen. Se ubica al norte de la capital del país, la zona que tiene más contagios por la COVID-19 solo después de Iztapalapa.
Daniel vive a unas calles de uno de los sitios turísticos y religiosos más visitados de la CdMx: el de La Villa de Guadalupe. Algunas veces regresó al local por su propia mercancía para comer. Pero desde esta semana, aún con semáforo rojo, se compró mascarilla y careta, y reabrió su negocio.
La diferencia visible es que ahora, en la llamada nueva normalidad, sus vecinos comerciantes, como es ya obligatorio en otros mercados de la Ciudad de México, tienen lonas de plástico para marcar sana distancia entre los puestos y aislarse de estornudos, sobre todo las carnicerías y pollerías. También usan mascarillas y han puesto a la mano del cliente gel desinfectante.
«Vi más gente que cuando venía por mercancía», dice. «Más señoras que han pasado por su mandado y un poco más de locatarios; casi todos traen cubrebocas», explica. Desde la entrada al Mercado Villa Zona 34 diversos anuncios exigen entrar con mascarilla obligatoria.
«Como estamos enfrente de la Alcaldía creo que es más exigente, porque los puestos de ropa, mercerías y figuras religiosas siguen cerrados al menos hasta el 15 de junio. En otros mercados –como el de Martín Carrera– los de productos no básicos pudieron abrir todo el rato», dice. Por ejemplo, cuenta, su tía Susana –de casi 90 años– es de las que ha atendido su puesto de telas incluso durante toda la pandemia.
Aunque tiene otro local que renta, no se lo han pagado debido la crisis económica derivada de la sanitaria. «Tenía ahorros para subsistir, pero me vine a abrir porque ya no puedo, qué hago», dice, pese a que vive solo y sin hijos. Además, su mercancía se estaba acabando o caducando. «Te quedas desfalcado. Es estresante estar sin dinero», comenta.
Para surtir su local heredado por su madre y empezar de nuevo, Daniel apostó –como miles– a solicitar un préstamo de 25 mil pesos a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso). «A ver si me lo dan… Ya me apunté», asegura. Sobre todo para surtir de refrescos. «Aunque haya pandemia, la gente los compra», afirma el comerciante.
Los más de 300 mercados públicos y tianguis en la capital del país son lugares donde el riesgo de contagio de la COVID-19 es alto por las grandes concentraciones, por lo que para la etapa de la nueva normalidad el Gobierno de la Ciudad de México estableció lineamientos sanitarios obligatorios desde el 1 de junio para el personal que labora y también para los consumidores.
En primera instancia, las autoridades exigen el uso de cubrebocas, lavado frecuente de manos, uso de gel antibacterial, sana distancia de 1.5 metros entre personas, estornudo de etiqueta, mantener silencio en espacios cerrados y evitar alzar la voz. También la limpieza de los espacios, desinfección constante de superficies con alto nivel de contacto, evitar tocarse los ojos, nariz y boca; y para las personas trabajadoras que se detectaron con signos de enfermedades respiratorias y/o temperatura corporal mayor a 37.5 grados designarles un área aislamiento y remitirlas al servicio médico.
Además, la venta se realizará de seis de la mañana a cinco de la tarde, con horarios especiales para el ingreso de los grupos vulnerables, y el abastecimiento de productos estará permitido únicamente en horarios diurnos –de seis de la tarde a ocho de la noche– y nocturnos –de ocho de la noche a las 24 horas– sólo con personal indispensable para ello.
Otra de las exigencias es que los mercados deben operar al 30 por ciento de su capacidad; se prioriza la apertura de locales destinados a la comercialización de productos cárnicos, maíz, hielo y agua, abarrotes, cremería y salchichonería, verduras, frutas y legumbres. Una vez generado acuerdo con cada Alcaldía, los mercados y tianguis implementarán un día a la semana el cierre total de sus instalaciones. El tianguis que tradicionalmente se coloca en Etén, Lindavista, al norte de la Ciudad, este miércoles sorprendió a los clientes por su ausencia. Y, por supuesto, no está permitido el acceso con animales de compañía, niños y de preferencia no enfermos crónicos.
Las Comisiones de Seguridad e Higiene vigilan y supervisan el cumplimiento de las medidas de higiene para evitar los contagios por COVID-19.
