Ciudad del Vaticano, 3 Oct (Notimex).- El Papa Francisco advirtió hoy contra la tentación de aceptar “sin discernimiento” a todos los jóvenes que quieren ser sacerdotes y aseguró que la Iglesia católica tiene muchos problemas por ello.
El pontífice se refirió al respecto en un discurso que pronunció ante un grupo de participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para el Clero del Vaticano, a los cuales recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
“Tenemos necesidad de sacerdotes, faltan las vocaciones. El señor llama, pero no es suficiente y nosotros obispos tenemos la tentación de aceptar sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Esto es un mal para la Iglesia! Por favor, se necesita estudiar bien el recorrido de una vocación”, dijo.
Saliéndose del texto preparado e improvisando, el pontífice instó a examinar bien “si eso es del señor”, si “ese hombre es sano, si ese hombre es equilibrado y capaz de dar vida, de evangelizar, si ese hombre es capaz de renunciar a una familia por seguir a Jesús”.
Reconoció que la Iglesia tiene muchos problemas en diversas diócesis por el error de algunos obispos de aceptar a aquellos que son expulsados de los seminarios o de las casas religiosas porque tienen necesidad de sacerdotes. “¡Por favor! Tenemos que pensar en el bien del pueblo”, clamó.
En su mensaje, el Papa sostuvo que los sacerdotes deben tener más consciencia de su rol como pastores que deben estar en medio de su grey, libres de la cómoda tentación de estar más preocupados por el consenso de los demás y del propio bienestar, que animados por la caridad pastoral.
Apuntó que se trata de ser sacerdotes y no limitarse a “hacer de curas”, teniendo en claro que se transmite el mensaje cristiano a través de la propia vida antes que por las obras.
“¡Cuánto es bello ver sacerdotes alegres de su vocación, con una serenidad de fondo, que los sostiene también en los momentos de cansancio y de dolor! Esto no ocurre jamás sin la oración, la del corazón, ese diálogo con el señor, que es la base de la vida sacerdotal”, indicó.
“Quien ha sido llamado al ministerio no es dueño de su propia vocación sino administrador de un don que Dios le ha confiado por el bien de todo el pueblo y de todos los hombres, incluso aquellos que se han alejado de la práctica religiosa o no profesan la fe en Cristo”, ponderó.