Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).- El sistema de salud de México cuenta con una cantidad competente de instalaciones, pero carece de manos y recursos médicos suficientes para operarlas y garantizar el acceso universal a servicios de calidad; una situación que —en un contexto de posible exceso de padecimientos por secuelas ligadas a la COVID-19— puede generar dificultades para cubrir una futura sobredemanda de servicios especializados, aunque pueda ser paleada, en alguna medida, con la estructura de médicos generales y familiares, que a nivel nacional tienen mejores índices de productividad que los especialistas.
De acuerdo con el doctor Alfonso Vallejos Parás, «probablemente ningún país esté preparado” para enfrentar un aumento extraordinario de padecimientos ligados al coronavirus. Sin embargo, el epidemiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dijo en entrevista que la condición actual de la infraestructura y de los recursos de los sistemas de salud permitirán a los países afrontar, con menor o mayor eficiencia y efectividad, las secuelas de esta enfermedad.
“Las secuelas más frecuentes —hasta ahora— son de tipo cardiacas, neurológicas, psicológicas y respiratorias”, abundó el especialista del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina. Aunque “hay pocas unidades de rehabilitación en el país», Vallejos Parás dijo que afortunadamente «los pacientes no tendrían que acudir forzosamente a un centro especializado, ya que probablemente algunas secuelas puedan ser tratadas en casa mediante ejercicios de rehabilitación”.
Pese a que habrán secuelas leves o medias que puedan ser tratadas desde casa, Vallejos Parás explicó que uno de los retos en México será disponer de equipo y personal médico suficientes para brindar la primera atención, recomendar el tipo de rehabilitación necesaria y dar seguimiento a casos, máxime considerando la situación en la que así como «algunas secuelas afectarán al 20 o 30 por ciento de la población infectada y recuperada, otras afligirán al dos por ciento de los casos”.
A nivel internacional y hasta la fecha, las cifras de al menos 16 fuentes oficiales indican que en promedio el 26.4 por ciento de las personas hospitalizadas en el mundo han sufrido secuelas cardiovasculares, pulmonares, psicológicas y/o renales y hepáticas que tendrán consecuencias a mediano y largo plazos.
Entre las afecciones más comunes también hay problemas dermatológicos que incluyen sarpullidos y pérdida de cabello, además de dificultades relacionadas con la cognición y la salud mental.
En entrevista con SinEmbargo, el doctor Fidel Alejandro Sánchez Flores dijo que “el 58 por ciento de las personas que se han infectado reportan dolores de cabeza o neuralgias que les hacen perder concentración. De ahí en fuera hay toda una serie de síntomas que finalmente van a afectar la capacidad de producir y de laborar de las personas”.
Una de las complicaciones post-COVID más recurrentes y persistentes es la fibrosis pulmonar que afecta tanto a personas con síntomas leves y graves, como a pacientes infectados que no presentaron síntomas.
La fibrosis “definitivamente deja un órgano disfuncional y muchas personas han tenido que reaprender a respirar para aprovechar ese 50 por ciento de pulmón que les queda. Eso es una condición incapacitante”, lamentó el investigador en jefe de la Unidad Universitaria de Secuenciación Masiva y Bioinformática (UUSMB) del Instituto de Biotecnología (IBT) de la UNAM.
Datos de la Secretaría de Salud (SSA), de la Academia Nacional de Medicina de México (ANMM) y de diversas organizaciones internacionales indican que la cantidad de médicos en México cuya especialidad está relacionada con las principales secuelas ligadas al coronavirus es insuficiente, en comparación con estándares o promedios a nivel mundial.
Aunque hay un «importante egreso de médicos generales en México, la tasa de especialistas es menor al promedio de otros países”, se lee en un estudio publicado en el volumen 149 de la Gaceta Médica de la ANMM, que asimismo señala que en México, la tasa de especialistas médicos por cada 100 mil habitantes (119) es inferior a la del promedio (178) de los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Como ejemplo, la ANMM refiere que aún en el caso de enfermedades (e.g. mentales y cardíacas) que representan una importante «carga global” de padecimientos, en México hay deficiencias, de modo que, mientras que en el país las enfermedades pulmonares, cerebrovasculares y cardiológicas estuvieron entre las causas de muerte más comunes en México entre enero y agosto de 2020, los datos oficiales indican que a nivel nacional hacen falta especialistas en la materia.
«El número de especialistas [en México] es inferior al recomendado internacionalmente e insuficiente para cubrir las necesidades en salud del país”. Para la ANMM, el problema radica en que el incremento de especialistas en el país «ha sido inercial y no guarda relación con el crecimiento poblacional ni las modificaciones del perfil epidemiológico, lo que impide una adecuada planeación de la cobertura de la atención médica”.
MÉXICO NECESITA MANOS
Más allá de la insuficiente cantidad de manos para garantizar el acceso universal a servicios de salud de calidad, a nivel nacional existe un problema distributivo de médicos especializados. Los datos de la ANMM y de la SSA indican que la Ciudad de México y los estados de Jalisco, México y Nuevo León concentran el 54.2 por ciento de los especialistas a nivel nacional, así como el 40.5 por ciento del equipo médico de alta tecnología con el que cuentan las instituciones públicas.
Los establecimientos públicos de atención médica de alta especialidad «enfrentan problemas derivados de la necesidad de renovar sus equipos, de innovarse para atender los efectos de los cambios demográfico y epidemiológico, dado que la capacidad instalada puede ser insuficiente o inexistente”, se lee en el estudio «Algunas observaciones acerca de la atención médica de alta especialidad en México”, publicado en el volumen 149 de la Gaceta Médica de México.
