Los expertos alertan que la mayor amenaza de los paquidermos es la tala ilegal y el avance de los lucrativos campos de café; el tiempo apremia, sino los elefantes podrían sufrir el mismo destino que los rinocerontes, extinguidos en 2010 en el país.
Por Eric San Juan
Buon Don (Vietnam), 4 mar (EFE).- Arrinconados por la deforestación y el conflicto con el hombre, solo unos 80 elefantes salvajes sobreviven en Vietnam y corren el riesgo de extinguirse en los próximos años si no se toman medidas para conservar su hábitat.
«En Vietnam había por lo menos 500 elefantes salvajes en 1980 y ahora calculamos que quedan 80 divididos en unas siete manadas, además de otros 44 ejemplares domesticados que se usan sobre todo para el turismo», indica a Efe Pham Van Thinh, veterinario del centro de conservación de elefantes de la provincia de Dak Lak.
La mayor amenaza es la deforestación, el retroceso de la selva por culpa de la tala ilegal y del avance de los lucrativos campos de café (Vietnam es el segundo exportador mundial por detrás de Brasil).
«Son animales que necesitan mucho espacio para vivir y cada vez tienen menos. Eso también significa que disponen de menos comida», dice Thinh.
Aunque en el pasado era habitual la caza furtiva, el endurecimiento de las leyes en los últimos 25 años ha reducido este problema.
Sin embargo, muchos lugareños siguen colocando trampas, no porque codicien el marfil de los colmillos (solo el macho los desarrolla en el caso de los elefantes asiáticos) sino para evitar que se acerquen a sus casas y destrocen sus cultivos.
Según estadísticas del Gobierno, entre 2009 y 2015 murieron 23 paquidermos a manos del hombre en todo el país.
Thinh admite que existe un conflicto con el hombre, pero lo achaca a la falta de espacio vital de los animales, que corren más riesgos y se vuelven más agresivos en busca de comida. «Es un problema difícil de resolver», confiesa.
El centro de conservación de Dak Lak, puesto en marcha en 2013 con apoyo institucional y de la organización Animals Asia, es uno de los últimos intentos para tratar de salvar la especie.
Cerrado al turismo, su objetivo es conservar los últimos elefantes de Vietnam y contribuir a terminar con su explotación. En el futuro prevén incrementar la población en cautividad con un programa de apareamiento.
La estrella del centro es Gold, un macho de poco más de un año que fue rescatado el pasado marzo tras quedar atrapado en un pozo natural de cinco metros de profundidad.
El bebé elefante de 220 kilos (pesaba 80 cuando fue rescatado), juega con los visitantes y corretea con energía en cuanto se abren las puertas de su cercado, pero no podrá volver a la vida salvaje: su madre lo rechazó cuando intentaron reintroducirlo, seguramente por su contacto con humanos.
Desde que llegó hace compañía a Jun, otro joven macho de seis años al que rescataron tras caer en una trampa que le dañó una pata y la trompa.
«Aunque les enseñamos a buscar su comida, Gold y Jun están demasiado acostumbrados a que les cuidemos y tendrán que quedarse con nosotros toda la vida», apunta Thinh.
Gold, que aún luce una llamativa cresta de pelo que se caerá con la edad, es uno de los escasos bebés elefante en el país, donde la baja natalidad también amenaza la pervivencia de la especie.
«En las seis o siete manadas que tenemos controladas hay ejemplares de todas las edades, incluidas crías. El problema es que en la estación seca corren muchos riesgos para buscar agua y creemos que algunos caen en pozos, como le ocurrió a Gold y nadie puede rescatarlos», señala Thinh.
Si en la vida salvaje escasean las crías, en cautividad la natalidad es prácticamente inexistente, pues los dueños de los elefantes no se pueden permitir que una hembra deje de pasear a turistas para aparearse y ocuparse de su cría.
El proyecto de promover el apareamiento en el centro, siguiendo el modelo de algunas organizaciones de Tailandia, podría aliviar la situación, pero los expertos alertan de que el tiempo apremia y los elefantes podrían sufrir en Vietnam el mismo destino que los rinocerontes, extinguidos en 2010.