Su estancia en México ha sido posible gracias a un «mecenas», su promotor es Diego Gómez Pickering, hasta ahora Embajador de México en Reino Unido y recién nombrado cónsul general de México en Nueva York.
Por Cristina Cabrejas
Beirut, 3 may (EFE).- Zain Alabdin Ali es un refugiado sirio de 23 años y hace sólo algunos días trabajaba toda la noche en una sala de vídeojuegos en Beirut, pero el próximo 11 de mayo viajará a México gracias al «Proyecto Habesha» y volverá a estudiar en la universidad, como hacía en Alepo antes de que comenzase la guerra.
Zain espera a Efe en la avenida Hamra, la zona más comercial y caótica de Beirut, donde en una de sus calles perpendiculares trabajaba como cajero toda la noche para poder vivir, pero hace unos días se despidió y ahora prepara al viaje más importante de su vida, después de aquel que realizó en 2012 cuando dejó su ciudad natal, Alepo.
Llegó desde Alepo a Líbano en un autobús junto con su primo, tardaron 36 horas debido a los numerosos controles de carretera, pero entonces era una ruta segura.
Huían de una ciudad en guerra y sobre todo del servicio militar que les hubiera obligado durante al menos dos años a ir al frente.
Un año más tarde lograron pasar la frontera sus familiares, su padre, su madre, sus tres hermanas y un hermano, pero las condiciones de vida en Beirut son duras y «necesitaba diez meses de sueldo para pagarme un mes de la universidad», confiesa Zain.
Entonces abandonó el sueño de volver a estudiar.
En Alepo cursaba la carrera de medicina, pero ahora explica que le gustaría una profesión en la que se «pueda crear algo, dar rienda a la fantasía» y está pensando en arquitectura.
Quizá para en un futuro reconstruir una Alepo que ha sido completamente arrasada, pero también para volver a Beirut, otra ciudad donde la guerra se respira aún en sus numerosos edificios bombardeados.
Había perdido la esperanza hasta que una iniciativa humanitaria mexicana, bautizada como Proyecto Habesha, comenzó a buscar 30 estudiantes sirios que vivieran como refugiados en varios países para que pudieran continuar con su educación superior.
«El Proyecto Habesha propone un modelo que concibe la recepción de estudiantes sirios como un activo y una oportunidad para promover el diálogo intercultural que fomente una cultura internacional para la paz», aseguran sus fundadores.
Dos de ellos ya han llegado a México y Zain es el tercero. Será recibido en la ciudad de Aguascalientes, en la Universidad Autónoma, para un curso inicial de español y adaptación cultural y posteriormente cursará los cuatro años de arquitectura.
Zain enseña a Efe sus billetes de avión y sonríe. Será un trayecto de muchas horas, ya que su pasaporte sirio no permite vuelos por Europa ni Estados Unidos, por lo que viajará desde Beirut a Moscú, después a La Habana y luego a México.
Su estancia en México ha sido posible gracias a un «mecenas», su promotor es Diego Gómez Pickering, hasta ahora Embajador de México en Reino Unido y recién nombrado cónsul general de México en Nueva York.
Zain no está preocupado por lo que le espera en México, «siempre seré más feliz que aquí», explica con tristeza, aunque su intención es volver a Líbano, donde le esperará su familia, para ayudarla cuando regrese con su título de arquitecto.
«Mi familia está contenta. Saben que volveré con mi título, con mi propia carrera y podré tener un futuro mejor», explica.
Pero sobre todo está contento de viajar a Latinoamérica, pues cree que en México encontrará personas que le entenderán y con quien congeniará, no está seguro que esto pasaría también en Europa.
Aunque al principio no quiere confesarlo, para no ofender a quien le entrevista, Zain al final revela: «No me gusta el comportamiento de los europeos. Creo que en México no me tratarán de refugiado, ni de mala persona o terrorista».
Zain rompe su timidez cuando lamenta que a los sirios se les tomen por terroristas del «Daesh», «son ellos los que matan a mi gente, son ellos los que nos matan a los musulmanes», explica.
Aún no sabe nada de México, conoce tres palabras en español, pero afirma convencido que ya sabe que le encantará la comida: «En Alepo también se come muy picante».