«La situación de emergencia continúa, es importante no bajar la guardia», advirtió la Presidenta Michelle Bachelet, y agregó que hay que prepararse para los incendios forestales propios del verano, que podrían aumentar en comparación con los de otros períodos a causa de poco más de ocho años de sequía.
Por Press Eva Vergara
Santiago de Chile, 3 de febrero (AP).- A sus 70 años, la artesana Sonia Díaz está decidida a seguir trabajando para recuperar su taller. Máquinas, insumos y hasta los galpones de sus ovejas fueron consumidos por los voraces incendios forestales que asolaron el centro sur del país desde el 15 de enero.
Aunque los mayores incendios de la historia de Chile ahora parecen estar quedando atrás, persisten en hacerse presentes una y otra vez mediante focos de fuego que despiertan a centenares o decenas de kilómetros de distancia entre sí.
Sonia vive en Pumanque, a 215 kilómetros de Santiago, y desde ahí realizaba un listado de los daños provocados por los incendios entre los artesanos de localidades cercanas cuando alguien la llamó y le dijo: el fuego está en la cumbre y va a bajar hacia tu casa.
Según contó a The Associated Press, cuando le permitieron acercarse a su hogar, en el sector La Gloria de esta comuna, Sonia vio en pie la casa habitación, pero el resto había sido consumido por el fuego. «Tenía una sala donde trabajo la lana desde la esquila; la lana, el teñido», y con ello confeccionaba productos por encargo, como murales, frazadas y capas.
También se quemó el lugar donde guardaba 90 fardos de comida para sus 20 ovejas y dos caballos, «y de los insumos no quedaba nada». Sonia dice que recibirá una pequeña ayuda del Estado que usará en comida para sus animales y para volver a construir su taller de 70 metros cuadrados.
«Me voy a parar con trabajo y más trabajo», aseguró.
Sonia, que vive sola, representa a centenares de pequeños viñateros, apicultores, ganaderos y productores de frutas, que perdieron todo en los mayores incendios de la historia de Chile, aunque no todos exhiben su mismo optimismo y fuerza.
La Presidenta Michelle Bachelet reiteró el viernes que el gobierno comenzó a distribuir ayuda en dinero, bienes y comida a los damnificados. En su informe matinal diario, precisó que «a esta hora no hay zonas habitacionales que estén amenazadas por el fuego», lo que permitirá redireccionar ayuda terrestre y aérea hacia las comunas donde persisten los focos de fuego que suelen crecer por los vientos del atardecer.
«La situación de emergencia continúa, es importante no bajar la guardia», advirtió Bachelet y agregó que hay que prepararse para los incendios forestales propios del verano, que podrían aumentar en comparación con los de otros períodos a causa de poco más de ocho años continuos de sequía.
Más tarde, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, informó que hasta el momento el gobierno ha gastado 330 millones de dólares para el control de la emergencia y ayuda a pequeños sectores productivos, reconstrucción de viviendas y forraje, entre otros. Aún no se dimensiona el daño forestal y la reforestación de las regiones dañadas.
El apicultor Jorge Andrade, por ejemplo, recibirá una ayuda de un millón de pesos (unos mil 550 dólares), aunque señaló a la AP que «un millón para la pérdida no es nada». Precisó que con ese dinero puede recuperar diez colmenas de las 41 que perdió.
Jorge dice que en total tenía 220 colmenas y aunque millones de sus abejas sobrevivieron, se están muriendo de hambre porque se quemó todo a tres kilómetros a la redonda. Su hogar estaba en Coronel del Maule, cerca de Cauquenes, 350 kilómetros al sur de Santiago.
«Alcancé a cosechar 17 tambores de miel, unos 4 mil 500 kilos, pero ahora van a pasar años para que se vuelva a ver algo parecido», dijo a la AP.
Unas 80 familias de la zona vivían de la apicultura y «ahora la floración se perdió toda». Jorge dice que en las cercanías hay un pequeño terreno con verde que verán si pueden arrendar, «pero ahí vamos a estar apiñados todos los apicultores. No va a resultar».
«Pensaba darle un buen estudio a mi hijo, pero así como están las cosas va a haber que buscar otro rubro», dijo con voz apenas perceptible.
Carlos Correa, ingeniero forestal y asesor de apicultores, dijo a la AP que sólo cerca de Cauquenes se perdieron poco más de 63 millones de abejas y unos 240 millones están en serio peligro.
«No sólo no tienen comida al perderse los bosques nativos, pastos y flores de los que obtienen sus alimentos, sino que cuando la temperatura ambiental supera los 12 ó 14 grados Celsius, salen de los cajones en busca de agua y alimentos, y regresan cansadas y sin nada. La situación se repite una y otra vez: «están gastando sus reservas, se están matando de a poco».
Las abejas juegan un importante papel en la polinización, el paso del polen del aparato masculino al femenino de las plantas, que permite su floración y luego la producción de frutos. Existe una disminución de abejas a nivel planetario y algunos especialistas creen que si desaparecieran, también lo harían muchas plantas con flores.
Solemos pensar que «abejas» es sinónimo de «miel», pero entre la gente de Chile, su valor va mucho más allá.