La siguiente es una crónica soft. Ocurre en un rincón del Fondo de Cultura Económica (FCE), en la carretera Picacho-Ajusco. Ocurre junto a una joven metálica y el menú del nuevo comedor popular, el que inauguró Paco Ignacio Taibo II. Ocurre en el final del nepotismo, dicen.
Ciudad de México, 4 de mayo (SinEmbargo).– La joven de “los ojos de metal” no apartó la mirada de su libro, ese que guarda pasajes de Miguel de Cervantes Saavedra, José Vasconcelos y Jorge Luis Borges, pero fue testigo de la “desprivatización” del comedor del Fondo de Cultura Económica (FCE).
Paco Ignacio Taibo II lo anunció meses atrás: en el Fondo ya no habría espacio para los privilegios. Y fue por eso que los directivos perdieron espacios exclusivos para estacionarse. Y fue por eso que el lunes 29 de abril se abrieron para todos las puertas del comedor popular Manuel Vázquez Montalbán, en un espacio que antes sólo era utilizado para las autoridades del FCE.
“No sabíamos nosotros. Nos dieron la noticia. Vimos albañiles trabajando. Nos comentaron que el comedor iba a ser para todos, que no iba a haber distinción. Vinimos a ver los precios y la comida está muy rica. El precio está bien. Tienen buen servicio. Se hizo para toda la comunidad. Hay un buen ambiente. Todos los compañeros bajan y es un momento de convivir. Hay pláticas, es agradable”, contó Guillermo Martínez, jardinero del FCE.
«Adiós, exclusividad en el comedor del Fondo de Cultura Económica», esa es la consigna. El espacio, resguardado por la joven de “los ojos de metal”, es atendido por el Colectivo de Mujeres Trabajadoras en Resistencia, «conformado por compañeras que han enfrentado durante tres años difíciles condiciones de vida orilladas por el desempleo y la precariedad», de acuerdo con información oficial.
Los trabajadores del Fondo de Cultura celebran la decisión. Están contentos por no tener que salir del FCE para comer, y también por el final de los privilegios. Y mientras ellos comen, la joven de “los ojos de metal” lee a André Maurois. “El arte de leer es, en gran manera, el arte de volver a encontrar la vida en los libros, y de, gracias a ellos, comprenderla mejor”, le dice a ella el novelista francés.
“El libro gobierna a los hombres y es el maestro del porvenir”, añade Raymond Poincaré, político galo. “El libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres”, señala Jorge Luis Borges. La joven de “los ojos de metal” lee.
Mientras tanto, Israel Pérez, un chavo que lleva poco laborando en el FCE, pide un jugo de betabel. “Antes la zona no se ocupaba. Esa señorita que está ahí, la de metal, tenía la compañía de la gente que traían su lonche. Ahora no tenemos que ir afuera. Es un cambio práctico. Creo que está bien. Entro al trabajo y ya no tengo que irme lejos”, dice Pérez. Y la joven de “los ojos de metal” lee.
El comedor Manuel Vázquez Montalbán, llamado así por un novelista español, cuenta con 12 mesas acomodadas a un costado del refrigerador que guarda jugos Boing. Es pequeño y anuncia sus platillos en un par de pizarrones. Antes había nepotismo, ahora queda cochinita y papas con longaniza. Antes entraba el director, ahora entra el que tiene hambre.
“Es bueno que lo hayan abierto. Más que nada es ocupar el espacio. Antes sólo era para reuniones de los directivos. Es bueno que se ocupe el lugar para todos y no sólo para unas personas”, cuenta Elizabeth Pineda, trabajadora del FCE.
“Sí está rica la comida, no es igual de barata que la que ofrecen en el comedor de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), pero sí está buena”, agrega. A unos metros, la joven de los “ojos de metal” lee. “De los libros se cogen las flores y los frutos mejores”, lee.
Un instante después de que Taibo II anunciara la apertura del Vázquez Montalbán, docenas de personas intentaron ingresar. Ahora se distribuyen en varios horarios. Está el que come a las 11 del día y el que come a las 3 de la tarde.
«Con un menú diverso, que puede ser combinado en paquetes para todos los gustos o necesidades alimentarias, el comedor estará abierto desde las ocho de la mañana para servir también desayunos», informó el FCE.
“Fue algo muy bueno porque teníamos una cafetería dentro del edificio, pero no había tanta comida. Fue muy bueno el cambio. Nos beneficia a todos aquí. Uno que sale hasta las cuatro de la tarde, puede venir aquí”, celebra Manuel Cuevas, otro integrante del FCE.
Taibo II ya lo había anunciado. Lo repitió una y otra vez, incluso en la entrevista que dio a Puntos y Comas en febrero. Se haría una revolución en el país, dijo. Los libros serían el camino, dijo. Los pequeños cambios, los simbólicos, acompañarían el proceso.
Dicen, allá en la Picacho-Ajusco, donde están las instalaciones del FCE, que la joven de “los ojos de metal” tiene su historia. Dicen que diario leía un libro. Dicen que murió un día. Hoy, sin embargo, lee 24/7. Lo hace frente a la piedra volcánica.