HBO tiene La vida de Maudie (2017), una película con Ethan Hawke y Sally Hawkins, en una muestra de trabajo actoral memorables, aunque el guión a veces caiga en el aburrimiento y no explique las cosas tal como son.
Es cierto que la directora Aisling Walsh ha querido centrar la historia en el amor que unió a la pintora con su pescador, algo así como confiar en lo que hoy descreemos totalmente: cómo dos personas se hacen tanto bien que salen adelante.
Hay cosas que no vemos, cómo el gruñón de Everett Lewis es quizás el hombre más temible para una mujer como Maud. Cómo ella descree tanto de ella que acepta a quien sea para sobrevivir.
No lo sabemos. Waslh dice que sin él ella nunca habría pintado y también vemos cómo él cobra por todos los cuadros de su esposa.
“Maud Lewis sufre de artritis reumatoide y las personas que la rodean la creen incapaz. Dentro de ella vive un don artístico y para expresarlo, incluso dejará a su familia atrás. En su camino, la espera un profundo amor por un vendedor de pescado. Madie cuenta la historia del éxito y reconocimiento de una popular artista a pesar del dolor y los prejuicios”. Esa es la sinopsis.
Desconocemos cuáles son las reglas de la pintura de Maud, cómo es que llegó a tener a Richard Nixon y a la Casa Blanca de clientes, pero lo cierto es que la cantidad de cuadros (pintaba uno por día) la convierten en una de las pintoras más prolíficas de Canadá.
Everett Lewis es Ethan Hawke. Notable el trabajo de este inmenso actor, tanto que la directora Walsh llegó a decir que “con su apretada agenda pudimos contar con su compromiso” y “no me imagino a los personajes en otros actores”.
Hawke estuvo con pescadores del pueblo, apenas habla y su mirada, esa que ha conquistado a medio mundo, se pierde en la tozudez y la ignorancia de un hombre solitario.
Maud Lewis está representada por Sally Hawkins, la misma que salió candidata al Oscar por La forma del agua, de Guillermo del Toro y es probable que esta sea una de las mejores interpretaciones de su carrera, al punto tal de ser comparada con Daniel Day Lewis en Mi pie izquierdo.
La vida de Maudie no es una película perfecta, pero vale la pena verse. Sobre todo por la calidad de los actores y por ese paisaje extremo y gris, donde dos personas olvidadas por la sociedad intentan ser felices y ajenos a todo.
