A través de una carta, el ex Presidente mexicano, Felipe Calderón Hinojosa, negó que durante los últimos años de su periodo de gobierno haya recibido sobornos de la empresa brasileña Odebrecht equivalentes a 10.5 millones; luego de un reportaje publicado en el sitio web de Mexicanos contra la corrupción, “La conexión Odebrecht-Los Pinos en tiempos de Calderón”, Calderón Hinojosa decidió enviar la misiva para negar los hechos.
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Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).- El ex Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, aceptó que nunca realizó acuerdos “al margen de la ley” con la empresa brasileña Odebrecht durante el periodo de 2010 y 2012.
Estas declaraciones vienen a raíz de un reportaje publicado por la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad en la que acusan a Odebrecht de pagar sobornos de 10.5 millones a México en los dos últimos años de Gobierno de Calderón Hinojosa y 6 millones de dólares entre 2013 y 2014, en la actual Administración de Enrique Peña Nieto.
En una carta, el panista señaló aceptó que tuvo reuniones con los el entonces Presidente y Brasil y con inversionistas, sin embargo, todas ellas fuero «al margen de la ley» y «se veló por el interés superior de México y el respeto irrestricto al Estado de derecho».
Esta misiva fue dirigida a Claudio X. González y María Amparo Casar, de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
Ésta es la carta que envió el ex Presidente Felipe Calderón:
El día de ayer recibí una carta sin fecha ni membrete suscrita por el reportero Raúl Olmos, en el que mencionaba que él y el señor Daniel Lizárraga trabajan para “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad” y querían solicitarme una entrevista. En ella además me notificaban que “durante las próximas horas vamos a publicar un reportaje sobre cómo operó el consorcio brasileño Odebrecht en México”. Al respecto me permito hacerle los siguientes comentarios:
A lo largo de mi mandato como Presidente de México tuve diversas reuniones bilaterales con el entonces presidente de Brasil, Luis lnacio Da Silva, como las tuve con muchos otros jefes de Estado y de Gobierno. En particular, en ocasión de la “Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe” celebrada en la Riviera Maya en febrero de 2010, tuve reuniones bilaterales con la mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno asistentes, incluyendo al presidente Lula.
También tuve reunión bilateral con él en ocasión de su visita de Estado a México, así como en mi visita de Estado a Brasil. Esa es la práctica diplomática internacional, observada con todo rigor por la Cancillería Mexicana.
Como es de esperarse, en esas reuniones se abordaban temas de la agenda bilateral, incluyendo las relaciones comerciales y de inversión entre ambos países. Con certeza se abordó el tema de la posible inversión del consorcio brasileño Braskem, que tenía intenciones de invertir en México en el sector petroquímico. A la postre, Braskem, asociado con la empresa mexicana ldesa, realizaron la inversión más importante en el sector petroquímico que se haya realizado en México en los últimos 30 años, tanto por su monto como por el sentido estratégico de la misma.
Por otra parte, la política del gobierno que tuve el honor de encabezar era crear un ambiente favorable a la inversión productiva. Eso implicó una política de diálogo constante con los inversionistas. Uno de esos instrumentos era mi participación recurrente en el Foro Económico de Davos. Como Ustedes saben, se trata de un evento orientado a propiciar las relaciones públicas y el intercambio directo de ideas entre empresarios, creadores, gobiernos, analistas destacados y otros invitados.
Es práctica común, muy útil al país, el aceptar entrevistas de potenciales inversionistas en México. En ese marco me entrevisté con los directivos de las mayores empresas del mundo, en todos los sectores, incluyendo a los directivos de Braskem.
También, como parte de una política de atracción de inversiones y fortalecimiento de la imagen de México, fomentamos el diálogo directo con empresarios a fin de generarles confianza en el país y en su gobierno. En ese tenor, la Secretaría de Economía promovía que las grandes empresas globales con inversiones actuales o potenciales en nuestro territorio realizaran sus reuniones de Consejo en el país, con objeto de que pudieran constatar directamente la situación de México más allá de la percepción difundida por los medios de comunicación.
Nunca hubo propiamente una reunión de Consejo en los Pinos como se dice en la carta, pero cuando los Consejos de las Empresas Globales sesionaban en México y solicitaban una reunión con el Presidente, se procuraba tenerla. Ese fue el caso de Braskem, pero también de Coca-Cola, Pepsico,Ternium y muchas otras más. De estas reuniones se informaba a la opinión pública a través de la prensa.
Por lo que toca a la Banca de Desarrollo, cada una de las instituciones del gobierno tenían sus propias políticas y objetivos de colocación de crédito, sea al comercio exterior, al sector empresarial o al de infraestructura. En todo caso bajo un estricto control aplicable no sólo a las instituciones del sector bancario, sino adicionalmente a las dependencias del sector público.
En ningún caso las reuniones con el presidente de Brasil o con los inversionistas implicaron acuerdos al margen de la ley o que les confiriesen ventajas indebidas a estos. En todo momento se veló por el interés superior de México y el respeto irrestricto al Estado de derecho. Por supuesto, la sola insinuación de soborno hubiera sido absolutamente inaceptable.
Estoy enterándome a través de los medios del penoso caso de Odebrecht en América Latina y sus potenciales implicaciones en México. Hago votos para que “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad” pueda profundizar en la investigación y revelar lo ocurrido en nuestro país, y de ser el caso se finquen las responsabilidades correspondientes. En ese propósito estoy a sus órdenes para lo que pueda contribuir.