Quizás no sea tan peligrosa para nuestra salud como el alcohol, el tabaco, la cocaína o la heroína, pero está claro que cada vez son más las personas que han caído en una nueva forma de adicción: la de nuestros móviles. Y es que, apenas cuarenta y tres años después de la primera llamada desde uno de estos dispositivos (realizada por Martin Cooper en 1973), nuestras vidas no parecen tener ningún sentido sin un smartphone pegado a la palma de nuestra mano.
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Quizás no sea tan peligrosa para nuestra salud como el alcohol, el tabaco, la cocaína o la heroína, pero está claro que cada vez son más las personas que han caído en una nueva forma de adicción: la de nuestros móviles. Y es que, apenas cuarenta y tres años después de la primera llamada desde uno de estos dispositivos (realizada por Martin Cooper en 1973), nuestras vidas no parecen tener ningún sentido sin un smartphone pegado a la palma de nuestra mano.
Tan popular es esta nueva droga tecnológica que los expertos ya le han puesto nombre: nomofobia. Se trata del trastorno patológico por el que una persona puede llegar a sufrir cuadros agudos de ansiedad si pierde o se olvida su teléfono móvil. Según los psicólogos, el actual uso intensivo de estos dispositivos ha hecho que vivamos en una constante conectividad que, en caso de romperse por cualquier motivo, nos lleva a sentirnos solos y sin capacidad de relacionarlos con el exterior, incluso con nuestros más allegados.
Son casos extremos, por supuesto, pero sin duda también son la punta del iceberg de un problema mucho mayor y que afecta a prácticamente toda la población del planeta, al menos en los países desarrollados. Sin ir más lejos, España puede congratularse de ser una de las naciones más dependientes de sus teléfonos móviles del mundo.
No en vano, un 75 por ciento se levanta con el despertador de su smartphone y un 70 por ciento no sale de casa sin comprobar si lleva el móvil y la cartera encima, entre otras cosas importantes como las llaves. Mirar la hora en el teléfono (76 por ciento), consultar el correo electrónico (57 por ciento), utilizar las aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp (57 por ciento) o acceder a las redes sociales (54 por ciento) son otras de las actividades frecuentes que realizamos gracias a nuestro smartphone nada más levantarnos.
HABLAR POR EL MÓVIL EN LUGAR DE CARA A CARA
La hora de la comida es aprovechada de nuevo para utilizar la mensajería instantánea (63 por ciento), participar en redes sociales (49 por ciento) –por encima incluso de hablar en persona con nuestros compañeros o amigos (46 por ciento)- y comprobar el correo electrónico (46 por ciento), según un reciente estudio de Samsung.
Acabada la jornada laboral, el uso de la mensajería instantánea (75 por ciento) vuelve a ser la actividad preferida, por delante de otras aficiones como ver películas y series (66 por ciento). En cuanto a los fines de semana, el uso de la mensajería instantánea (76 por ciento) y el acceso a las redes sociales (68 por ciento) son las principales actividades asociadas al móvil. Al salir más de casa, la cámara del smartphone es una herramienta indispensable para hacerse selfies o compartir en las redes sociales las fotografías de los lugares que se visiten.