La desigualdad también se hace evidente a partir de la tasas de distribución poblacional, tal y como puede observarse en los siguientes mapas.
Además de la insuficiencia de manos y de la inequitativa distribución geográfica, el estudio de la ANMM asegura que el número de médicos especialistas en México es desacorde o insuficiente con respecto a la migración y el envejecimiento poblacional, así como con respecto a la llamada «transición epidemiológica de las enfermedades crónico-degenerativas”, que implica que a nivel nacional no hay especialización acorde a las enfermedades crónicas que son cada vez más frecuentes como causa de muerte.
Otro de los grandes retos en el país es la certificación constante de médicos. A la fecha de esta publicación hay 91 mil 708 especialistas —sin considerar 10 mil 54 registros que pertenecen a médicos cuantificados, pero que tienen más de una especialidad— con certificación vigente, de acuerdo con datos del Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (Conacem).
Asimismo, los datos de la ANMM y de la SSA indican que en México hay entre 147 mil 910 y 170 mil 864 especialistas médicos. Lo anterior implica que entre el 37 y el 46 por ciento de los especialistas médicos no ha renovado su certificación, pese a que las disposiciones reglamentarias (DOF: 25/03/20) del Artículo 81 de la Ley General de Salud establecen que la “declaratoria de idoneidad” de un médico especialista que otorga Conacem tendrá una vigencia «de cinco años contados a partir de su expedición”, por lo que existe la necesidad de una recertificación cada lustro.
En ese sentido, el problema es que hay especialidades en que más de la mitad de los médicos omitió la recertificación como especialista. En esa situación están, por ejemplo, los ginecólogos y obstétricos, los médicos familiares e internos, así como los psiquiatras. En el apartado “Especialistas totales en México” de la tabla “Recursos médicos” es posible consultar a detalle los porcentajes de certificación por especialidad, así como todos los datos y cálculos utilizados para la elaboración de este texto.
«Las instituciones de salud necesitan urgentemente regular la productividad, mejorar la calidad de la atención y el equilibrio entre el número de especialistas versus médicos familiares”. De acuerdo con la ANMM, «los indicadores de productividad de los últimos 10 años son sumamente bajos entre los médicos especialistas (dos consultas diarias por médico), pero comparativamente altos entre médicos generales y familiares (13 consultas diarias por médico)”.
Pese a las deficiencias, el doctor Alfonso Vallejos Parás explicó que en México existe una ventana de oportunidad para contener, en la mayor medida posible, el desarrollo de secuelas.
De acuerdo con el médico de la UNAM, conforme la efectividad de las vacunas reduzca el aumento de casos y de muertes, la evolución de la pandemia se irá reduciendo y asimismo, la cantidad de gente susceptible a la enfermedad tendrá una tendencia a la baja. En ese sentido mencionó que la mejor política para evitar secuelas es contener la enfermedad con medidas preventivas, como lo son la inoculación y el distanciamiento social.
Más allá de eso, el especialista dijo que por el momento es poco lo que se puede hacer para evitar y prevenir secuelas.
“Si pensamos en que necesitaremos más personal de salud, digamos de rehabilitación física, neumólogos, cardiólogos, psicólogos y psiquiatras, poco se puede hacer porque la especialidad de este tipo de personal lleva tiempo. Tal vez, por ejemplo, podrían hacerse equipos, como cuando hubo cierta falta de médicos intensivistas o de medicina crítica, que son los que están en el área de terapia intensiva, o donde están los pacientes entubados. Se formaron equipos de personas preparadas con un líder que los coordinaba con otros grupos de especialidades” para enfrentar la falta de manos durante la etapa crítica de la pandemia.
Para Vallejos Parás, en general «hay una buena preparación de médicos» en México. Sin embargo, lamentó que en un contexto en que la especialización es cada vez más especializada y en que hay más demanda de especializaciones médicas, México no tiene capacidad de cubrir este requisito por el costo y acceso a oportunidades.
A pesar de la falta de especialistas en el país, el epidemiológico de la UNAM mencionó que algo que ha paleado las deficiencias del sistema nacional médico es la figura del médico familiar o de cabecera. Una figura que en tiempos de crisis y ante las posibles secuelas de la COVID-19, coadyuvará a reducir las deficiencias de atención del sistema de salud nacional.
Al igual que Vallejos, el doctor Fidel Alejandro Sánchez Flores dijo que aunque el sistema de salud mexicano “no es malo”, sí «está rebasado y ese rebase no ha tenido una respuesta planeada”. En la opinión del investigador en jefe de la UUSMB del IBT-UNAM, lo que hace falta en México es invertir más en salud y evitar la fragmentación de los servicios médicos públicos.
Acerca de este último punto, el estudio «Algunas observaciones acerca de la atención médica de alta especialidad en México” refiere que la fragmentación del sistema nacional de salud —derivado de la heterogeneidad normativa y del presupuesto de las instituciones— «tiene efectos [negativos] sobre el acceso a los servicios y la calidad que se otorga”.
Uno de esos efectos puede ser la «atención hospitalaria tardía o inexistente”, que de acuerdo con el doctor Sánchez Flores, agrava las consecuencias de la pandemia, entre ellas la tasa de mortalidad por coronavirus, que ha llegado a cobrar la vida de uno de cada 10 infectados a nivel nacional.