Satisfecho con los cambios que internet ha provocado en el sector, el diseñador se muestra entusiasmado por una generación que parece vivir a través de aplicaciones, porque son herramientas de «comunicación, muy abiertas».
Por María D. Valderrama
París, 3 de marzo (EFE).- A sus 67 años, el diseñador estadounidense Tommy Hilfiger quiere dar a los millennials las satisfacciones inmediatas que desean, dice en una entrevista a Efe, para lo que ha transformado su marca en un hervidero de estrellas de las redes sociales.
La última en llegar al imperio, en el 50 aniversario de la marca, es la actriz, modelo y activista Zendaya, que a sus 22 años cuenta con una legión de más de 54 millones de seguidores en Instagram y que ideó la última línea del diseñador, primera que presenta en París.
Antes de ella vino Gigi Hadid, que durante cinco temporadas imaginó diseños que permitieron a una marca envejecida convertirse en lo más deseado de millennials y Generación Z.
«Creo que los milnennials (…) quieren satisfacciones inmediatas y experiencias, y eso es lo que les damos. ¿Crees que alguien quiere ver un desfile y esperar seis meses para poder comprarlo?», defiende Hilfiger.
Con «Tommy Now», la colección que se muestra y se vende en la tendencia del «see now, buy now» (ve ahora, compra ahora), el estadounidense se ha puesto a rentabilizar el millón de seguidores nuevos que recibía en redes después de cada desfile en Nueva York.
Sus tiendas, físicas y en línea, abren los escaparates al mismo tiempo que el desfile y quien se enamora de un abrigo ideado por Zendaya (y el estilista que ha convertido sus looks en reclamo, Law Roachs) puede tenerlo inmediatamente.
«Tommy es una de las marcas más innovadoras en todo lo relacionado con el mundo digital y redes sociales», defiende.
Esa estrategia es todo lo contrario a la cada vez más imperante -o ambicionada- tendencia de «moda lenta» por la que abogan muchos diseñadores europeos, pero Hilfiger parece identificarse más con el crecimiento, si bien la marca no ha abandonado sus piezas tradicionales.
«La mayor parte de nuestro negocio consiste en decir: ‘Los clásicos están aquí para siempre, pero los looks de pasarela deben ser de tendencia y de una moda que va hacia adelante'», apunta.
Satisfecho con los cambios que internet ha provocado en el sector, el diseñador se muestra entusiasmado por una generación que parece vivir a través de aplicaciones, porque son herramientas de «comunicación, muy abiertas».
«Zendaya es una estrella de la música, el cine y la televisión, una activista y ahora va a ser también una estrella de la moda. Tiene un gusto exquisito, ha estado muy involucrada en el diseño, en el casting, en la música para el desfile… Solo tiene 22 años, atrae a la Generación Z pero también a millennials», dice.
El hito en su pasarela consistió en actualizar un momento icónico de la historia de la moda, la Batalla de Versalles de 1973, que enfrentó a cinco diseñadores franceses (Yves Saint Laurent, Givenchy, Ungaro, Pierre Cardin y Christian Dior) contra cinco estadounidenses (Halston, Oscar de la Renta, Bill Blass, Stephen Burrows y Anne Klein).
Estados Unidos ganó al ofrecer un espectáculo más fresco, ropa más urbana y al romper las barreras que todavía imperaban en Francia subiendo a la pasarela a una decena de modelos afroamericanas.
En la versión de Hilfiger y Zendaya, prácticamente todas fueron modelos negras, incluyendo a la supermodelo y cantante Grace Jones que cerró la pasarela entre ovaciones.
«Todas las marcas deberían ser inclusivas, yo siempre lo he sido. He construido una empresa inclusiva y diversa, y mostramos modelos con curvas, de todas las edades», señala el diseñador que todavía sufre el bulo surgido hace más de una década sobre su supuesto racismo.
Según esas habladurías, el creador había dicho en el programa de televisión de Oprah Winfrey que su ropa solo estaba hecha para blancos de clase alta. Durante años pasó de boca en boca hasta costarle clientes a Hilfiger, que la primera vez que visitó el programa de la presentadora fue, de hecho, para desmentir el rumor.
Aunque París nunca le hizo falta para triunfar, se muestra «emocionado» por haber desfilado por primera vez en esa ciudad, a la que no quiso acudir hasta tener ropa que estuviera a la altura.
Ahora, Hilfiger se reivindica como agente del cambio, que ha sido uno de los impulsos de su carrera: «Me gusta cómo está cambiando la moda, seguir adelante y evolucionar porque si no te estancas, y no hay nada más aburrido que estancarse. En todo lo que sea tecnología y digital me gusta ir un paso por delante».