FILTRO PARA IDENTIFICAR ENFERMOS
Lucha ha decidido ir los martes al mercado, cuando hay pollo fresco, desde las siete de la mañana porque no hay mucha gente y no todos los locales han abierto. En la entrada del mercado de San Bartolo Atepehuacan, en la Gustavo A. Madero, Alcaldía con 4 mil casos acumulados, un letrero le da la bienvenida: puede entrar solo con cubrebocas y sin niños. Como piden los lineamientos, hay un flujo de entrada y otro de salida. Ya en la nueva normalidad tuvo que limpiarse sus zapatos con un tapete sanitizado. Si los usuarios no llevan cubrebocas, la administración lo proporciona.
Mientras compraba cuatro muslos, dos piernas y una pechuga, le preguntó al pollero cómo le iba con la nueva normalidad. «Ya estoy hasta la madre del cubrebocas, la gente no me entiende ni yo a ellos», confesó con su mascarilla negra. «La Alcaldía siempre viene a checar que cada puesto tengamos gel para los clientes y usemos cubrebocas. Si no lo tenemos nos aplican una multa de hasta 30 mil pesos». El pollero se quejó de que la gente no entiende que solo debe ir un miembro de la familia.
Le dijo que tienen como obligación tener un vidrio para cubrir el pollo o la carne ofertada. Los puestos de carne de a lado tienen lonas de plástico, pero el pollero comentó que sus clientes se espantan y creen que algo malo pasó. Limpia con cloro donde pone el pollo, lava el piso y tiene señalización para sana distancia.
De acuerdo con los lineamientos, la Administración del mercado o mesas directivas deben establecer un filtro para locatarios para la identificación de personas con infección respiratoria aguda. El filtro deberá ser atendido por personal de salud (medicina o enfermería) y en caso de no contar con alguno de ellos, las personas encargadas deberán recibir una capacitación previa para dicha función.
Edgar Álvarez, presidente del Frente de Comerciantes, pidió al Gobierno de la Ciudad de México restituir el servicio médico preventivo en los más de 300 mercados públicos y tianguis de la capital del país.
«No se va hacer la prevención si no hay personal médico mínimo que nos oriente», aseguró el comerciante del mercado Río Blanco de la Gustavo A. Madero. «Están emitiendo lineamientos administrativos para justificar acciones de Gobierno».
También lamentó que locales de vestido o zapatos aún no puedan abrir, aunque los considera básicos, y que deban suspenderse actividades si se detectan casos positivos.
El Gobierno de la Ciudad marca los lineamientos, debe establecer los criterios de cierre en los mercados y concentraciones considerando un esquema de detección, notificación, vigilancia y seguimiento a los casos confirmados y posibles contagiados por el COVID-19. Se deben realizar verificaciones periódicas por parte de las Alcaldías, donde de ser el caso se iniciará el procedimiento administrativo para la Suspensión Temporal de actividades y/o la Revocación.
Sobre las lonas del plástico Edgar subrayó que no es suficiente, pues deben sanitizarlo constantemente y llamó a los locatarios a no utilizar el cubrebocas desechable durante muchos días.
Además, los mercados y tianguis deberán disponer de un programa de higiene y saneamiento que contemple las siguientes condiciones: limpieza diaria y desinfección semanal de las áreas comunes de los mercados y locales con equipo de protección; y limpieza y desinfección general que debe realizarse sin afluencia de público por lo menos una vez al mes.
En el caso de los baños públicos ubicados en los mercados, deben limpiarse con detergente a diario; retirar objetos en desuso y ajenos al mercado para facilitar la limpieza y desinfección de todas las áreas.
«El problema del contagio no es exclusivo de los comerciantes. Se dice que somos el foco de infección. La gente que ha fallecido en los mercados tenía en su mayoría diabetes, hipertensión u obesidad que se agravaron con la pandemia», dijo Edgar, quien tuvo una gripe común y ahora se cuida el doble. «Los comerciantes estamos en la mejor disposición de cumplir los lineamientos, pero que nos den la asesoría adecuada, que nos capaciten sobre los diagnósticos de la gente. Que las autoridades no simulen por bien de la salud de la gente y la salud económica porque se viene la influenza», insistió el representante.