Todavía siento las caricias de Leva (Editorial Literal, 2015), podría citar de memoria algunas de sus líneas pues he leído más de dos veces este libro de la poeta argentina Andrea López Kosak. Esto me pasa siempre que un libro me sorprende y me lleva de la mano para habitar el mundo que crea. Muy certera es la advertencia que Anna Pinotti nos hace de Leva, Anna nos dice “La invitación es a penetrar en esa intimidad donde se gestan las marcas delicadamente incómodas”. Y es que la vida diaria es incómoda por su belleza y por sus altibajos y parte de la vida diaria está retratada en este libro que también es un film donde participan amantes, la lluvia, un mariachi, la chica de los caramelos, la viuda de un actor y otros personajes con tintes cinematográficos. En leva encontramos detalles de la vida dibujados a través de las palabras. Los poemas generan en pocas líneas un efecto de fotografías en movimiento y ¿qué es la fotografía en movimiento? Leva no es un libro ordinario de poesía, aquí hallamos poemas que se combinan y juegan con otros lenguajes desde su trinchera y a través de ella cuenta varias historias. Imaginemos que estamos en cama sin poder salir de la habitación, casi como en una trama de Hichcock. Tenemos unos binoculares para espiar y frente a nosotros una ventana que da a un edificio con muchas ventanas abiertas. El delirio que puede provocar ver todo lo que en ellas sucede. Entonces no dejamos de mirar, de querer enterarnos de qué más se descubre frente a nosotros, tan lejos y a la vez tan cerca. ¿Qué haríamos en esta situación? Si de pronto uno mira que “A media luz alguien se quita los zapatos, desprende el portaligas, expresa alivio de estar en casa dejando caer la ropa sucia al suelo” Y es que en este libro uno entra en una atmósfera de sensualidad, de flirteo y de erotismo; pero también se sabe en una ciudad o varias ciudades violentas donde los besos se dan y se parecen a las metrallas o ¿se besa entre disparados de metrallas? Porque quién “puede resistir el encanto en un escenario que tiende al declive” nos dice Leva. Borges escribió que la vida no tiene por qué ser interesante pero la literatura sí, y justo es lo que aquí sucede. Andrea López Kosak provoca la magia y el misterio de hacer literatura lo cotidiano y no lo deja ahí, lo lleva a lugares inesperados donde el lector de pronto se encuentra cobijado o desnudo y no sabe que una bala se le puede cruzar. Leva conduce al lector pero también le exige estar bien atento, con los sentidos afilados, justo como exige la vida misma a quien tiene la mente palpitante, el corazón luminoso; tal y como exigen ser apreciados los detalles cotidianos, esos detalles que en realidad forman no sólo gran parte de la vida, sino también lo más hermoso y más profundo de ella. Yo terminé de leer Leva y seguí la invitación que encontré en uno de esos poemas: salí a bailar “Un suave en el balcón mientras el efecto dura” y sigo bailando y sigo bailando.
Presentación de Leva, de Andrea López Kosak. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, 11 de mayo de 2015.
Y el baile