Las encuestas nacionales de preferencia electoral, registradas ante el INE entre enero y mayo pasados, anticiparon la victoria de Andrés Manuel López Obrador. No obstante, sólo dos de las 31 casas encuestadoras [Arias Consultores e Indemerc] promediaron un resultado similar al arroja el PREP, con 93.56 por ciento de avance, y que sitúa al político tabasqueño como ganador de la elección presidencial del 1 de julio con 52.96 por ciento de los votos.
En el caso de Ricardo Anaya Cortés, Consulta Mitofsky, Conteo Opiniones que Cuentan, Indemerc, Ipsos, Mercaei, Parametría y Polymetrix obtuvieron resultados similares a los del PREP: 22.5 por ciento del total de los votos emitidos. Y respecto a José Antonio Meade Kuribreña, los resultados de Arias Consultores, Berumen, Capitalmedia, Delphos, Grupo Reforma, Parametría y Polymetrix fueron cercanos a los oficiales: 16.4 por ciento de las votaciones en todo el país.
A pesar de que la mayoría de las encuestas previó el orden final en que quedaron los candidatos presidenciales, gran parte de los ejercicios demoscópicos tuvo resultados alejados de la realidad electoral. Inclusive hubo casas encuestadoras que dieron preferencia a Meade sobre Anaya. De acuerdo con especialistas consultados por SinEmbargo, esta discrepancia es «natural» porque las encuestas sólo reflejan lo que pasa en el momento en que fueron levantadas.
Ciudad de México, 3 de julio (SinEmbargo).- Las encuestas nacionales de preferencia presidencial registradas ante el Instituto Nacional Electoral (INE) entre enero y mayo de 2018, adelantaron que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ganaría las elecciones del 1 de julio pasado, por una amplia ventaja. Sin embargo, sólo dos casas encuestadoras (Arias Consultores e Indemerc) tuvieron resultados cercanos a los arrojados por el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). El resto subestimó al candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Según el PREP –que hasta el cierre de esta información presentaba un avance de 93.56 por ciento de actas capturadas–, López Obrador se convirtió en el virtual Presidente electo de México con el 52.96 por ciento de las votaciones (más de 24.1 millones de votos). Arias Consultores, en sus encuestas de enero a abril, le dio al tabasqueño un promedio de 50.8 por ciento, e Indemerc, entre marzo y mayo, promedió 52.6 puntos porcentuales para López Obrador.
El resto de las casas encuestadoras se quedó corto. De ellas, Grupo Reforma fue la más atinada (en abril le dio 48 puntos a AMLO y en junio, más allá de lo reflejado por el INE, le dio 52), seguida por Capitalmedia y Polithink (46 por ciento en febrero y abril, respectivamente).
En el extremo opuesto, los ejercicios demoscópicos que más subestimaron a López Obrador, durante el periodo mencionado, fueron GEA-ISA (con un promedio de 24.7 por ciento entre marzo y mayo), Consulta Mitofsky y Conteo Opiniones que Cuentan (con 31.3 cada una, entre febrero y mayo).
No obstante, las 31 casas dibujaron, a lo largo del proceso electoral, una tendencia al alza en la preferencia por el político tabasqueño. En enero, el promedio de ejercicios demoscópicos le dio 34.9 por ciento de votos. Para mayo, el porcentaje fue de 39.7 puntos porcentuales.
Esto además de la tendencia reflejada en el consolidado de encuestas de Bloomberg, mismo que pondera las encuestas de acuerdo con su calidad. Según dicho ejercicio, mientras que al 29 de mayo AMLO alcanzaba su máximo histórico de 52.80 por ciento de la intención de voto, a finales de junio hizo una fuerte actualización, posicionando al tabasqueño con 46.3 por ciento.
Las encuestas –por lo general– son contratadas para medir dos tendencias: el nivel de conocimiento de los encuestados acerca de un determinado tema; y el nivel de la intención de votos en un momento específico. Por eso, no reflejan la realidad electoral. Porque “lo que hoy puede ser un resultado, mañana, ante un nuevo contexto, puede ser otro”, dijo la maestra María Teresa Garduño Suárez, experta en marketing político de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán.
En ese sentido, el maestro Felipe de la O Lopez, especialista en demoscopía y opinión pública de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), refirió que “una encuesta no sirve para hacer pronósticos” porque es un “corte transversal” de un momento específico en el tiempo. Eso significa que el resultado de las encuestas –de enero a mayo– describen, por naturaleza, una realidad diferente a la ocurrida el día de la elección.
Para Garduño Suárez y de la O López, no es que las encuestas se equivoquen. Más bien, la veracidad de sus resultados tiene que ver con la logística de muestreo y con la metodología utilizada para hacer las mediciones. Y en ese respecto, el problema está –en gran medida– en el tamaño y la calidad de las muestras que las casas encuestadoras utilizan (ya que a veces son insuficientes por reducción de costos, o incluyen entrevistados sin credencial de elector, lo que no refleja una realidad electoral).
