Durante gran parte de su vida, su poesía estuvo prohibida y sus más grandes poemas fueron publicados antes en el extranjero. Sus mejores amigos, los artistas más brillantes de su generación y su familia más cercana murieron en manos de Stalin, quien concentró en ella su odio por la poesía y la disidencia de pensamiento. Ahora su obra es reconocida ya por todos y en uno de los departamentos que vivió se le dedica un museo breve y emotivo que visité con entusiasmo y resultó mucho más interesante de lo que esperaba. La música de Anna Ajmátova sigue viva. Y su poesía es un sol de invierno en el cielo gris de San Petersburgo donde, como decía Joseph Brodsky, «los humanos, como el agua, no echan sombra».
Por Alberto Ruy-Sánchez
Anna Ajmátova y la música de sus silencios
03/11/2011 - 12:03 am
Alberto Ruy-Sánchez
Escritor y editor. Hizo estudios de literatura y lenguajes sociales con Roland Barthes y de filosofía política con Jacques Rancière, Michel Foucault y Gilles Deleuze. Ha publicado más de 26 libros de narrativa, ensayo y poesía, entre los cuales las cinco novelas experimentales donde investigó y narró, una larga búsqueda del deseo: Quinteto de Mogador. Codirige con Margarita De Orellana desde 1988 el proyecto editorial independiente Artes de México. En el libro editado por Ricardo Raphael, El México indignado, explica su militancia por la poesía como socialmente urgente e indispensable para entrar en contacto con la realidad, más profundamente, con más libertad e imaginación. Foto de @Nina Subin.
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