Estos cuentos fueron escritos por la periodista, dramaturga y novelista mexicana entre 1964 y 1997. Podemos encontrar un hilo conductor y elementos semejantes en algunas historias, como la marginalidad, las desigualdades de género y clase social, y una profunda reflexión sobre el tiempo.
Elena describe la decadencia, angustia y tristeza en los más desolados u opulentos ambientes, situaciones presentes en los últimos libros de cuentos publicados en 1997: El accidente y otros cuentos inéditos y La vida empieza a las tres.
Por Natalia Domínguez
“El tiempo son imágenes, que se proyectan
en espacios sucesivos, como un juego de espejos…
El todo está en colocarse en el ángulo favorable.”
Elena Garro, Invitación al campo
Ciudad de México, 4 de enero (LangostaLiteraria).- Cuentos completos nos presenta todos los cuentos escritos por Elena Garro entre 1964 y 1997, un relato póstumo y dos más inéditos. Podemos encontrar un hilo conductor entre algunas historias y otras que, aunque no se correspondan exactamente, contienen elementos semejantes, como la marginalidad de los personajes, cierta violencia expresada verbalmente a partir de un eco del ambiente revolucionario y las desigualdades entre los roles de género y de clase social, además de una gran y profunda reflexión sobre la condición del otro y sobre todo, del tiempo.
Esa reflexión constante por el tiempo vivido y el tiempo dentro de la propia narración es uno de los principales elementos que llaman la atención desde La semana de colores (1964), primer libro de cuentos publicado por Elena Garro, cuya mayoría de relatos son protagonizados por Eva y Lelinca, dos hermanitas criollas que viven en Iztla, un poblado imaginario pero reconocible en cualquier pueblo mexicano. El volumen toma su nombre del cuento homónimo donde las niñas conocen a Don Flor, el hombre que dirige y castiga a los días y a quien las personas acuden para pedir ayuda:
Me llegan acobardados y yo les enseño el desorden de los días y el desorden del hombre. Me vienen a pedir que castigue al día en que va a correr su suerte. Quieren llevar ventaja y entrar con el día cansado. Hay los que van a jugar sus elecciones y yo les castigo el día del voto. (Don Flor a las niñas)
Leli y Eva no tienen una petición particular y en la mayoría de los demás cuentos protagonizan o atestiguan hechos extraños, como vivir un día paralelo siendo perros o presenciar el fusilamiento de un general para entender que “Nuestra vida son los ríos” y desembocan en el mismo mar. La evocación a la niñez en estos cuentos, el retrato de la vida social de la mujer y el juego con el tiempo en “La culpa es de los tlaxcaltecas” son deslumbrantes y conjuntan un pensamiento crítico y autoreflexivo con una cotidianidad fantástica posteriormente canónica.
El segundo volumen de cuentos, Andamos huyendo Lola (1980), intitulado igualmente como el relato más extenso de todos, tiene un tema central: la huida. La mayoría de las historias siguen a Lelinca, obligada a huir con su hija Lucía y sus gatos, Lola y Petrouchka (verdaderos gatos de Elena Garro), rodeados de un ambiente de paranoia y personajes marginados y sospechosos en Nueva York, lo que hace que todos desconfíen de los demás por distintas razones y provoca que, como lectores, no sepamos qué esperar de cada quién. Pero, sin duda, el mayor efecto que generó en mí fue la angustia y tristeza al saber que tu lugar de refugio es al mismo tiempo un lugar del cual desconfiar, porque entonces, como Lelinca pregunta a Lola: Estamos huyendo, Lola… ¿Para qué?
Lola es un gato, sí, pero personificado, con su propia historia, sufrimiento y sensibilidad; de esta forma, ¿será el único personaje que puede entender a Leli? Es Lola a quien ella alude constantemente cuando la idea de humanidad se desdibuja para ella y al mismo tiempo, Elena Garro defiende su postura ante la condición y formas del mundo en “Las cabezas bien pensantes”:
Lola, la libertad exige que no tengas libertad. Lo sabes porque conoces los tres tiempos que conforman un solo tiempo.
El cuento inédito «Amor y paz», tal vez el más cercano a la postura política de Elena Garro y la desilusión en general, trata sobre el revés de las cosas, desde la tapicería, las sábanas y las palabras hasta la revolución, los ideales socialistas y sus militantes a través de la experiencia de Remedios, la protagonista de este relato.
Así descubrió el revés de las cosas y supo que había dos realidades y con tenacidad examinó las sillas, los roperos, las cortinas persas […] y siempre había un revés que no coincidía con la belleza aparente de lo que la rodeaba.
Ese revés de las cosas, lo que no miramos aparentemente, pero sin el que el frente no existiría, está presente en la forma de narrar y en los personajes de Elena Garro, donde la belleza de las palabras puede describir y transmitir decadencia, angustia y tristeza en los más desolados u opulentos ambientes, situaciones que también encontramos en los últimos libros de cuentos publicados en 1997: El accidente y otros cuentos inéditos y La vida empieza a las tres, con tres cuentos protagonizados por mujeres casadas que son también el revés de la vida conyugal donde celos, infidelidades y abusos familiares se conjuntan.