“Si la muestra no es adecuada –explicó Garduño– el margen de error es mayor, y por tanto, el nivel de confianza será menor”. Según los estudios de las 31 casas encuestadoras, presentados ante el INE, el margen de error oscila entre uno y cuatro puntos porcentuales (por encima o por debajo de la tendencia general).
Además del nivel de confianza de una encuesta, el académico de la FCPyS recalcó que hubo circunstancias de coyuntura política que cambiaron las tendencias electorales rumbo al 1 de julio pasado. Por ejemplo, la renuncia en mayo de la candidata independiente Margarita Zavala Gómez del Campo, “que aunque haya sido poca su preferencia electoral”, esos votos (entre cinco y siete puntos) “cambiaron por otra preferencia”.
También, los resultados varían según si la preferencia es neta (que no considera la indecisión) o si es bruta (que sí la considera). “Esto importa, porque cuando hacen la preferencia neta, cada encuestador tiene un modelo diferente para asignar la preferencia bruta para convertirla en neta. Es decir, cómo distribuyen los indecisos”.
De la O López recordó, en ese sentido, que hubo indecisos hasta el último día en que las encuestas pudieron haber sido publicadas (el miércoles 28 de junio, cuando empezó la veda electoral). Y según él, el grado de indecisión era de entre 20 y 30 por ciento, dependiendo de la encuestadora. Luego hay otro factor: “mucha gente decide su voto la última semana [hasta el 20 por ciento, según datos del INE]. E incluso muchos la deciden el mismo día de la elección [cerca del 10 por ciento]”.
Así pues, explicó, “es muy natural que estas encuestas no reflejen lo que pasó el día de la elección porque no estaban diseñadas para eso. Estaban reflejando lo que pasaba cuando fueron levantadas”. Y añadió que, “entre más cercanas al día de la elección, [el resultado] debería de ser más parecido”, aunque “eso no significa que así sea por norma».
Sobre las elecciones presidenciales del domingo, refirió que hubo pocos cambios que pudieran haber modificado las tendencias que se vieron desde un principio, al menos desde la etapa de precampañas. Eso hizo que esta fuera una elección “fácil de analizar” para las encuestadoras, siendo que todas reflejaron una clara ventaja de Andrés Manuel López Obrador. En el caso de Ricardo Anaya Cortés y de Jose Antonio Meade Kuribreña, destacó que, si hubo variaciones entre el segundo y tercer lugar, se debió (en parte) a que la tendencia no estuvo definida del todo.
El especialista en demoscopía recordó, una y otra vez, que una encuesta es tan buena como su metodología, y tan clara como cercano haya sido su levantamiento al día de la elección. Por ejemplo, Grupo Reforma y Parametría dieron hasta 52 y 54 puntos porcentuales a AMLO en junio (en comparación con los 26 y 24 que dieron a Anaya, respectivamente; y los 19 y 17 puntos porcentuales dados a Meade).
Además, reconoció que en este proceso electoral –a diferencia de las últimas cuatro elecciones federales– los partidos pequeños no fueron subestimados por las encuestadoras (como en el caso de PT y PES, que fueron con Morena; o de MC, que fue con PAN y PRD; o el PVEM y PANAL, aliados con el PRI).
ANAYA Y MEADE EN LAS ENCUESTAS
En el caso del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya Cortés, el PREP indica que obtuvo el 22.5 por ciento de los sufragios emitidos (más de 10.2 millones de votos). Seis encuestadoras previeron el resultado final.
Consulta Mitofsky promedió, entre enero y mayo, 22.5 puntos porcentuales para el “niño maravilla”. Parametría e Ipsos le dieron 22.7 puntos, en promedio, entre febrero y abril. Y Mercaei (22), Indemerc (22.1), Conteo Opiniones que Cuentan (22.2) y Polymetrix (23.1), entre enero y mayo, se acercaron bastante.
Berumen, El Financiero (Moreno & Sotnikova), MassiveCaller, Mendoza Blanco y Asociados, además de Pauta Encuestas, le dieron –en promedio– 25.2 por ciento, lo que estuvo considerado dentro de su margen de error. En cambio, hubo casas que sobrestimaron y subestimaron al candidato del “Frente Por México”.
BGC (32.5 puntos en promedio), Delphos (30), Grupo Reforma (30), Polithink (30), Suasor Varela Maldonado y Asociados (29.4), Capitalmedia (29), Enkoll (29) y Votia (28.4) lo sobrevaloraron. Y Grupo Impacto (15.5) y Celexis (18.9) lo subvaloraron.
Pero Mas Data (9), Derechos Digitales (13.6), Arias Consultores (15.8), Gea-ISA (18.7), Parámetro (23.3), Suasor Consultores (26), Numerus (27) y POP Group (28.2), no sólo se desviaron con sus resultados, sino que además, arrojaron que Ricardo Anaya Cortés tuvo menos fuerza electoral que Jose Antonio Meade Kuribreña.
