Uno de los mayores descubrimientos científicos de los últimos tiempos tuvo entre el equipo responsable de confirmar una teoría con 100 años de antigüedad a un mexicano, de 35 años y nacido en la capital del país, ¿quién es Guillermo Valdés Sánchez?
Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).- «Ladies and gentlemen, we have detected gravitational-waves, we did it!» (¡»Señoras y señores, detectamos ondas gravitacionales, lo hicimos!»), fue la frase con la que por fin se confirmó lo que Albert Einstein había dicho 100 años atrás cuando describió la teoría de la relatividad general, que la fuerza de gravedad es el resultado de la curvatura del espacio-tiempo.
«En ese instante todos lloramos, reímos, brincamos y aplaudimos de la felicidad», contó Guillermo Adrián Valdés Sánchez, ingeniero y físico mexicano que trabajó en el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO, por sus siglas en inglés), a la agencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El aviso al mundo entero se dio el pasado 11 de febrero, pero fue desde el 14 de septiembre de 2015 que los más de mil científicos provenientes de doce países observaron por primera vez una onda gravitacional, aunque no estaban seguros de que lo era, y por supuesto, no podían hacerlo público.
Fue hasta la junta del mediodía (el descubrimiento fue alrededor de las 9 de la mañana) que confirmaron que lo que los cientos de sensores, micrófonos, sismómetros, magnetómetros y detectores de rayos cósmicos, fue una onda gravitacional y no el resultado de la manipulación forzada para monitorear la calibración del detector o «inyección».
El científico, que actualmente trabaja en el Centro de Astronomía de Ondas Gravitacionales, de la Universidad de Texas, detalla que LIGO consiste en dos detectores, uno está ubicado en el estado de Louisiana y otro en Washington, ambos en Estados Unidos, existe entre ellos una separación de alrededor tres mil kilómetros. «Por lo tanto, cuando ambos detectores observan la misma forma de onda al mismo tiempo, la posibilidad de que esto que se observaba por primera vez fuera una onda gravitacional era gigantesca», dice.
“En la junta que tuvimos, los que pertenecemos al grupo de caracterización del detector, se les preguntó a las personas correspondientes: ‘¿Alguna inyección se realizó durante este candidato a detección?’. La respuesta fue un rotundo: ‘No’”, relata el físico becario del Conacyt.
“Podías ver muchas caras de incertidumbre y risas entre nerviosas y de felicidad, pero todos sabíamos que nos esperaba un largo camino por recorrer antes de confirmar que nuestra detección era real”. Así, trabajando a marchas forzadas, pasaron casi cinco meses hasta que se confirmara el hallazgo.
¿QUIÉN ES GUILLERMO VALDÉS?
El mexicano presente en uno de los hallazgos científicos más importantes de los últimos tiempos nació en la Ciudad de México hace 35 años. Estudió Ingeniería en electrónica y comunicaciones en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) ubicado en el sur de la capital, sin embargo, su gusto y facilidad por las matemáticas y la física lo llevaron a estudiar una maestría en esta última materia en la Universidad de Texas en Brownsville, gracias a una beca otorgada por el Centro de Astronomía de Ondas Gravitacionales.
Durante la maestría realizó su prácticas profesionales en el Centro de Vuelo Espacial Goddard, de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), en Maryland, y fue parte fundamental en la construcción del Nompuewenu Observatory, el primer observatorio del sur de Texas, de acuerdo con información de la agencia Conacyt.
“Ya inscrito en la maestría, conocí al que era el director del Departamento de Física, el doctor Mario Díaz. Él me convenció de que la física me llevaría a donde yo quisiera. Lo primero que hizo fue darme el libro Interferometric Gravitational Wave Detectors, escrito por el doctor Peter Saulson. Cuando lo abrí no entendí nada. Nunca me imaginé que años más tarde, Peter Saulson me pediría ayuda para completar un análisis de los datos de LIGO”, dice.
Actualmente, con una beca otorgada por el Conacyt, Valdés Sánchez estudia el doctorado en física en la Universidad de Texas en San Antonio (UTSA) y ha recibido el título de LIGO Scientific Collaboration (LSC) por dos periodos seguidos.
Con ese título fue con el que Guillermo y sus compañeros abrieron una ventana nueva en la observación y entendimiento del universo.
“Esta detección no solo tiene impacto en la ciencia, el entendimiento del universo siempre tiene un gran impacto en la humanidad y el experimento LIGO es un ejemplo de lo que los seres humanos somos capaces para lograr metas que pareciesen inalcanzables”.
“Este resultado nos motiva a seguir investigando y mejorar LIGO para saber qué más nos tiene que decir el universo”, finaliza en la entrevista realizada por Verenise Sánchez.