Si no lees, te jodes. Leer es un placer como beber vino. Así, de tajante y lector se muestra el periodista y editor mexicano Mario Villagrán Fernández
Ciudad de México, 4 de junio (SinEmbargo).- ¿Qué es leer? Un placer. Un refugio. La posibilidad de habitar un mundo imposible. Diálogo e intromisión. Empatía. Adversidad. Un dedo cortado por una página. Un olor. Una colección. Un librero. Un lápiz. Plumones. Un ritual. El único ritual…un placer.
Leer, decía el actor argentino Federico Luppi, es un placer que no se debe perder. Como tomar vino. Un acto en el que uno se encuentra con la historia que mueve algo en quién lee.
Al final, si a los otros lo que leemos no les mueve un pelo, como con todo placer, los que se joden son ellos.
Aquí empecé a leer. Venía de pasar la preparatoria entre pasillos y mesas de ping pong. Entre discos de Los Crudos y Desmond Dekker. De leer, nada.
Un día, cargando el bolso de mandado de mi madre, entre aguacates y tomates, cruzamos el puesto de Don Ramón -el eterno bibliotecario de la Portales- y bastó una pregunta de aquella eminencia del libro viejo para comprar mi primer libro: ¿No crees que tienes el derecho de matar a alguien?
Compartir a los 16 años la angustia de Raskolnikov y la compasión de Sonia, fue la continuación natural de un lector de Memín Pingüín. De ahí, la seguidilla de rusos (Gogol, Pushkin, Tolstoi y Chejov) me dio la disciplina y el ritmo para hacer de esto un modo de vida.
Después de leer El jugador, Noches Blancas y El idiota, un tanto obsesionado con las lecciones de Dostoievski, apareció en el mismo puesto de libros viejos una maltratada edición de Gogol. Bastó con leer la tapa: Un hombre compra las almas de los muertos para sumar poderes económicos y sociales en el s. XIX. Al igual que con Raskolnikov, Chichikov se convirtió en compañero de moral. Su doctrina, basada en la empatía como herramienta, aparece aún más coyuntural en cada relectura. Es el libro que me enseñó, por lo demás, que las historias pueden quedar inconclusas y aun así, tener un final.
Este llegó con un título sobrio y terminó por ser una carcajada permanente. Aún lo recomiendo a todo aquel que se tome aquellos de los asuntos de vida o muerte, en general, con mucha seriedad.
Esa capacidad de hacerte sentir perdido. De que la ignorancia sea la única guía posible. Esa sensación de estar leyendo un libro de otro mundo. Hoy, en cada relectura, permanece intacta la idea de que hay libros que nunca se terminan de leer.
Había leído antes A Sangre fría y me había cautivado. Pero cuando la historia de Gary Gilmore llegó a mis ojos, me pareció tan mínima la obra de Truman Capote que no la he vuelto a leer. Fue tal la seguidilla de emociones que provocó Mailer, con esa capacidad sobrehumana de acercarse a cualquier ser humano, que me arruinó las novelas de no ficción para siempre, al poner la vara tan inalcanzable. Este libro se lo regalaría a cualquier estudiante de periodismo como obligación.
La escritura y el sentido del humor…no hay más. Acá, la risa lo es todo. Acá, la escritura lo es todo. No hay libro más gracioso en la historia de la humanidad.
Como periodista, la entrevista es el santo grial. Uno sueña con que preguntaría. A quién. Dónde. Y si uno se permite soñarlo es porque este libro nos invitó a entrevistar. A preguntar sin límites. Leerlo es asistir a la conversación más interesante en la historia del cine.
Una carta que desata la introspección de personajes y lectores. Una carta que nos muestra como el mundo se aleja de sus sentimientos, de su sentido común, y vive conforme a lecciones que no dejan resultados prometidos. El libro me parece emocionalmente un coche que va a toda velocidad perseguido por un perro.
Lo de Julián es asombroso. Una narrativa puerca en manos del jardinero más cuidadoso. El chamorro preparado por el chef Michelin. Un libro que paso del estante de novedades al de clásicos en el mismo minuto que comenzó a venderse.
Lo irreal y lo real. Dios y la locura… Aquí la Biblia del siglo pasado.
¿Quién es Mario Villagrán Fernández? Editor Life and Style. Nació hace 35 años en Ciudad de México. Periodista por la UAM-X y Sociólogo por la Universidad de Chile, lo mismo persigue con el abecedario un balón que un ceviche. Hoy, dirige el área de reportajes de revistas como Chilango, Life and Style, Accent, Travel y Aire, de Grupo Expansión.