Parques sin normas de vestimenta en Irán, pero exclusivos para mujeres

03/03/2017 - 3:05 am

La idea de crear estos parques surgió después de que un estudio mostrara un déficit de vitamina D en muchas mujeres iraníes causado por su escasa exposición solar. Una medida positiva para las usuarias, pero que vuelve a poner en discusión el problema de la segregación por sexos en los espacios públicos impuesta tras la Revolución Islámica.

Mujeres En El Tradicional Mercado De Qazvin En Irán Foto Efearchivo

Por Marina Villén

Teherán, 3 de marzo (EFE).- Mujeres sin velo o con los brazos y las piernas al descubierto no se ven en las calles de Irán. Solo hay unos espacios públicos y al aire libre en los que no rigen los estrictos códigos de vestimenta islámica: los parques de mujeres.

La capital, Teherán, cuenta en la actualidad con cuatro de estos parques, donde solo pueden acceder niños varones menores de 6 años y está prohibido hacer fotos o vídeos para mantener la privacidad de las usuarias.

Con el fin de lograr un ambiente completamente segregado y alejado de miradas masculinas, estos espacios se encuentran rodeados por un muro alto y tanto el mantenimiento de su seguridad como de la jardinería corre a cargo de mujeres.

Esta es la única forma de que en Irán las féminas puedan disfrutar de la caricia del viento en su pelo o del sol sobre su piel.

Unos placeres quizá poco valorados en otras partes del mundo por ser comunes, pero que en Irán son excepcionales desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, cuando las autoridades obligaron a las mujeres a tapar su cabello y su cuerpo.

En contraste con esta habitual imagen conservadora, la estudiante de secundaria Sahar pasea por el parque «Bustan-e Bhesht-e Madaran» («Jardín del Paraíso de las Madres») sin velo y en manga corta, pese a que las temperaturas todavía no son elevadas en Teherán.

La joven dice a Efe sentirse más libre en este ambiente para pasear o practicar deporte: «A las mujeres nos han gustado estos parques desde su apertura», subraya.

De la misma opinión es Shirin, una ama de casa de unos 50 años que acude a diario a este parque, un lugar que considera «muy útil teniendo en cuenta que en la calle es obligatorio el velo».

«Es muy cómodo no cubrirse el pelo y con el buen tiempo se puede estar incluso en camiseta de tirantes y pantalón corto, lo que nos permite tomar el sol», explicó a Efe esta mujer.

Y es que la idea de crear estos parques surgió después de que un estudio mostrara un déficit de vitamina D en muchas mujeres iraníes causado por su escasa exposición solar.

El primero en abrir sus puertas, en 2008, fue el «Jardín del Paraíso de las Madres», que cuenta con mesas para jugar al ajedrez y al pimpón, barbacoas, un invernadero, una cafetería y un espacio para practicar desde fútbol sala a yoga.

Entre sus 15 hectáreas de colinas boscosas también hay una casa de cultura que ofrece cursos de enseñanza del Corán y de habilidades domésticas consideradas femeninas como cocina y costura, unos talleres que nos recuerdan que estamos en Irán.

Pese a todas estas instalaciones, este parque es uno de los más sencillos. Otros disponen incluso de piscina y canchas de fútbol y baloncesto, como es el caso de «Bustan-e Madare Qaem» («Jardín de la madre del duodécimo imán»).

Algunos de estos cuatro espacios de Teherán también están disponibles para los hombres los viernes y festivos oficiales, mientras que uno de ellos es mixto pero dedica una zona en exclusiva para las mujeres con el objetivo de potenciar sus capacidades deportivas.

Las razones que llevaron a la apertura de estos lugares en la capital, y posteriormente en otras ciudades iraníes, son positivas, pero sacaron de nuevo a relucir el problema de la segregación por sexos, impuesta tras la Revolución Islámica en los espacios públicos.

Aunque en el transporte público o las oficinas esta norma se ha relajado, sí continúa muy vigente en cualquier lugar en el que las mujeres no vayan cubiertas, como piscinas o instalaciones deportivas.

Por ello, la creación de estos parques exclusivos para mujeres alzó voces de oposición que temían un regreso a una mayor segregación en el país.

Shirin comprende este planteamiento pero se muestra agradecida con la iniciativa: «Eran muy necesarios en Teherán espacios de este tipo», afirma.

La joven Sahar también los considera útiles pero no oculta que preferiría poder venir «con toda su familia», sin diferenciar entre hombres y mujeres y sin que esto condicionara su vestimenta.

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