Greenpeace
04/05/2020 - 12:03 am
Abajo el petróleo, arriba las renovables
¿Por qué México no está viendo y actuando en consecuencia a estas realidades?
Por Angélica Simón*
El futuro de la generación de energía a nivel mundial podría estar en un punto de inflexión histórico. Por mucho tiempo la apuesta global ha sido hacia los combustibles fósiles, siendo “Don petróleo”, por mucho, el rey, mientras las energías limpias como la solar o la eólica, han permanecido muy por debajo en cuanto a popularidad en el sector energético, prácticamente sin figurar, sin competir.
En la actualidad, dos realidades deberían marcar un giro inminentemente necesario en este acomodo: la primera, el mundo está usando cada vez menos petróleo como consecuencia del aislamiento social y el confinamiento a partir del surgimiento de la pandemia de COVID-19, mostrando la vulnerabilidad de las economías basadas o dependientes en este combustible; la segundo, el cambio climático, la crisis climática que ya estamos experimentando a causa de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y la advertencia de la comunidad científica de que de no frenarlas y superar los 1.5° de incremento en la temperatura de la superficie terrestre habrá implicaciones muy graves a los ecosistemas, biodiversidad y a la vida como la conocemos. Siendo la industria de la energía una de las principales fuentes de emisiones es sin duda, uno de los sectores que debe reinventarse.
En el caso de nuestro país, tenemos compromisos de por sí insuficientes, pero además incumplidos de contribuciones nacionalmente determinadas (NDC) de reducción de emisiones según el Acuerdo de París. La industria de la energía aporta el 24.1 por ciento de las emisiones totales de GEI y es urgente reducirlas, lamentablemente la administración de Andrés Manuel López Obrador ha fijado como prioridad nacional los hidrocarburos, haciendo que los combustibles fósiles permeen aún más la política económica, la política energética y ahora incluso la política climática. En este sentido no hay congruencia entre las metas climáticas del los NDC con la política energética y la política económica.
En el pasado más reciente hemos sido testigos de hechos que parecían impensables: el precio del crudo literalmente se ha caído a tal grado que el barril de petróleo de referencia de Estados Unidos cerró por primera vez en la historia por debajo de cero; mientras diversos medios reportaron a finales de abril que la empresa de hidrocarburos Shell, una de las mayores multinacionales del mundo, y una de las cuatro más grandes del sector petrolífero presentó su programa para reducir las emisiones de carbono e invertir en energía limpia. Claro que debemos estar pendientes de si esto es realidad y cómo se lleve a cabo esta transición, pero definitivamente, algo está cambiando al menos a nivel de visión.
Y en ese contexto nos preguntamos ¿Por qué México no está viendo y actuando en consecuencia a estas realidades?
De hecho, los planes del gobierno para el sector eléctrico durante este sexenio muestran que la trayectoria de emisiones, lejos de disminuir va a la alza, completamente alejado de las reducciones necesarias para cumplir con el NDC.
¿Será Andrés Manuel capaz de rectificar el rumbo? ¿Por qué no si México tiene un enorme potencial para hacerlo?
Para poder superar la energía basada en combustibles fósiles, cada país debe hacer un inventario realista de las fuentes renovables de energía con las que cuenta. En el caso de México, por fortuna, contamos con una gran variedad de ellas, incluyendo la geotérmica, la hidroeléctrica, la biomasa, la maremotriz, la solar y la eólica.
Por la latitud en la que se ubica y otras varias circunstancias geológicas, México tiene un potencial enorme de desarrollo en energías solar y eólica. Mientras que el país tiene actualmente capacidad para producir 4 mil 800 MW de energía eólica y 2 mil 500 MW de solar, el potencial de estas fuentes energéticas es de 7 mil 500 GW por hora para eólica y 15 mil 900 GW por hora para solar, según el Inventario Nacional de Energías Limpias.
Para ponerlo más claro, México podría generar (teóricamente) más de mil 500 veces la cantidad de energía eólica y más de 6,360 la cantidad de energía solar que produce actualmente, por hora.
El impulso a las renovables es posible pero tiene que ser integral, considerando todos los instrumentos tecnológicos y financieros, así como las mejores prácticas de cuidado del medio ambiente y distribución de los beneficios, con la intención de convertir la transición energética no sólo en un aspecto técnico, sino en una palanca para atender asuntos como la conservación ambiental, el combate a la pobreza y la desigualdad social.
Desde Greenpeace reiteramos la visión de una transición energética justa, apegada a los derechos humanos y priorizando la generación descentralizada, de forma tal que se democratice el acceso a la energía y deje de depender del petróleo y la generación centralizada, a partir de una lógica de megaproyectos que se basa en el despojo y la violencia, como ocurre actualmente.
Bajo estos principios, la política energética, económica y climática de nuestro país debe invertirse: petróleo abajo y renovables arriba.
*Angélica Simón es coordinadora de medios de Greenpeace México.
Mayor información en www.greenpeace.org.mx
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