La oscura historia de la organización más grande del fubtol internacional es retratada por el periodista alemán Thomas Kistner en el libro FIFA mafia. Editado por Roca editorial, el texto expone en 477 páginas las andanzas de Adi Dassler, Joao Havelange, Ricardo Texeira, Josep Blatter, Jerome Valcke y cientos de directos más que hicieron del futbol una mina de oro para hacer crecer sus negocios y fortunas personales.
Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo).- Los sobres con cuantiosas cantidades de dinero iban de aquí para allá. Diplomáticos y ejecutivos de Adidas son los encargados de repartir el recurso con un solo objetivo: llevar a la secretaría general de la FIFA al brasileño Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange.
Es 1974. La primera votación termina con un resultado cerrado entre el inglés Stanley Rous y Havelange. Durante el receso previo a la segunda votación, el dinero vuelve a fluir en favor del brasileño. Para Adidas no es un gasto, sino una inversión en un deporte que habrá de crecer en aficionados y recursos.
Havelange triunfa pese a los señalamientos de corrupción. Los aplausos festejan al nuevo dirigente que tendrá por objetivo convertir al futbol en un redituable negocio. Adidas ha ganado. Havelange también. Con ellos nacerá la mafia más grande que el deporte haya conocido, un grupo que hizo de todo para extender su riqueza y poder…
La oscura historia de la organización más grande del fubtol internacional es retratada por el periodista alemán Thomas Kistner en el libro FIFA mafia. Editado por Roca editorial, el texto expone en 477 páginas las andanzas de Adi Dassler, Joao Havelange, Ricardo Texeira, Joseph Blatter, Jerome Valcke y cientos de directos más que hicieron del futbol una mina de oro para hacer crecer sus negocios y fortunas personales.
En cada una de las páginas, el periodista alemán desglosa el camino que este grupo construyó para eternizarse en el poder.
No todo fue limpio. En el camino tuvieron que deshacerse de persones incómodos o de aquellos que ya no eran útiles.
Por ejemplo, en junio de 1998, Blatter sucedió en el trono de la FIFA a Havelange, en una operación donde los sobornos volvieron a ser los protagonistas.
El paso del tiempo, la visibilidad del juego y los recursos generados por el mismo, llevaron a los dirigentes de la FIFA a ampliar su visión y crear nuevas formas de acrecentar sus ingresos.
Uno de esos mecanismos fue la creación de empresas que se hicieran de los derechos de transmisión de los mundiales de futbol para revenderlos en distintos países.
Las cuentas de Blatter y compañía aumentaban. Todo era felicidad y abundancia en la FIFA, hasta que el Congreso del órgano votó las sedes para los mundiales de 2018 y 2022.
La designación de Rusia y Catar levantó sospechas en más de uno hasta que un directivo sucumbió a la presión del FBI y soltó todo lo que sabía.
Directivos, reseña el libro, solicitaban cifras de varios millones de dólares o favores en empresas extranjeras para cambiar la intención de su voto.
La confesión de Chuck Blazzer, ex directivo de Concacaf, generó un tsunami que amenazaba al líder del órgano rector del balompié, poco a poco, las piezas cercanas a Blatter comenzaron a caer hasta que sucedió lo impensable: el otrora poderoso presidente de la FIFA abdicaba pese a haber sido seleccionado para cumplir un octavo periodo al frente del órgano.
Para Thomas Kistner, autor del libro, en el futbol aun hay esperanzas de limpiar la corrupción que atormenta al deporte más popular del mundo. ¿El problema? El dinero.