Darío Ramírez
03/11/2016 - 12:00 am
El caos
El PRI ha operado un paquete/blindaje de impunidad para los próximos años y ni trabajo le costó.
Oficialmente podemos decretar la muerte del Senado de la República como un foro de debate político público, órgano de revisión y contra peso del Ejecutivo. En momento de trascendencia nacional el Senado se ha convertido –con la anuencia de todas las bancadas- en una mera oficialía de partes.
El nombramiento de Arely Gómez en la Secretaría de la Función Pública (SFP), Raúl Cervantes en la PGR y los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son claros ejemplos de un Senado omiso, cómplice e irresponsable para con el interés público y el interés superior del Estado.
El PRI ha operado un paquete/blindaje de impunidad para los próximos años y ni trabajo le costó.
Arely Gómez como encargada de la SFP es como Tomás Zerón de secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional. No hay razón que lo avale ni lógica que lo soporte. Gómez dejó a la PGR en los mismos infames niveles de impunidad a los que estamos acostumbrados. Enrique Peña decidió premiar –también- a Gómez por dejar Ayotzinapa, Tanhuato y Tlatlaya sin resolver. Por esas groseras credenciales Arely Gómez pasa a ser la zar anti-corrupción. ¿Por qué nadie cuestionó? ¿por qué se habla del beneficio de la duda para alguien que ya comprobó que no puedo luchar contra la impunidad (hermana de la corrupción). Arely Gómez no merece estar en esa secretaría, es así de simple. Pero todo indica que el Presidente no tiene a quién llamar.
Su nombramiento apunta –indiscutiblemente- a un débil nacimiento del Sistema Nacional Anti-Corrupción (SNA). Su nombramiento es un claro reflejo –y lo afirmo sin duda alguna- del interés que tiene Peña Nieto y su administración por crear –más allá de lo normativo- un sistema que en verdad erradique la corrupción. Los dichos y hechos del ejecutivo transitan por avenidas distintas. Esa es la dicotomía nacional Eso es el caos en el que vivimos.
La segunda pieza de un blindaje es Raúl Cervantes. La intención presidencial es tener a un incondicional a cargo de la Fiscalía General de la República. Tenerlo ahí le asegura que el Fiscal autónomo no perseguirá ni investigará lo sensible de este sexenio. Qué más blindaje que eso. Ahora bien, se dice que el pase de Cervantes no será en automático a la Fiscalía. Ilusos aquellos que piensan que Cervantes renunciará para competir, como lo marcaría la ley, por el puesto de Fiscal.
Es decir, el transitorio de la ley señala que será Fiscal aquel que ocupe el puesto de Procurador al momento de la transición. Los ilusos abogan por que Cervantes renuncie meses antes del cambio y compita con el resto de los/las candidatas. Repito: ilusos. El encargo presidencial está claro y a menos que haya un movimiento de sociedad civil importante, Cervantes será el primer fiscal encargado de cuidarle las espaldas a Peña Nieto. En otras palabras, Cervantes fue nombrado para diseñar la nueva fiscalía y quedarse en ella 9 años. Mejor partamos de ahí.
Ante un panorama electoral reñido, los partidos políticos optaron repartirse en cuotas el Tribunal Electoral. Esa es la mira de nuestros partidos. No ven más allá de sus intereses partidistas. Otra pieza indispensable para asegurar el poder político sin la competencia democrática necesaria. Ya se sabe a quién le va el árbitro electoral.
Mientras todo lo descrito anteriormente se gestaba en el Senado con un éxito inaudito (y más en una supuesta democracia con oposición), Enrique Ochoa, presidente del PRI, seguía placeándose por los medios de comunicación realizando la misma tarea que le encomendó Peña desde que perdieron las elecciones: modificar la percepción de que el PRI es un partido corrupto. Y a galope evidente Ochoa vocifera que: “los corruptos no caben en el PRI”. Debo de admitir que lo hace con una ligereza cínica que cualquier actor estaría sorprendido de la interpretación. No tiene reparo en buscar en buscar la frase que resuene dentro de los medios de comunicación. Prefiere la confrontación con otros partidos como si compitieran por ver cuál es el más corrupto y con eso subsane lo de los demás.
El dirigente priista no tiene memoria. Él cree que la historia comenzó hace un año y que el PRI –por arte de magia- se refundó hace poco. Los priistas sabían que Javier Duarte era insostenible y necesitaban un sacrificio para intentar modificar la percepción pública. Lo grotesco de Duarte en Veracruz funcionó muy bien para los intereses del partido y para que Ochoa cada que puede lo crucifique en la plaza pública, obviamente olvidando al resto de sus correligionarios partidistas igualmente cuestionados por graves actos de corrupción.
Recordémosle al señor Ochoa que fue el priista César Duarte, exgobernador de Chihuahua, quien dejó en banca rota al estado con un déficit para 2016 de 7 mil millones de pesos. Hoy el nuevo gobernador pide encarecidamente 2 mil millones de pesos a la federación para terminar el año. Ese fue el PRI, señor Ochoa.
Otro connotado priista, Roberto Borge, creció el endeudamiento público de Quintana Roo alrededor de 115%. Otra vez el PRI, señor Ochoa. Cómo olvidar a Tomás Yarringtón detenido por los delitos de lavado de dinero y por sus nexos con el crimen organizado, el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarringtón, fue detenido en Houston, Texas, en mayo del 2013. Según fiscales de Estados Unidos, cuando Yarringtón Ruvalcaba fue funcionario público recibió “millones de dólares en pagos” de los cárteles de la droga. Otro del PRI, señor Ochoa. Imposible dejar de lado a otro priista reconocido en la política nacional, Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, también del PRI, dejó una deuda estatal superior a los 36 mil millones de pesos.
El espacio se termina, pero no los ejemplos de cómo en el PRI los corruptos sí tienen cabida.
El caos es generalizado. Un Senado omiso e irresponsable con su función. Unos partidos que se alejan cada vez más de la ciudadanía y sus necesidades. Y mientras tanto, dichos van y dichos vienen, pero lo único cierto es que la corrupción cada vez ocupa mayor espacio en nuestra vida nacional.
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