Como otra piel sobre el paisaje de Kenia, las copas de las acacias con sus múltiples formas y desarrollos se imponen como presencia siempre sorprendente. Seductora imperiosa, la acacia es tantas cosas para animales y humanos que a nadie extraña que sea para muchos una forma del cielo de África y hasta un mensaje cifrado entre amantes de tanto tiempo que se hablan incluso con silencios vegetales.
Por Alberto Ruy-Sánchez