Tempestad (2016) de la documentalista de origen salvadoreño Tatiana Huezo refiere tristes realidades de la tierra nuestra. No a los estragos de los fenómenos atmosféricos que desbordan ríos, desgajan cerros y arrasan poblados. Sí a las perturbaciones sociales que desbordan violencia, desgajan familias y… arrasan poblados.
Desde su ópera prima, El lugar más pequeño (2011), Tatiana Huezo ha dado muestra de capacidad lírica y sutileza para abordar temas oscuros como lo ocurrido en las montañas salvadoreñas. En una década, en los años ochenta, la devastación generada por la guerra civil en su país de origen borró del mapa poblados enteros bajo la furia de la metralla. Fue el caso de Cinquera, lugar de raíces familiares de la documentalista. En su película debut evoca el territorio apacible perdido en otros tiempos, mientras su lente es testigo de la reconstrucción de breves espacios de cotidianidad de la región.
Residente en México desde hace varios años y egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica, la cineasta retornó a la tierra de su niñez en la época de la posguerra, ahondó en la memoria de la tierra, en las ruinas estoicas, en el paisaje donde se grabó la huella de los subversivos. Para dar cuenta del renacimiento de Cinquera: la fotografía de Ernesto Pardo y la música de Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman. Premio Ariel al Mejor Largometraje Documental y una treintena más de reconocimientos nacionales e internacionales.
En Tempestad anuncia la llegada de otra tormenta, con el mismo aroma infausto. Dos testimonios retratan la tragedia de vivir en medio del crimen organizado y la corrupción del Estado. La desaparición de personas, el encarcelamiento de inocentes, la tortura, la impunidad. Historias vividas por gente cercana a la directora. Míriam, acusada injustamente por el delito de tráfico de personas y encarcelada en una prisión gobernada por grupos criminales. Y la experiencia de Adela, una madre que lleva años en busca de su hija, secuestrada del hogar pero no de la memoria.
Tatiana Huezo posee el don de adentrarnos con suavidad por terrenos pantanosos, donde la borrasca amenaza con hundirnos. En Tempestad enlaza las dos historias dosificando ambos relatos, interrumpiéndolos en puntos críticos para darnos un respiro y proseguir el relato. No es el tradicional documental de entrevistados mirando a la cámara y compartiendo testimonios; las imágenes que acompañan esas voces que cuentan sus tristezas e infortunios dan cuenta de otros mundos, los actuales, por los que transitan las protagonistas. Míriam en un viaje en autobús del norte al sur del país en donde el paisaje nublado da cuenta de la tormenta interior que invade a la viajera.
Por su parte, Adela pertenece a una familia circense y mientras desmenuza su tragedia, la desaparición de su hija, la búsqueda infructuosa y la ausencia de justicia, se maquilla de payaso para la función nocturna, convive con la parentela y bromea, ansiosa de olvidar momentáneamente la pena que la acomete. Los acercamientos de Tatiana Huezo son delicados, cuidadosos con la fragilidad humana, tanto de los implicados como de los espectadores. Es el cine testimonio, el cine compromiso, el cine obligado del México actual. Imposible no salir de la sala tocados en el alma.
Tempestad obtuvo 8 nominaciones a los Premios Ariel incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Documental. Fue galardonada con los Premios Fénix del Cine Iberoamericano 2016 a Mejor Documental, Fotografía Documental para Ernesto Pardo y Música para la dupla formada por Heiblum y Lieberman. En su segunda semana de exhibición, el documental soporta los fuertes vientos de las mega producciones y se mantiene firme en cartelera comercial y cultural. Anótela entre sus pendientes.