La historia de estos dos niños está basada en la propia historia de Samuel, su hermano y su madre, sin embargo describe la vida de miles de mujeres y niños migrantes que han cruzado la frontera en busca de mejores oportunidades.
Por Mónica Rubalcava
Ciudad de México, 3 jun (EFE).- Un pedazo de la vida del director mexicano Samuel Kishi fue el pretexto para poner bajo la lupa temas sociales como la maternidad y la infancia en la migración a través de su filme Los lobos.
«Traté de hablar de resiliencia, siempre vi a esta familia como lobos heridos que están buscando un lugar para resguardarse. Intenté retratar cuestiones como el hogar, la identidad, la búsqueda de solidaridad y a personas con distintas situaciones migratorias», cuenta a Efe Kishi de su cinta que estrena en salas el 10 de junio.
Max y Leo esperan a que su madre, Lucía, regrese de trabajar día tras día encerrados en un departamento austero ubicado en una zona de migrantes en Estados Unidos.
Mientras eso sucede los hermanos juegan, se pelean, crean mundos imaginarios con sus dibujos y aprenden lecciones que Lucía les deja grabadas en una vieja grabadora con la esperanza de que al seguir las reglas impuestas por su madre, ella pronto los llevará Disneylandia.
La historia de estos dos niños está basada en la propia historia de Samuel, su hermano y su madre, sin embargo describe la vida de miles de mujeres y niños migrantes que han cruzado la frontera en busca de mejores oportunidades.
«Escribí la anécdota y en las primeras etapas de desarrollo de la historia fue difícil alejarme y dejar que los personajes florecieran y que dejara de ser mi historia», recuerda.
Para eso, además de entrevistar a su madre y a su hermano Kenji, quien fungió como el musicalizador del filme, se acercó a muchas otras historias de migrantes, trabajó con más guionistas y le dio la libertad a los actores de crear sus propios personajes.
RESGUARDAR LA MEMORIA
Hasta el momento son 30 los países en la que Los lobos se sigue presentando y actualmente forma parte del Festival de Cine de Derechos Humanos de Argentina.
Este es el segundo largometraje de Kishi después de Somos Mari Pepa (2013) y ambos filmes fueron parte del Festival Internacional de Cine de Berlín.
Si en el 2013 el director revisitó su adolescencia y agradeció con el filme a su abuela el haber estado cerca de él, en Los lobos hace una «carta de amor» a su madre, lejos de las idealizaciones.
«Las dos (películas) tienen una cosa en común que es un ejercicio de memoria, en ‘Somos Mari Pepa’ Alex documenta su adolescencia con su cámara de video y en ‘Los lobos’ esto es documentado por una grabadora que pertenecía a su abuelo. Me interesa mucho la memoria en el cine, me parece que es una máquina de memoria y empatía», dice.
En la película, el director también retrata metáforas como el camino a la autosuficiencia, con situaciones tan simples como aprender a amarrarse las agujetas, y cuestiona el verdadero significado del hogar y la pertenencia.
UNA MUJER REAL FUERA DEL ESTEREOTIPO
Cuando Martha Reyes leyó por primera vez el guión, se dio cuenta de que Lucía, su personaje, no era una mujer real.
«En esa primera versión de guión, la mamá era un estereotipo de madre, estaba cansada pero llegaba sonriente a casa a hacer la cena, les leía cuentos y dije: esto está medio raro, si viene de trabajar y llega a otras preocupaciones en la casa, no creo que estuviera tan sonriente», dice a Efe Reyes.
Una de las preocupaciones principales de la actriz, era precisamente mostrar a una mujer de carne y hueso con la que muchas mujeres se sintieran identificadas y para ello, Martha traspasó la ficción para conocer en carne propia las dificultades que atraviesan las mujeres.
«Estuve trabajando limpiando casas y oficinas y conocí a muchas mujeres migrantes, la mayoría eran madres solteras y tenían a sus hijos encerrados en sus casas y me di cuenta que era algo normal», apunta.
En cuanto a Maximiliano y Leonardo Nájar, ambos confiesan que se divirtieron mucho «con Martha y los niños que salían en la película», cuenta Max, y fueron los dos elegidos de un ‘casting’ en el que participaron más de 900 niños.