Por su parte, el abanderado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), según el PREP, concentró el 16.4 por ciento de las votaciones (casi 7.5 millones de votos). Las casas encuestadoras que más se acercaron a este resultado fueron Arias Consultores (16.4, aunque se desvió al posicionarlo por encima de Anaya), Polymetrix (16.3) y Delphos (16).
Mientras que Berumen, Capitalmedia y Grupo Reforma y Parametría se acercaron al resultado final (con 17 puntos en promedio, cada uno), Pauta Encuestas (28), Votia (24.7), El Financiero (22), Polithink (21), BGC (20.5), Varela Maldonado y Asociados (18.8), Enkoll (18) y Mitofsky (17.9) lo sobrestimaron. En los casos de Indemerc (13.3), Grupo Impacto (13.5), MassiveCaller (14), Mercaei (14.8), Mendoza Blanco y Asociados (15), AGA Marketing (15), Ipsos (15.1) y Celexis (15.9) hubo subvaloración.
Las encuestadoras que dieron ventaja a Meade sobre el candidato panista fueron Mas Data (9.1), GEA-ISA (19.7), Derechos Digitales (20.2), Parámetro (23.8), Conteo Opiniones que Cuentan (24.4), Suasor Consultores (27.3), POP Group (28.2) y Numerus (29).
Entre enero y mayo, las 31 encuestas dibujaron una tendencia ascendente para Ricardo Anaya Cortés (quien pasó de un promedio de 21 a 25.4 por ciento) y una decreciente para Jose Antonio Meade Kuribreña (pasó de 20.3 a 20.2 por ciento).
En lo que se refiere a Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, casi todas las encuestas –salvo Grupo Impacto que le dio 5 puntos porcentuales y AGA Marketing, que le dio 11 puntos– lo subestimaron. Según el PREP, “El Bronco” obtuvo el 5.1 por ciento de los sufragios emitidos (más de 2.3 millones de votos). Las que más se acercaron en su estimación fueron Celexis (4.1), Pauta Encuestas (4), Votia (3.7) y Polymetrix (3.5).
LAS ELECCIONES PASADAS
La experiencia de 2012, cuando varias de las más prestigiadas casas encuestadoras de México obtuvieron porcentajes con amplio grado de «error sistemático», nos recordó esto: que las encuestas preelectorales sólo dibujan tendencias o fotografías de un momento, sin vaticinar el resultado final.
Por esas fechas, los ejercicios demoscópicos anticiparon que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganaría por entre 11 y más de 20 puntos porcentuales (lo que no sucedió).
“Crisis realmente grave”, fueron las palabras de entonces de la periodista Denise Maerker para Roy Campos Esquerra, presidente de Consulta Mitofsky. Las encuestadoras se equivocaron por mucho y “no hay justificación que valga el fallo”, dijo Ciro Gómez Leyva al pedir disculpas a sus televidentes y lectores. Después de todo, comentó al aire, habían fallado en términos de precisión informativa.
El año de los comicios en que el partido tricolor regresó a la residencia oficial de Los Pinos (2012), la encuesta de seguimiento Milenio GEA-ISA, por ejemplo, dio a Peña Nieto un margen de victoria de entre 11 y 18 puntos por encima de López Obrador (la diferencia real fue de 6.5 puntos porcentuales).
Grupo Reforma, en su conteo rápido, se equivocó por 20.62 puntos porcentuales (dio empate técnico entre AMLO del PRD y Josefina Vázquez Mota del PAN, quienes vencían a Enrique Peña Nieto del PRI). Buendía & Laredo se desvió por 16.31 puntos. Y Mitofsky adelantó que el priista ganaría por 23.3 puntos sobre Vázquez Mota. La lista se alargó.
En total, en 2012, 13 encuestadoras hicieron públicas sus estimaciones, refiere un análisis realizado por Francisco Cantú, académico de la Universidad de Houston, Texas; Verónica Hoyo, profesora de la Universidad de California, en San Diego; y Marco A. Morales, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Según sus datos, ocho encuestas sobreestimaron a Enrique Peña Nieto, siete subestimaron a López Obrador y tres a Vázquez Mota. No obstante, cinco encuestadoras –Covarrubias, Demotecnia, Grupo Reforma, Mercaei y Votia– no tuvieron sesgos sistemáticos durante la cobertura de campañas, señalan los analistas.
Los datos de Cantú, Hoyo y Morales no sólo refieren errores sistemáticos en 2012, sino también en las elecciones de 2006.
El año en que Calderón Hinojosa llegó a la silla presidencial, cuatro de 15 ejercicios demoscópicos lo subestimaron; así como seis de ellos sobreestimaron a Roberto Madrazo Pintado [PRI]. Empero, ese año, nueve encuestadoras –Arcorp, CEO, Covarrubias, Data OPM, El Universal, GEA-ISA, Grupo Reforma, Indemerc Mundial y Marketing Político– no tuvieron sesgos sistemáticos durante las campañas.
Los analistas concuerdan en que las faltas de precisión de estos ejercicios no son novedosas, pues según ellos, se vienen cociendo desde la década de los ochenta y de los noventa, sufriendo altibajos durante todo el proceso hasta llegar a la fecha.