Las empresas mundiales, nacionales y locales deben transparentar su huella plástica (cuánto plástico producen o utilizan), responsabilizarse de la gestión de los residuos de sus productos y transitar hacia la reutilización de materiales durables, resistentes y no tóxicos, exigió la UNAM y Greenpeace México.
Ciudad de México, 3 de septiembre (SinEmbargo).– Basura plástica hallada en la superficie y el fondo de mares mexicanos ubicados en ocho Áreas Naturales Protegidas (ANP) proviene al menos de 12 países de marcas como Coca-Cola y PespsiCo (Sabritas), reveló un monitoreo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Greenpeace México realizado en 21 sitios arrecifales del Caribe y Golfo de México, una zona turística.
«Se identificaron 815 piezas plásticas en todas las ANP analizadas. En la superficie del agua se hallaron 664 piezas. Puerto Morelos fue el sitio con el promedio más alto», expone el estudio realizado en 2019, antes del aumento de contaminación plástica-sanitaria por la pandemia de la COVID-19. «En el fondo de los sitios arrecifales visitados se registró un total de 151 piezas plásticas. Puerto Morelos y Veracruz tuvieron un promedio superior al resto». En las Zonas de Influencia (fuera del área, pero con influencia en protección), la conformada por los sitios Villa Blanca y Barquitos en Cozumel tuvo el mayor promedio de basura plástica de todos los casos.
Se logró comprobar el origen del 3.5 por ciento de las piezas plásticas, las cuales fluyeron desde Estados Unidos, República Dominicana, Colombia, Jamaica, Puerto Rico, Guatemala, Ecuador, Italia, Francia, Turquía y Singapur. De las 29 piezas, siete eran mexicanas: Coca-Cola (tres piezas), Sabritas (una), Lucas (una), José Cuervo (una) y Nutrioli (una).
«Es clara muestra de la responsabilidad del sector privado en este tema, por lo que es imprescindible que las empresas mundiales, nacionales y locales se comprometan a transparentar su huella plástica (cuánto plástico producen o utilizan), responsabilizarse de la gestión de los residuos que sus productos generan, ofrecer soluciones preconsumo (opciones libres de plástico de un solo uso) y transitar hacia nuevas modalidades de distribución de sus productos basadas en la reutilización de materiales durables, resistentes y no tóxicos, así como mediante sistemas de recarga y rellenado (como los dispensadores de refresco o detergentes), venta a granel, uso envases retornables», afirma el estudio.
Lo analizado en las costas mexicanas reitera marcas ubicadas entre las cinco principales causantes de la contaminación por plásticos a nivel global, de acuerdo con la auditoría de marca que realizó Break Free From Plastics (2019) en la que Coca-Cola lideró como emisora de residuos plásticos, seguida por PepsiCo, Nestlé, Unilever y Mondeléz.
En 2018, Greenpeace México elaboró una auditoría de marca para determinar el impacto de la contaminación por plásticos en 42 sitios de playas mexicanas, en la cual halló que la basura plástica estaba presente en el total de los lugares muestreados al azar, y la mayoría de estos contaminantes (41.5 por ciento) pertenecía a las marcas Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé y Bimbo.
Ornela Garelli, especialista en Consumo responsable de Greenpeace México y coautora del informe, observó en la conferencia de prensa que los plásticos inundan el planeta, por lo que México no es ajeno a esta contaminación.
«Aunque sea una categoría de protección ambiental, el problema también llega a las Áreas Naturales Protegidas con servicios ecosistémicos invaluables», dijo.
Además de la responsabilidad de la industria, Garelli recordó la obligación de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conanp) –que sufrió un recorte importante– el Congreso de la Unión y los gobiernos locales en implementar y aplicar la regulación del uso de plásticos de un solo uso más allá del reciclaje.
Respecto al tipo de plástico encontrado en el monitoreo de la UNAM y Greenpeace México, los fragmentos (pieza plástica cuyo nivel de degradación imposibilita determinar su forma o función) predominaron en todas las ANP evaluadas (59 por ciento del total). En su mayoría fueron no identificables (67 por ciento), seguidos por los de unicel (24 por ciento).
Otros artículos de plástico abundantes además de los fragmentos fueron bolsas (8 por ciento), tapas (7 por ciento), equipo de pesca (6 por ciento), botellas (6 por ciento), etiquetas (de productos bebibles o comestibles) (4 por ciento) y materiales desechables (1 por ciento).
«Los plásticos más grandes se están convirtiendo en más pequeños (fragmentos), lo que causa cambio de comportamiento de los microrganismos, en las tasas de reproducción e incluso mortalidad», observó uno de los autores, Omar Rivera Garibay del Laboratorio de Biodiversidad Arrecifal y Conservación de la UNAM.
El estudio concluye que en las zonas estudiadas se observaron mamíferos, tortugas, elasmobranquios, grandes comunidades de peces e invertebrados y aves para quienes la presencia de piezas plásticas en el mar constituye un riesgo que afecta la biodiversidad, puesto que los arrecifes de coral, manglares y pastos marinos son sitios de crianza para casi todas las especies marinas.
Asimismo, pese a depender en gran medida de los servicios ecosistémicos, hay desechos plásticos que también tienen impactos negativos sociales y económicos, como afectaciones a la pesca local o al turismo.
«Es muy difícil que el grueso de la población cambie sus hábitos. Tenemos que encontrar nuevas tecnologías que reemplacen el uso de plásticos de un solo uso, pero no solo enfocadas a nichos muy particulares de la sociedad (nivel alto)», dijo el otro autor del estudio, Lorenzo Álvarez Filip, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, quien enfatizó que la contaminación plástica también tiene efectos en la salud humana al ingerir microplásticos a través del consumo de fauna marina.